James Stuart, corazón valiente y solidario

El escocés cruzó a nado el Estrecho de Gibraltar para recaudar fondos para el tratamiento contra el cáncer para niños de la India rural

Personalidad inquieta y carácter aventurero. James Stuart no suele pasar desapercibido. Este escocés con las raíces bien arraigadas a Cádiz se crece ante los retos, máxime si van aparejados a fines solidarios.  Junto a Iñaki Guezuraga (Bilbao, 1970), Ricardo Arana (Bilbao, 1970) e Ignacio Soto (Sevilla, 1975), se propuso cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar, desde Tarifa a Marruecos, y así recaudar fondos para la Fundación Vicente Ferrer. El objetivo era unir Europa con África, pero el fin supremo consistía en conseguir financiación para el tratamiento contra el cáncer para niños y niñas de la India rural.

Stuart quiso unir su aventura a Brazadas Solidarias, que organiza numerosas pruebas deportivas a lo largo del año para recaudar fondos y así mejorar la vida de los habitantes de Annantapur y el estado de Andra Pradesh, en el país asiático. "Es una pena marcarnos estos retos y no convertirlos en actos solidarios. A través de nuestra página web y con el apoyo de empresas colaboradoras y buenos amigos ya llevamos 5.600 euros, y todavía no se ha cerrado", confiesa el británico.

Todo comenzó en 2020, pocas fechas antes de la pandemia. James iba a cumplir 60 años y un buen amigo le puso en un compromiso: cruzar el Estrecho de Gibraltar a nado. "Al principio pensé que era una locura, pero entendí que era la mejor forma de cambiar el estilo de vida y acercarme a uno más saludable, para ponerme en forma". Además, la propuesta tenía una trampa: "Yo jamás había nadado más de 200 metros seguidos. Y había que hacer 17.000".

"Ese día me metí en Los Caños e hice 3.000 metros. Acabé muy cansado pero pensé que con mucho entrenamiento, lo podría conseguir", recuerda. La voluntad la frenaba el covid, pero la pasión seguía latente. "Yo ya no podía, no quería parar. Empecé a nadar en la playa mientras me preparaba la técnica en el club de natación de Conil". Así logró hacer la primera gran locura: "Una travesía de Conil a Tarifa en 15 tramos".

Todo al final llega. África se veía en el horizonte, como bien refleja el título de su blog (Africa on the horizon). Este mes de agosto se produciría el gran salto. Sólo quedaba por esperar a que los vientos, las corrientes y las mareas permitieran marcar el paso, dar esa primera brazada. "Fueron días de tensión porque no sabes cuándo te llamarán para decirte: 'mañana vamos'. Nos ayudó mucho Rafa Carmona, el responsable de Brazadas Solidarias. Ha sido nadador profesional y sus consejos sobre la técnica, preparación y nutrición resultaron fundamentales".

El día, sábado 12 de agosto. "Estaba muy nervioso. Han sido cuatro años preparándome. Nunca hice más de 10.000 metros y esta vez serían al menos 15.000". En el agua advirtió de toda esa dureza y sufrimiento. "Durante la travesía empecé a sentir un dolor en el hombro, pero lo más duro es a nivel mental. Empecé a pensar en mi padre, en el objetivo solidario por el que estábamos nadando, en todas esas personas que hacen esta ruta al contrario para escapar de la pobreza y que ni siquiera saben nadar. Somos unos privilegiados porque podemos elegir. Al fondo se veía la costa marroquí, pero por las corrientes estuvimos nadando hasta 40 minutos sin avanzar. Llegué exhausto, raro, y hasta que no pasó un tiempo no me entró la euforia. Lo había conseguido".

Durante el trayecto, uno imagina múltiples peligros: las corrientes ("lo peor"), las medusas ("sólo me ha picado una en todo este tiempo") y hasta las orcas. "Unos animales que nunca atacan al hombre. De todas formas, estaba tan concentrado en la técnica que apenas me fijé. Sí recuerdo el agua cristalina, súper limpia, y una buena temperatura para nadar las 5 horas y 40 minutos que duró la travesía".

"El agua no es mi medio. Soy de tierra", dice, para justo al minuto adelantar otro reto que tiene en mente. "Estamos pensando algo más complicado: nadar el lago Ness en Escocia, uno de los más grandes de Europa. Son 36 kilómetros y lo tendremos que hacer por relevos. De noche, todo oscuro, con el monstruo... esto promete", sonríe. Y es que James Stuart, corazón valiente y solidario, es de los que piensa que lo imposible sólo es un poco más difícil.

Comentarios