Cádiz CF

La terapia del 'banquillazo' funciona

Salvi fue el mejor jugador de su equipo en la primera mitad tras recuperar la titularidad en Bilbao

La crónica de la victoria en La Catedral

álex abraza a salvi tras su gol. CCF

Alfonso Carbonell

Salvi ha vuelto. Para mayor pesar de sus detractores, esos que defienden a muerte a Cervera pero tiran por tierra a su máximo exponente, el sanluqueño salió hace ya unos años de la obra con tantas ganas como del banquillo, el que por cierto se lo tenía merecido. Tanto o más como otros.

Porque una cosa parece clara, el banquillo, la terapia que ahí se aprende, es positiva para los futbolistas. Muy positiva. Que se lo pregunten al mismo Salvi, o a su compañero Jonsson. O incluso a Álex. O quien sabe si en breve a Sobrino, que no da una a derechas y que ha conseguido, gracias o por culpa del empeño de su entrenador, el castigo de parte de la grada de Carranza cada vez que falla en una acción. El manchego está pidiendo a gritos una terapia. Y mucho más después de ver la exhibición que dio en San Mamés su compañero, ese que voló con el brazalete de capitán cada vez que se echaba el balón veinte metros por delante. Grande Salvi y grande su terapia.

El extremo diestro del Cádiz tocó fondo esta temporada ante el Alavés, hace ya cuatro jornadas . Además, el equipo perdió ante un rival directo y él no estuvo afortunado. Sus centros fueron un desastre y pese a que se dejó la vida, siempre lo hace, no estaba la suerte de cara. Ni la suerte, ni la cabeza ni el estado físico ni nada. Al banquillo. Por mucho que no tuviera competencia. No la tenía hasta la irrupción en Villarreal del canterano Chapela, que se desconoce donde llegará en esto del fútbol, pero de momento ya ha hecho espabilar al titular. El chiclanero brilló ante el otro submarino y su entrenador le mantuvo en el once ante el Mallorca .

Dos partidos en el banco y como nuevo. Salvi ha vuelto. Por todos sus fueros. Salió de inicio y a los cinco minutos adelantaba al Cádiz CF en un gol que necesitaba como el comer para alimentar su desnutrida confianza. Y vamos que si cogió fuerzas. Era un jabato. Especialmente brillante y fugaz estuvo en la carrera en la que cayó lesionado por una mala caída tras un fuerte encontrozano con Yeray, que no tuvo otra que pararle la carrera poniendo su cuerpo por delante. El galope del sanluqueño fue propio de un felino, de un pequeño guepardo que solo es detenido por el disparo de un cazador, que acabó con tarjeta.

Aturdido por el golpe y extasiado por la carrera, Salvi trató de levantarse no sin preocupación por el testarazo recibido. Se mantuvo sobre el verde hasta que en el descanso Cervera decidió cambiarlo. El sanluqueño ya trata de recuperarse y tiempo tiene con el parón liguero. Activado y con energía, no lo dice, pero da gracias a la terapia del banquillo. Deja sitio en la consulta. Que pase el siguiente.

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