‘La Petite’, una «segunda familia»
Bathie lleva menos de un año en España y habla muy bien español. Le gustaría ser soldador, mozo de almacén o agricultor. Ahora es feliz. No lo ha tenido fácil. Tiene 22 años y tuvo que dejar atrás toda su vida y familia en Senegal. La inestabilidad política que atraviesa el país desde el 2021 le obligó a jugarse la vida en una embarcación para llegar a Canarias durante ocho eternos días y junto a 157 personas más.
Tras unos meses en las islas, fue trasladado a la ONG Movimiento por la Paz de El Puerto de Santa María antes de llegar a su último destino: la fundación Esperanza en Acción, en Chiclana, y su proyecto ‘La Petite’, una iniciativa social de ayuda a jóvenes migrantes mayores de edad en situación irregular y vinculada a la agricultura ecológica. «Nuestra labor es darle todo lo que necesiten: alimentos, alojamiento, formación, sanidad... Hasta que cumplan los tres años necesarios para solicitar el permiso de trabajo y residencia por arraigo y así regularizar su situación», explica José González, cofundador de la fundación junto a Rocío Martínez. El objetivo principal es ayudar a conseguir su autonomía.
Bathie, a su llegada hace 3 meses, conoció a Omar, también senegalés; Abdou, de Gambia; y Abdel, marroquí. «Ellos son como mi segunda familia. Lo hacemos todo juntos: trabajamos, comemos y si alguno está triste, lo hablamos. Nos apoyamos mucho», explica Bathie. Sus ojos no mienten. Se percibe que habla de ellos con orgullo. También se siente agradecido. «Mi madre está tranquila porque saben que José y Rocío me ayudan mucho. Estoy feliz».
En ‘La Petite’ hay muchas cosas por hacer. 24.000 metros cuadrados con tres huertos, gallinas, cabras... Un lugar idóneo para desarrollar el proyecto social, en el que ellos se sienten responsables. Cada sábado hacen entrega a las personas que colaboran con los 20 euros mensuales de una caja de verduras cosechadas por ellos mismos y los voluntarios. «Ellos al sentir que forman parte del proyecto y que lo que hacen tiene una trascendencia, se sienten realizados y satisfechos. En la participación, se forman», expresa José González.
«Los chicos autogestionan sus labores del huerto, aunque intentamos nosotros que no ocupen más de 15-20 horas a la semana porque tienen que formarse, tener ocio y sus responsabilidades en la casa», explica José González. Unos diez voluntarios ayudan con las labores del huerto y unas 115 personas colaboran mensualmente con la aportación económica.
Metas y orgullo
Acaban de podar un árbol y mientras recogen las ramas, no se habla de otra cosa: anoche Senegal le metió tres goles a Gambia en la Copa África. A Abdou no le queda otra que aguantar la carga de Bathie y escudarse en la expulsión de su compatriota que, según él, cambió el partido. En la parcela se respira buen rollo. Ubicada exactamente en la frontera entre Conil y Chiclana, el único inconveniente es que la parada del autobús está muy lejos. Hasta que no tengan el permiso de residencia, no podrán tener coche.
El que sí lo tiene ya es Abdel. En su cuerpo no cabe una pizca más de orgullo. Lo enseña con una sonrisa de oreja a oreja. Va con él al trabajo. Desde hace un año es jardinero de un campo de golf. Mientras que no consiga una vivienda, una de las problemáticas nuevas con las que se ha topado la fundación, se alojará en ‘La Petite’. Solo le queda ese paso para cumplir el proceso.
Esperanza en Acción le ayudó a encontrar el trabajo, aunque no es de lo que más agradecido se siente. «Más que de la ayuda económica o con el papeleo, lo que más agradezco es tener alguien que me escuchase».
«Mi madre me dice siempre que tengo que estudiar español», comenta Bathie. Cinco voluntarios se alternan para asistir a ‘La Petite’ a darles clase de español durante una hora y media. «Lo que más me cuesta son los verbos. Hay muchos. Además, el presente, pasado, futuro...». Las paredes de su salón están repletas de pósteres con conjugaciones.
Antes que ellos pasaron otros chicos. Fouad cumplió todo el proceso. Consiguió el permiso de residencia y ahora, trabaja en una finca de caballos, pero no pierde el contacto con Omar, Abdel y los demás. «De vez en cuando me paso a saludar a los chicos y estoy un rato con ellos». Él también coincide en que ‘La Petite’ es su familia aquí en España.