Copa del Rey | Sporting - Cádiz

La pizarra del Sporting - Cádiz. Querer no es poder

Sergio González intentó discutir la pelota a un Segunda como el Sporting, pero se dio de bruces con el nivel de una plantilla necesitada

Sergio y David Gallego, antes del partido. EFE
Alfonso Carbonell

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Querer no es poder, pero se queda en el intento. Ese intento traducido en los primeros diez minutos en los que el nuevo Cádiz de Sergio González intentó no rendirse a la evidencia aunque fuera ante un equipo de categoría inferior como el Sporting, que campea por la media tabla de la Segunda División.

Sergio debutaba como entrenador del Cádiz después de seis años con Álvaro Cervera al frente. La papeleta no es fácil y el ‘modus operandi’ debe ser paulatino. Dicen los entendidos que el nuevo técnico cadista viene a ser más de lo mismo pero hasta Javier Clemente se pensaría qué hacer distinto con tal de que se le diferenciara con el anterior que se sentó en el cargo. Y eso hizo Sergio. O al menos, lo intentó.

1. Cuatro cambios. No quiso ni querrá revolucionar mucho Sergio el equipo. Por descontado que se siente en la necesidad de recuperar a hombres defenestrados por Cervera para exprimir hasta la última gota de un equipo falto de calidad, que no de ganas. Porque en la destitución de Cervera absolutamente nadie podrá argumentar eso tan manido de que los jugadores le han hecho la cama. Nada más lejos de la realidad. Este Cádiz será malo de solemnidad, pero aquí corre hasta el utillero.

El primer once de Sergio estuvo, como es prioridad en la Copa, repleto de suplentes. De hecho, tampoco se distanció mucho del último sacado por su precesor en Copa. Sergio introducía cuatro cambios respecto al sacado por Cervera en Fuenlabrada y conformaba un once bajo un claro 4-4-2 que a veces se veía como un 4-2-3-1. Sacaba del mismo a Cala, Jonsson, Álex y Osmajic y metía a Álvaro Jiménez, Alejo, San Emeterio y Haroyan.

2. Se quiso el balón. Al final se equilibro dado que se jugaron 120 minutos, pero lo cierto es que el Cádiz salió con la idea de dominar el partido y tener una posesión de balón superior al Sporting. No lo consiguió.

Al final de la primera parte, el Sporting obtubo una posesión del 64% por 36% del Cádiz en lo que fue un baño de dura realidad para Sergio, que veía desde su zona técnica como a los suyos le duraba el balón en los pies cada vez que querían hacer uso de él lo mismo que un caramelo en la puerta de un colegio. Al final del encuentro, con su prórroga, el Cádiz niveló un tanto una balanza que acabó con 57%/43% a favor de los asturianos.

3. Resultado injusto. El empate con el que se llegó al final del encuentro no reflejó la justicia que se vio sobre el campo. De no ser por David Gil, el Cádiz difícilmente habría llegado a la prórroga. Las mejores ocasiones del once amarillo fueron en posiciones dudosas de Andone y Sobrino y solo Álvaro Jiménez, con una volea defectuosa estuvo cerca de batir a Mariño, que no tuvo que parar ningún disparo. El dato de que el Cádiz ha pasado dos eliminatorias chutando solo una vez a puerta (el gol de Alarcón en Fuenlabrada) habla por sí solo.

En cuanto al sistema, Sergio optó por un 4-4-2 que no cambió en todo el encuentro dado que todas las modificacines que hizo fue hombre por hombre. Eso sí, a medida que avanzava el encuentro fue dotando a su equipo de mayor experiencia y calidad con la entrada de hombres como Negredo, Salvi, Álex, Espino, Fali o Perea.

Sergio jugó bien sus seis cambios y fue añadiendo frescura al equipo en contra de lo que hizo su colega David Gallego, que solo hizo un cambio en 90 minutos y dos en la prórroga, uno el del portero. En los penaltis, al Cádiz no le tembló el pulso.

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