Sanlúcar

«Hemos conseguido que los jóvenes se motiven y trabajen por su independencia»

La Escuela de Segunda Oportunidad de la Fundación Marcelino Champagnat ha atendido a casi 300 jóvenes en Sanlúcar el pasado año

Todos cometemos errores. Nadie es perfecto ni infalible porque todos nos equivocamos. Por eso existen las segundas oportunidades para rectificar, enderezar aquello que se torció y, desde la experiencia de los errores cometidos, tomar mejores decisiones. Esta es parte de la filosofía que impulsa la Escuela de Segunda Oportunidad 3.0., de la Fundación Marcelino Champagnat en Sanlúcar, una organización sin ánimo de lucro que canaliza y apoya los proyectos y obras socioeducativas que se desarrollan en Maristas Mediterránea.

«Aquí, en Sanlúcar, trabajamos el área de inserción sociolaboral», explica Iván Ramos, coordinador de la Fundación en la sede sanluqueña. La Escuela de Segunda Oportunidad es una iniciativa que está dirigida a jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y 30 años, que carecen de formación reglada, o bien han finalizado los estudios obligatorios y se encuentran en situación de desempleo. Igualmente, va dirigido a personas con problemas familiares o socialmente vulnerables, donde se incluyen alumnos con diversidad funcional. «Tratamos sobre todo con jóvenes que no tienen estudios o que tienen pocos recursos. Aquí se les enseña un oficio y se les dota de herramientas para que salgan del círculo vicioso de la pobreza», explica. En 2022 atendieron, de manera directa, a 263 personas y la cifra supera las 600 si contamos también las indirectas.

«Estamos muy contentos porque se nota un cambio en la personalidad de los alumnos. Cambia su motivación, recuperan las ganas de aprender y de formarse para su futuro. Por ejemplo, tenemos chicos que han empezado un curso y se han dado cuenta de la importancia que tiene terminar la ESO para trabajar y han decidido prepararse». Ramos confirma que los resultados de los cursos están siendo muy positivos y «tenemos un nivel de inserción laboral grande». En el curso de comercio, por ejemplo, de las 15 personas que se formaron en la Escuela, 12 siguieron trabajando después del periodo de prácticas. «Los mismos empresarios de Sanlúcar nos están pidiendo alumnos que se hayan formado con nosotros para incorporarlos a sus plantillas», asegura.

La Escuela de Segunda Oportunidad de Sanlúcar nació en 2020 y pese a la adversidad de la pandemia ha logrado arraigar. «Fue un poco caótico porque arrancamos el 1 de marzo y el 13 ya estábamos confinados en casa. Sin embargo, lo que podría ser un inconveniente lo convertimos en algo positivo porque nos sirvió para conocer el terreno y también para poder ofrecer a la gente que en esa época estaba encerrada cursos online. También aprovechamos para incentivar las clases para obtener el Título de Educación Secundaria Obligatoria online». No hubo tiempo perdido. Se adaptaron y cuando se fueron relajando las medidas sanitarias empezaron a ofrecer cursos presenciales. «A nosotros siempre nos ha financiado ‘la Caixa’ aunque también trabajamos con entidades locales como el Ayuntamiento de Sanlúcar, Andalucía Orienta y con Servicios Sociales. Hacemos un buen trabajo en red pero económicamente el soporte solo lo tenemos de ‘la Caixa’ y eso nos limita porque tenemos proyectos que nos gustaría potenciar». Cabe recordar que las Convocatorias de Proyectos Sociales de la Fundación ‘la Caixa’ han seleccionado 35 proyectos sociales (entre ello la Escuela de Segunda Oportunidad) en la provincia de Cádiz a los que se destinan 902.730 euros.

Ramos puntualiza que además de la formación, también gestionan ayudas como el ingreso mínimo vital y el cheque de Hacienda de 200 euros para familias vulnerables. «Estos trámites no los hace el Ayuntamiento ni la Seguridad Social y muchas familias no saben que pueden solicitarlo».

La Fundación realiza tres formaciones al año con ‘la Caixa’ dentro del proyecto Escuela de Segunda Oportunidad. Cada formación dura tres meses. Así, el primer mes se trabajan competencias personales y habilidades sociales, junto con temas laborales (hacer un cv, cómo acceder al SAE, cómo enfrentarse a una entrevista). El segundo bloque es de competencias específicas relacionadas con el curso. Por ejemplo, en el curso de peón de construcción vino un oficial de obra para dar la formación. El último mes son las prácticas no laborables que funcionan como puente para lograr la inserción laboral. En estas prácticas, los alumnos están asegurados para que tengan todas la garantías pero no cotizan a la Seguridad Social.

«Nosotros hacemos una búsqueda en empresas que necesitan personal y metemos a nuestros alumnos con un convenio de colaboración para que estén con ellos durante un mes. Esto les da la posibilidad de poder quedarse en la empresa trabajando. Está todo muy calculado para optimizar los recursos». Y es que el engranaje de inserción sociolaboral funciona como un reloj suizo. Ahora están en fase de prácticas los jóvenes que se han inscrito en el curso de peón de construcción para que cuando finalicen la formación coincida con el aumento de la demanda de este tipo de perfiles. El abril empieza el curso de cocina y termina en junio, una fecha estival idónea para los refuerzos de hostelería. La tercera de las formaciones se realiza en septiembre y es de comercio. Finaliza entre noviembre y diciembre y está pensada para que coincida con los refuerzos de la campaña de navidad y las rebajas.
«Lo estructuramos así tras hacer un estudio de mercado porque es lo más viable para que los chicos y chicas logren la inserción laboral que es el objetivo: lograr un empleo que les permita romper con el círculo de la pobreza y conseguir que los jóvenes se motiven y trabajen por su independencia», concluye.

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