Jean Maggi demuestra en El Puerto que la discapacidad no es un límite

El deportista y empresario argentino sigue sumando retos para visibilizar y «poner en la agenda de los medios» a las personas con discapacidad y su realidad

Jean Maggi es un soñador empeñado en hacer realidad sus metas imposibles, un «desafiador de límites». Este hombre ha escalado el Himalaya en una bici adaptada, ha atravesado los Andes y ha pisado los hielos eternos de la Antártida, hazañas increíbles que se vuelven aún más grandiosas cuando las relata en primera persona este aventurero cordobés –que no español porque nació allende del océano Atlántico– que evidencia que los límites están en nuestras mentes. Así lo ha demostrado en El Puerto, en la visita que ha realizado al Centro de Excelencia Profesional El Madrugador donde compartió con el público asistente sus vivencias recogidas en ‘El límite infinito’, un documental de Netflix basado en su experiencia que viene a demostrar que la discapacidad no debe frenar ni relegar a las personas a la inacción porque siempre existe una manera de alcanzar las metas. La producción audiovisual es obra de 100 Bares Producciones y tiene por lema ‘Lo difícil se hace y lo imposible se intenta’.

El deportista Jean Maggi (de blanco) en el centro El Madrugador en El Puerto

Maggi, que tuvo poliomielitis cuando era niño, siempre ha sido un luchador. La polio atacó su la médula espinal y sus músculos y nervios se vieron afectados. La polio, en sus manifestaciones más severas, puede provocar que una persona sea incapaz de mover las extremidades pero aunque Maggi tiene las piernas afectadas su voluntad de lucha y superación es inquebrantable. Considera que los límites están para superarlos porque «siempre hay un paso más, un aliento más, algo más que se puede hacer. Una nueva meta en el horizonte, un nuevo sueño a perseguir».

El deportista reflexionó en El Puerto sobre la accesibilidad universal y la superación personal poniendo como ejemplo su propia vida: «la discapacidad con herramientas no tiene límites».

Jean Maggi ha ido superando hitos para «dejar de mirarse a sí mismo como una víctima» y para valerse y moverse por sí mismo. Así ha superado, uno tras otro, diferentes desafíos cada vez más exigentes, hasta escalar el Himalaya.
La cima del mundo no ha sido su único desafío porque con 37 años logró superar un infarto fulminante que casi acaba con su vida. Sin embargo esta experiencia que lo puso al borde de la muerte no acabó con sus ansias de vivir . «Pisar suelo antártico es mucho más que pisar mi séptimo continente. Pisar suelo Antártico es darle vida a la discapacidad», escribía hace unos días en sus redes sociales después de conquistar esta nueva meta.

«Toda mi vida obviamente tuve el sueño de caminar y el día que me paré me di cuenta que había estado en pie toda mi vida», afirma, tras conseguir por primera vez incorporarse e iniciar una serie de proyectos que desembocaron en la creación de su Fundación.

Bicicletas adaptadas

La fundación Jean Maggi es una organización privada sin fines de lucro creada para contribuir y aportar ayuda a las personas con discapacidad a través del deporte. Fue fundada en 2016 en Córdoba (Argentina) por María Victoria Milano y el propio Jean. La organización facilita el acceso a bicicletas adaptadas y ofrece empleo a personas con discapacidad en una empresa que se encarga de la producción de los vehículos.

«Consideramos que el movimiento funciona como una excelente herramienta de inclusión donde la persona puede desarrollarse deportiva, personal y socialmente. Tantos los logros como los sacrificios son trasladables rápidamente a la vida diaria contribuyendo así al bienestar de las personas con discapacidad, a sus familias y a su entorno».

La fundación busca cambiar las realidades y está atenta a las necesidades que van surgiendo. Una de sus iniciativas recientes ha sido enviar un cargamento de tricicletas adaptadas a Ucrania para las víctimas de la guerra que han quedado con secuelas a raíz del conflicto bélico.

«Cuando liberamos a alguien que está prisionero en su cuerpo poniéndolo en movimiento con bicicletas, logramos despertar un potencial de soñar en grande y esto rápidamente se traslada a la vida diaria: nuestros súper adaptados van a trabajar, a estudiar o entrenar», asegura Maggi.

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