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El Agilodocodon, un antiguo mamífero arborícola, y el Docofossor, similar a un topo dorado africano - April I. Neander, the University of Chicago

Descubren dos mamíferos muy distintos de hace 160 millones de años

El Agilodocodon estaba preparado para trepar y vivía en los árboles, mientras que el Docofossor, parecido a un topo, tenía costumbres subterráneas

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Cuando observamos la gran familia de mamíferos modernos, en la que nos incluimos como especie, no puede dejar de sorprendernos la gran diversidad de los miembros que la forman. Desde la musaraña etrusca, de tan solo dos gramos, hasta la ballena azul, de casi 200 toneladas, el zoológico es amplísimo en tamaños, formas y hábitos de vida. Aunque se cree que no siempre hubo tantísima variedad, el hallazgo de unos fósiles recientemente descubiertos en China sugiere que los mamíferos también tuvieron sus oportunidades hace más de 160 millones de años, durante el reinado de los dinosaurios del Mesozoico.

Los científicos de la Universidad de Chicago y el Museo de Historia Natural de Pekín han hallado los restos de dos especies primitivas, ambas diminutas, del tamaño de una musaraña, pero muy distintas entre sí.

El Agilodocodon scansorius es una de ellas, el mamífero arborícola más antiguo que se conoce, con garras para escalar y dientes adaptados para conseguir la savia de los árboles. La segunda es el Docofossor brachydactylus, a su vez el mamífero subterráneo más antiguo, similar al topo dorado de África y con patas con forma de pala.

«Con cada nuevo fósil que encontramos nos damos cuenta de que los primeros mamíferos eran tan diversos en las adaptaciones de alimentación y del aparato locomotor como los mamíferos modernos», dice Zhe-Xi Luo, profesor de biología de organismos y anatomía en la Universidad de Chicago y uno de los autores de las dos investigaciones sobre el hallazgo que aparecen en la revista Science. «Parece que el trabajo de base para el éxito de los mamíferos de hoy se estableció hace mucho tiempo».

Según los investigadores, el Agilodocodon y el Docofossor proporcionan una fuerte evidencia de que los estilos de vida arbóreo y subterráneo surgieron temprano en la evolución de los mamíferos. Ambas criaturas poseían adaptaciones únicas para sus respectivos hábitats ecológicos.

Fósiles de los diminutos Docofossor brachydactylus (izquierda) y Agilodocodon scansorius
Fósiles de los diminutos Docofossor brachydactylus (izquierda) y Agilodocodon scansorius

El Agilodocodon, que vivió hace unos 165 millones de años, tenía garras curvas y duras, y las proporciones de las extremidades típicas de los mamíferos que viven en los árboles o arbustos. Estaba adaptado para alimentarse de la savia de los árboles, con los dientes delanteros de pala para roer la corteza. Esta adaptación es similar a los dientes de algunos monos modernos del Nuevo Mundo, y es la evidencia más antigua conocida de ese tipo de alimentación en los en mamaliaformes (mamíferos primitivos) . El Agilodocodon también poseía unos codos flexibles y bien desarrollados, y articulaciones en la muñeca y el tobillo que le permitían una movilidad mucho mayor, todas características de los mamíferos acostumbrados a trepar.

«Los dedos y las dimensiones óseas de las extremidades del Agilodocodon están alineadas con los de los modernos arborícolas, y sus incisivos son la prueba que se alimentaba de savia de los árboles», dice el coautor del estudio David Grossnickle, de la Universidad de Chicago. «Es increíble que estas adaptaciones arbóreas ocurrieran tan temprano en la historia de los mamíferos y muestran que al menos algunos familiares de mamíferos extintos explotaron nichos herbívoros evolutivamente significativos, mucho antes de los verdaderos mamíferos».

Preparado para excavar

El Docofossor, que vivió hace unos 160 millones de años, tenía una estructura y un cuerpo con proporciones muy similares al topo dorado de África. Tenía los dedos de pala para cavar, y molares superiores cortos y anchos típicos de los mamíferos que se alimentan bajo tierra. Había reducido los segmentos óseos en sus dedos, lo que lleva a un dígito más corto pero ancho. Los topos dorados africanos poseen casi la misma adaptación, que proporciona una ventaja evolutiva para la excavación. Esta característica se debe a la fusión de los huesos de las articulaciones durante el desarrollo, un proceso influenciado por los genes BMP y GDF-5. Debido a las muchas similitudes anatómicas, los investigadores plantean la hipótesis de que este mecanismo genético puede haber jugado un papel comparable al principio de la evolución de los mamíferos.

Las costillas del Agilodocodon y el Docofossor también muestran evidencias de la influencia de los genes observados en los mamíferos modernos, Hox 9-10 y Myf 5-6. Es posible que estas redes de genes funcionaran de manera similar mucho antes de que los verdaderos mamíferos evolucionaran.

Para los científicos, estos animales y otros como el Castorocauda, un nadador comedor de peces descrito en 2006 por los mismos investigadores, sugieren que los mamíferos ancestrales supieron adaptarse a su entorno y encontrar su hueco a pesar de la competencia de los dinosaurios.

«Sabemos que los mamíferos modernos son espectacularmente diversos, pero no si los primeros mamíferos lograron diversificarse de la misma manera», dice Luo. «Estos nuevos fósiles ayudan a demostrar que los primeros mamíferos tuvieron efectivamente una amplia gama de diversidad ecológica. Parece que los dinosaurios no dominaron el paisaje Mesozoico tanto como se pensaba».

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