osasuna - cádiz
Piñata amarilla en Pamplona (2-0)
Dos goles de Budimir vuelven a desnudar a un Cádiz de Pellegrino que no mejora ni con los cambios
Una piñata, la que viene siendo todo el año. El Cádiz homenajeó a su Carnaval y se disfrazó en Navarra de piñata para alegría de un Budimir que volvió a cebarse con la endeble zaga amarilla. Dos goles del bosnio volvían a dejar con las manos vacías a un equipo que si tiene vacío algo más importante es el alma. Porque ni con cambios de entrenador, ni con modificaciones en el once ni con nada del mundo es capaz de sobreponerse a un gol. Con eso ya se cuenta, pero con lo que no se debería contar es que con el empate los de arriba perdonen como perdona Chris Ramos, el que menos culpa tiene de una situación que él mismo representa. El chaval es el mejor de un Cádiz triste, agónico y que solo puede agarrarse a la mediocridad de esta Liga para saberse en pie todavía en febrero.
Tenía que hacer algo y, a su cuarto encuentro al frente, lo hizo. Tuvo que ver pasar dos empates anodinos y un babuchazo ante el Betis en casa para percatarse de que si se le había traído desde la Argentina era para que hiciera algo diferente a lo que estaba ya haciendo Sergio, de ahí que echasen a este. Por eso, costaba entender a Pallegrino en sus primeras jornadas al frente de un Cádiz que seguía desangrándose con él en el banquillo sin que hiciera poco más que un boca a boca insignificante, insulso, baladí.
Viendo que su crédito se agotaba sin siquiera haber pagado un mes de alquiler, el técnico argentino ya retocó algo en la segunda parte ante el Betis y dispuso a su estéril equipo bajo un sistema que le dio pingues beneficios en su etapa en el Leganés, un 5-3-2. Sin embargo, una vez puesto sobre el verde los suyos se colocaron de nuevo bajo un claro 4-4-2 que se confundía a veces con un 5-3-2 en defensa puesto que Zaldua hacía las veces de falso extremo persiguiendo a Mojica mientras que Meré se ponía de lateral. Los dos otros dos damnificados además de Iza fueron Sobrino y Alejo, que dejaron sus puestos a Juanmi y a los anteriormete citados guardianes de la banda derecha.
Ya fuera por los cambios o por la importancia del choque, lo cierto es que el Cádiz salió con mejor pie que el Osasuna. Prueba de ello fue la primera oportunidad creada en el 4' de partido después de una falta centrada por Alcaraz y cabeceada libre de marca por Fali, que enviaba su testarazo claro y limpio a las manos de Sergio Herrera.
Cinco minutos duró el dominio posicional y de balón al Cádiz, que vio como Mojica comenzaba a hacer daño al irse por velocidad de Zaldua y meter un gran centro al que no llegó ni Budimir ni tampoco Ledesma. Al final, el balón se pasó de largo para alivio amarillo, que no tardaría mucho en resoplar de nuevo y otra vez por culpa de Mojica, que en el 7' de partido se internaba en el área para meter un pase atrás que Budimir desperdiciaba al colocar mal su pie.
Con el miedo en el cuerpo, Chust asistía de cabeza a Ledesma algo forzado, lo que le costó al arquero argentino un golpetazo con Budimir al despejar de cabeza cuando tranquilamente pudo coger el balón con las manos dado que encontraba dentro del área.
Pasado el cuarto de hora, fue a Escalante al que le falto la determinación de adentrarse en el área del Osasuna, pero el argentino o no vio el pasillo creado por la defensa rival o no se atrevió a cruzarlo dado que abrió el balón a la banda para enviar al limbo lo que pudo ser una manifiesta ocasión de gol.
A los diez minutos de esa situación, el que sí se echó el equipo a la espalda fue una vez más Robert Navarro, que se marcó un jugadón partiendo desde el centro del campo para dejar solo a Chris Ramos, que con un pésimo control y un peor zurdazo mandaba al exterior de la red un balón que tapó bien Herrera.
El Osasuna no tardó en responder a estos avisos con balas de fogueo de un Cádiz intermitente pero tan competitivo y aburrido como siempre. Tocaba más y con mayor criterio el once de Arrasate, que volvía a colarse en el área amarilla para ver como la resolución de Chust evitaba el disparo de un negado Budimir.
Los minutos finales de la primera mitad dieron para que hubiera alternancia en ambas áreas pero sin que los porteros tuvieran que intervenir. Eso sí, también sirvieron para comprobar las muchas dudas que generaba Meré en defensa y la confirmación de Navarro como el jugador más relevante en estos momentos de un Cádiz que pudo irse al descanso ganando precisamente tras un gran centro del extremo catalán al defensa asturiano, que no se creyó estar solo ante Herrera y mandó fuera un remate al que le faltó fe.
A la vista de que su experimento en la banda no había servido ni para frenar a Mojica ni para estar más seguros ya que Zaldua vio amarilla, Pellegrino comenzaba la segunda parte sentando al vasco y dándole su sitio a Iván Alejo, que saltaba para medirse a su par colombiano, que tenía tarjeta.
Gol de Budimir
La dinámica del partido siguió siendo la misma, es decir, una relativa superioridad del Osasuna, que seguía buscando a Budimir para ver como Meré se interponía en su salto para que no rematase con la tranquilidad que sedearía. Poco a poco, el Cádiz fue aplicándose al enésimo encuentro de Liga que intentaba llevar a su terreno. Consciente de ello, Arrasate movía su banquillo y hacía un doble cambio introduciendo a Areso e Ibáñez para darle mayor frescura a un equipo que se bañó de ella con el gol de Budimir, al que siguió buscando en el 62' Rubén García con un centro facilitado por Pires que el delantero bosnio peinaba perfectamente ganándole en el salto a Fali para hacer inútil la estirada de Conan.
El gol no cambió los planes de Pellegrino, que ya antes tenía pensado sentar a Chris Ramos y Escalante para dar entrada a Maxi Gómez y el fichaje Samassekou, a los que les tocaría remar contracorriente nada más pisar el césped de El Sadar.
Lejos de enrabiatarse, los pupilos de Pellegrino parecían sucumbir ante un Osasuna que buscaba el segundo ante un rival herido y huidizo. Esto debía contemplar tranquilamente el técnico cadista desde su banquillo porque intentó meter algo de chispa con Machis en el 71', minuto en el que abandonaba el encuentro el que hasta ese momento era el mejor de los amarillos, Robert Navarro.
Como era previsible, ni Machis ni mucho menos Samassekou hicieron nada del otro jueves para tratar de cambiar un panorama demasiado negro para los cadistas, que veían con tristeza como los suyos no eran capaces ni de acercarse a las inmediaciones de Sergio Herrera.
A quince más el descuento del final, Sergi Guardiola entrada sustituyendo a Meré recolocándose Alejo como carrilero dentro del mismo dibujo aunque sensiblemente más ofensivo. Por aquello del resultado y de las piezas ya que los minutos seguían contando sin que nada ocurriese en un partido tantas veces repetidas por un Cádiz que debe ir preparándose ya un buen chute de muerte dulce.
Solo Alejo lo intentaba por su banda, pero los centros del pucelano no encontraron rematador en Machis, que olía el gol en el segundo palo pero estuvo bien tapado por su marcador. Todo lo bien tapado que estaba el venezolano no lo estuvo Budimir en una siguiente acción dentro del área amarilla y en la que el árbitro le daba una vida más al Cádiz al dejar sin pitar un penalti de Fali por claro agarrón al ariete rojillo.
Pudo sentenciar poco después el Osasuna a cuatro del 90', pero Pablo Ibáñez, al que Budimir había dejado solo ante Ledesma con una asistencia sobresaliente, no pudo sobrepasar a Conan, que como buen argentino supo aguantar hasta el final para prolongar la amargura amarilla.
Cuando se ataca con pena, hundido abocado al fracaso, lo normal es que suceda lo que le sucedió el Cádiz para dar carpetazo al partido. Areso se hacía con un balón en su propio campo que ni Machis ni Pires lucharon para recorrerse cincuenta metros por su banda para asistir a Budimir, que recogía solo el regalo para batir por bajo y con su zurda a Ledesma para terminar de vaciar una piñata amarilla de nuevo saqueada en una fiesta de otros.
