Laura Rueda: “Cuando se cayó la rueda del autobús entendimos que la aventura ya había empezado”
En Bengbis, en el sur de Camerún, donde los recursos sanitarios son casi inexistentes y una operación puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, un grupo de voluntarios españoles ha trabajado durante dos semanas para llevar atención médica especializada a una zona profundamente desatendida. Entre ellos, la médica internista Laura Rueda, de Jerez, que fue la única profesional no quirúrgica de la expedición. Su misión: atender y clasificar a los pacientes que llegaban desde aldeas remotas, en condiciones extremadamente precarias, con un diagnóstico clínico sustentado en poco más que un fonendoscopio, un tensiómetro y una batería de test rápidos. «Fue una experiencia muy dura, pero profundamente enriquecedora», resume Laura que actualmente trabaja en el Hospital Regional Universitario de Málaga.
Aunque su madre es médico de familia, Laura no tuvo clara su vocación desde pequeña. Dudaba entre ingeniería y medicina. «Me gustaban las ciencias puras, pero me tiraba lo humano, el poder ayudar a la gente», recuerda. Finalmente, optó por Medicina, y dentro de ella se inclinó por la Medicina Interna, la especialidad que agrupa todo lo que «no encaja del todo en ninguna otra». Desde entonces, se ha centrado en el estudio de las enfermedades infecciosas, una especialización aún no reconocida formalmente en España pero de vital importancia.
Su participación en la campaña de la ONG Zerca y Lejos surgió por medio de una conocida cordobesa. Todo cuadró y al poco tiempo ya estaba haciendo la maleta y preparando cajas de material médico.
El equipo andaluz se reunió en el aeropuerto de Málaga con rumbo a Camerún. Pero el primer impacto llegó antes siquiera de pisar el campamento de Bengbis. Aterrizaron en Camerún tras una escala en Casablanca. Ahora tocaba viajar por carretera y montaron en un autobús que pedía la jubilación a gritos. «Se salió una rueda y no volcamos de milagro. Estuvimos siete horas tirados en la carretera, sin comida ni casi agua. En ese momento, te das cuenta del nivel de exposición. No es como en España, donde llamas a una grúa. Allí, el mundo se para. Y tú solo puedes esperar». Aquel susto sirvió también como primer acto de convivencia. «Nos conocimos en esas horas de incertidumbre. Fue el inicio de algo muy intenso».
Medicina, barro y dignidad
Para estas campaña de cirugía se monta un campamento médico temporal, muy cerca de una misión católica en plena selva. Allí el equipo instaló quirófanos, consulta médica y farmacia improvisada con el material que se lleva en cajas desde España. Durante su estancia, Laura vivió rodeada de niños del hogar de acogida, muchos de ellos de la etnia Baka, población indígena de pigmeos desplazada de la selva. «Siempre tienen una sonrisa. Van en chanclas viejas, lavan su ropa en el río, pero no pierden la alegría». Esa imagen quedó grabada en su retina al volver a España.
Una de las experiencias más duras fue la de una chica, menor de 20 años, que llegó embarazada y en estado crítico. Necesitaba grandes cantidades de sangre para poder ser operada. El banco local no podía cubrirla. «Empezamos a donar los propios médicos, incluso el equipo español. Se hizo una campaña en el poblado de al lado para conseguir sangre. Fue un ejemplo del grado de implicación. Nadie se quedó de brazos cruzados».
En Bengbis, la vida no da tregua. Las dificultades no solo se ven en las enfermedades, sino también en cada aspecto cotidiano, desde el acceso al agua hasta el descanso más básico. «No hay agua corriente, las duchas dependen de la lluvia y a veces había que recurrir a garrafas. Trabajábamos más de doce horas al día (todos los días) y la mitad del equipo se puso enfermo. Tuvimos que poner vías y suero a compañeros con gastroenteritis», cuenta Laura. Aun así, nadie abandonó.
Trueno africano
«Te enfadas contigo misma cuando ves que aquí nos preocupamos por tonterías. Allí no tienen nada, y aun así sonríen. Es un golpe de realidad».
Al volver a casa, Laura dice haber experimentado lo que sus compañeros llaman «el trueno africano». Un término que define el choque brutal entre dos mundos: el que te acoge y el que te espera. «Vuelves removida, con más preguntas que respuestas. Y sabiendo que, sin duda, volverás».
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Zerca y Lejos: un puente entre dos mundos
La ONG Zerca y Lejos fue fundada en 2001 por María Rebollo y Francis Guzmán. Opera en Camerún y Perú y trabaja con comunidades indígenas como los Baka para garantizar derechos humanos básicos: salud, agua potable y educación. En Camerún, más de 200 grupos étnicos conviven en una realidad marcada por la exclusión y el olvido institucional.