«Los enfermos caminan durante días para que les atendamos y les operemos»
El Estrecho y más de 6.000 kilómetros separan Cádiz de Bengbis, una comuna camerunesa perteneciente al departamento de Dja-et-Lobo de la región del Sur. Una región que se enclava en el corazón de África y que se caracteriza por situarse en un entorno de densa selva ecuatorial, con escasas carreteras de tierra rojiza y parda que en condiciones de lluvia resultan intransitables.
Un entorno salvaje con una gran riqueza pero que está en peligro por la tala de madera que está provocando graves daños al hábitat local de los pueblos baka, los pigmeos, que son la minoría más numerosa del centro de África y son menospreciados y maltratados por las comunidades vecinas.


Los baka eran tradicionalmente cazadores-recolectores pero se han visto desplazados debido a la presión sobre el territorio y los recursos naturales. Han tenido que abandonar su selva y tratan de adaptarse a su nueva situación. Antes nómadas, ahora viven en construcciones de barro con techos de hojas de palmeras y están empezando a cosechar la tierra con plantas de mandioca, ñames y cacao.
Una realidad vital muy alejada del día a día de Pablo Haro, un gaditano que conoció el proyecto de la ONG Zerca y Lejos haciendo la residencia en el Hospital Universitario de Fuenlabrada. Oriundo de Jerez reconoce que atesora grandes recuerdos de su época universitaria en Cádiz donde estudió la carrera de Medicina y donde forjó amistades que se mantienen pese al paso de los años y la distancia.
Cuenta Haro que la vocación de médico siempre le acompañó (aunque confiesa que de crío también quería ser minero). «Cuando elegí la especialidad opté por Cirugía general porque tenía grandes posibilidades de curar o de aliviar a los pacientes y me atraía. Hice el MIR tres veces porque quería ser cirujano». El gaditano reconoce que es un trabajo duro y exigente que requiere un plus de destreza manual pero le apasiona su profesión.
«Este es el segundo año que me uno a la campaña de Zerca y Lejos. Mi jefe de servicio de Cirugía, Fernando Pereira, lleva más de diez años participando ininterrumpidamente y como sabía que me atrae mucho el tema de la cooperación me lo propuso. No dudé y me apunté del tirón», asegura rotundo.

En la Misión católica de Adjoli, cerca de Bengbis, la ONG consiguió habilitar varias instalaciones, y entre ellas, dos quirófanos. Desde entonces, se hace una campaña anual de un mes, con cirujanos pediátricos y traumatólogos durante las primeras dos semanas, y cirujanos generales y ginecólogos las dos siguientes. «Es una experiencia muy intensa y muy bonita. En Camerún, la atención médica y especialmente la quirúrgica es difícilmente accesible para la mayoría de la población y por eso cuando saben que llegamos recorren grandes distancias para que les atendamos».
Desde el inicio de las campañas en 2005, los especialistas han pasado consulta a más de 10.000 personas, realizado casi 5.000 intervenciones. «En la pasada campaña atendimos en consulta 230 pacientes de cirugía general y se realizaron 151 procedimientos como hernias inguinales que suelen ser muy grandes, lipomas, operaciones de bocio y 17 intervenciones urgentes, entre otras. Operamos todo lo que da tiempo apurando todo lo posible».

El gaditano recuerda con cariño la intervención de una mujer joven que tenía bocio y que estaba estigmatizada por el gran bulto de su cuello. La operaron con éxito y cogieron una muestra para analizarla en España «porque tenía mala pinta». Resultó ser cáncer de tiroides.
«Tenemos mucha suerte. Aunque la Sanidad Pública pueda mejorar, somos unos privilegiados porque es universal y nos atienden aunque no tengamos recursos y por eso hay que defenderla. Cuando vives otras realidades, te das cuenta de lo afortunado que eres por haber nacido en España», asegura.