“Con la Fundación Vicente Ferrer, en la India hay alegría y esperanza, atención y compromiso”
Antonio Vergara suma muchos años, décadas, inmerso en los movimientos sociales. Durante toda su vida ha querido implantar su idea de acción comunitaria en los entornos donde se ha motivo. Médico ya jubilado, con 40 años de profesión a sus espaldas, Hijo Predilecto de la ciudad de Cádiz, ha defendido y luchado por innumerables causas con el fin de contribuir a una sociedad mejor.
Su experiencia está fuera de toda duda. No obstante, este pasado mes de marzo vivía una experiencia única, la más impresionante como se encarga de recalcar. Padrino de uno de los niños de la Fundación Vicente Ferrer, la cual lleva más de medio siglo trabaja incansablemente y de manera altruista por llenar de futuro y dignidad a los habitantes de Annantapur (India), se marchó con su mujer a la sede de la organización para conocer a su ahijado y la labor de esta organización. «Y me he llevado una sorpresa enorme. Ha sido brutal».
Vergara ha podido encontrar en esta deprimida zona del Estado de Andhra Pradesh gran parte de esa actividad por la que siempre ha batallado, obra de la citada Fundación, en la India bajo el nombre de RDT (Rural Development Trust, Consorcio de desarrollo rural). "Trabajo muchísimo en la marea blanca y defendemos que la atención sanitaria no debe ser solo hospitalaria, sino también comunitaria. Cada barrio debe tener su organización, porque no todos los barrios tienen los mismo problemas", reflexiona.
"Ellos hacen mucho trabajo comunitario, de colaboración entre unos y otros. Hay un espíritu comunitario", predica.
"Y el nivel de los hospitales es alucinante. Se atienden a 2.500 personas diarias. Hay UCI prematuras, quirófanos, unidad de traumatología, y desde el punto de vista sanitario los logros son increíbles". Asegura que se queda sorprendido porque bien sabe de las dificultades que surgen, tanto económicas como humanas, para promover una buena sanidad. "Partiendo de la base que es una zona de enorme escasez, y que parten de unos niveles de abandono absolutos", insiste.
"Ahora, ver que van a un hospital, que se operan en un quirófano, que los partos se hacen de manera reglada, es un milagro", comenta Antonio Vergara. "Es un auténtico milagro, un milagro laico. Porque Vicente Ferrer era jesuita (fue expulsado por su 'desobediencia') pero en la comunidad no se respira la religión por ningún lado, más allá de la que profese cada cual a título particular.
Una experiencia inmersiva en La India
La Fundación ofrece una experiencia inmersiva y propia. Cualquier colaborador que lo desee puede viajar hacia esa zona de la imponente India, muy alejada de los circuitos turísticos. Allí encontrará techo durante unos días, alojamiento y comida, y se le informará del trabajo que hace la entidad. Sus numerosos y variados proyectos que van mucho más allá de la sanidad: educación, igualdad, integración. Hay cinco hospitales, y también muchísimos colegios donde se les ofrece a los niños esa oportunidad de decidir en un futuro, pues la pobreza se hereda y son milenios dedicándose al campo, la labranza y la agricultura sin ninguna alternativa. También existe un apoyo constante a la mujer en una sociedad heteropatriarcal, y se incluye a personas minusválidas que antes de la llegada de la Fundación parecían no tener derecho a la vida.
En definitiva, "allí no hay pobreza. Hay precariedad, escasez, pero no pobreza. Porque yo la asocio al hambre, la suciedad, la falta de higiene... En Annantapur no hay mucho dinero, pero no hay hambre. Tienen menos problemas de vivienda que nosotros mismos; poseen sus casas, sencillas, pero donde pueden vivir. Hay alegría y esperanza. Hay atención y compromiso".
Vergara recuerda que "apadriné a un niño hace siete años y ahora he apadrinado a otro. Este segundo es de Nepal, que es donde está actuando ahora la Fundación Vicente Ferrer". Hay un proyecto serio para replicar el trabajo realizado en la India en zonas similares, donde hay necesidad, implicación y generosidad.
En el caso de Antonio, por fin pudo conocer a "Jeswan, Jesús en indi. Es una familia campesina de hace 100 años en España. Hay precariedad, pero es gente noble, con expresión de agradecimiento y alegría. No ves tristeza", comenta emocionado. Era la parte emotiva de su aventura. "La Fundación ha conseguido ilusionar en el futuro. De ser una persona analfabeta, el hijo puede ser maestro, enfermera, y eso es un salto milagroso. La pobreza se heredaba y durante miles de años no han salido de ahí. La Fundación cuida muchísimo la educación, y así te puedes buscar mucho más la vida". Cuenta como "han implicado mucho a las mujeres, porque saben que los niños estudian si las madres están detrás".
En el caso de Jeswan, "el proyecto no termina con él, sólo empezó con él", que es la clave. Parte del dinero de ese apadrinamiento se emplea para abastecer a la comunidad y que no se produzcan desigualdades. Y una de las virtudes que más valora Antonio Vergara es "la independencia de la Fundación. La mayoría de la financiación es a través de socios, padrinas, que apoyan así a la organización". También, que lo recaudado no se pierde en alimentar grandes estructuras ni en inflar jugosos sueldos.
Con estos "niños de la fundación" han logrado una implicación muy personal. "Han evitado la emigración masiva a las grandes ciudades, donde está la pobreza más flagrante, como en cualquier país. En una gran ciudad necesitas dinero para comer; en Anantapur no había mendicidad, porque hay comida. La zona de control de la Fundación no hay miseria, hay ilusión".
De Vicente Ferrer destaca varios postulados, sobre todo esa crítica a los movimientos sociales. "No se puede teorizar tanto; hay que hacer. En él era muy importante la llamada a la acción. Vicente era la acción y Ana, su mujer, es el cerebro". Por ello se han trabajado para aportar viviendas, educación, para hacer pozos en una zona árida y carente de vida, para proporcionar salud. Y además, para dotar de recursos a los habitantes en un modelo de autogestión. "Dejan una estructura para que el pueblo se autogestione".
Como resumen, el gaditano Antonio Vergara asegura que "ha sido una experiencia que ha superado mis expectativas, y eran enormes. Creo en la organización. Con el dinero que recibe y lo que hace, es lo más grande que he visto en mi vida. No he conocido nada igual. El balance entre lo que reciben y lo que consiguen es incomparable a cualquier organización. Multiplican lo que reciben".
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