Desde la platea

Miren a la grada

Carta abierta a los jugadores

Mauricio García

Si Vizcaíno, como presidente del club, se ha dirigido en un escrito a los aficionados, lo cual me parece bien, servidor, como aficionado, quiere dirigirse igualmente a los jugadores.

Vaya por delante que jamás dudaré de vuestra voluntad y deseo de ganar cada partido que disputáis. Me atrevería a decir que hasta en los rondos que realizáis en los entrenamientos, porque si no fueráis así, no habríais llegado a profesionales de esto de la pelotita.

Tampoco es menos cierto que este bendito deporte es tan mágico porque no siempre gana el más alto , el más guapo, el que tiene las mejores botas o el que es capaz de regatear a medio equipo contrario como si de un patio de colegio se tratara. Hay muchos David ante otros tantos Goliat.

Porque al final, durante 90 minutos entran en juego muchos matices. ¿Cuántos de los penaltis lanzados a lo largo de un año se tira fuera sin ir siquiera entre los tres palos? Pues pasó cuando tuvo que pasar.

Ante el Valencia dije que la cosa ya iba de algo más que de fútbol táctico. Iba de cojones. La cosa no ha cambiado. Sigue yendo de cojones y mentalidad. Y es aquí donde queria llegar. Cuando saltéis al campo encontraréis un estadio muy bonito, con gente vestida de amarillo, papelillos, cánticos y ovación. Mirar a la grada y disfrutarlo, pero pensar una cosa, detrás de cada uno de esos de amarillo de la platea hay una historia.

Mirar aunque sea de forma general, no hace falta que lo hagáis directamente a los ojos. En cada camiseta amarilla de la grada hay un corazón cadista que un viernes a las nueve de la noche está ahí seguramente no porque vaya a presenciar el mejor espectáculo de su vida, sino porque juega su equipo. Está ahí dispuesto a empujar y tragarse lo mismo el mejor partido del mundo que el mayor truño futbolístico de la temporada.

Pero le da igual, porque si tú, jugador, consigues vencer aunque sea con un gol en el 90 metido con el culo, habrás escrito la historia más maravillosa de la semana para ese aficionado que está apoyándote cuando podía estar en su casa o de cervezas con los amigos un viernes noche. Es verdad que no es una obligación, pero como decía antes, es una pasión movida por la historia personal de cada uno de los que allí están presente viéndote y empujándote.

Disfruta del ambiente a la salida del túnel del vestuario, mira a la platea y a partir de ahí corre, lucha, se solidario con el compañero, muere en cada balón.... por tu honor, por tu orgullo de deportista y porque detrás tuya hay unas 20.000 historias empujándote desde la grada y otras tantas mil que no han podido estar pero sufren en amarillo de igual forma. Ojalá ganemos, porque no olvides nunca que tu suerte siempre será la mía, la nuestra, la de las camisetas amarillas de la grada, cada una con su historia de pasión.

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