Pan y circo

La salvación al alcance

La permanencia pasa inexorablemente por la obtención de, al menos, seis puntos de los quince

Pepe Reyes

Hay que ganar dos partidos. La salvación pasa inexorablemente por la obtención de, al menos, seis puntos de los quince que restan en disputa. Y cuanto antes se consigan, muchísimo mejor, tanto para sosiego de la plantilla como para bálsamo paliativo de la tan expuesta salud de numerosos corazones amarillos. Los recientes duelos han ofrecido la cara y la cruz de nuestro nivel competitivo: de la manera pletórica de cómo afrontar los encuentros, como sucedió ante el Valencia, y de la forma caótica de cómo entregarlos sin apenas comparecer, como por desgracia ocurrió frente al Atlético. Conocidas nuestras virtudes y reconocidos los defectos, urge potenciar las primeras y evitar, en la manera de lo posible, la reiteración de los segundos en este postrero tramo de la competición, donde todo ha de resolverse. Ya no hay lugar a la reacción, el calendario apremia y el futuro se angosta. De los muchos equipos amenazados con las penas del descenso, caerán en el infierno aquellos dos que más se equivoquen en esta taquicárdica recta final. Un objetivo para el que será necesario el atronador aliento de la afición, que en los dos partidos que restan en casa ha de llevar a los amarillos en volandas, como tantas veces lo ha hecho. Pero también será imprescindible poder contar con la totalidad de los miembros de la plantilla en estado de alerta y activados para participar en el momento que se les requiera. Cierto es que algunos hombres han mostrado un nivel inferior al esperado esta temporada y otros, por unas razones u otras, se hallan en un preocupante estado de forma. Si bien, lo ocurrido en el Cívitas Metropolitano no debe servir para desahuciar a determinados jugadores que hacía mucho que no eran titulares y que bastante hicieron con batirse ante el equipo más en forma de la liga. Alinear en un once sorpresivo a muchos futbolistas sin ritmo de juego fue una temeridad. Y encajar un gol a los dos minutos, una condena. No carguemos las tintas sobre unos jugadores de cuyo rendimiento puede pender la salvación.

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