Afanas Cádiz se hace peregrina para caminar por la autonomía y el desarrollo personal

Casi una veintena de usuarios de la asociación gaditana culmina el camino portugués tras recorrer 101 kilómetros y superar innumerables desafíos

Hace escasos tres días se celebraba la festividad de Santiago Apóstol y Raúl, Ana y Juan no desaprovechan la oportunidad para rememorar las aventuras que han vivido en su reciente peregrinación a Santiago con Afanas Cádiz, una asociación para personas con discapacidad intelectual que dispone de servicio de atención temprana, colegio, centro ocupacional, unidades de estancia diurna y residencia de adultos.

Muchas son las motivaciones que empujan al peregrino para hacer el Camino: gusto por la cultura, inquietudes religiosas, búsqueda del crecimiento personal, amor por la naturaleza y el deporte o simplemente vivir una aventura. El Camino es un reflejo de la vida y para afrontarlo se requiere preparación y capacidad de sacrificio.

En el caso del grupo gaditano el objetivo era vivir la experiencia como un auténtico peregrino «apostando por valores como la convivencia y la solidaridad y, sobre todo, persiguiendo la normalización, la integración y la autonomía», avanzan la directora del centro ocupacional de día de Afanas Cádiz, Mariló Manzanero y la psicóloga Irene Díaz.

Reconocen que este proyecto llevaba mucho tiempo encima de la mesa, casi ocho años, pero finalmente se materializó cuando Pepe Gallart recuperó la propuesta y entusiasmó en la reunión del grupo de autogestores, que está formado por beneficiarios con una plaza en Afanas que gestionan aspectos como el ocio o las actividades que quieren hacer. «Ellos deciden y nosotros les prestamos el apoyo. Así hemos evolucionado de la atención más centrada en el servicio, a la atención centrada en la persona», aclara Díaz.

Llegó el momento de informar a las familias de los usuarios y también respaldaron el viaje sufragado con capital totalmente privado. Así que Mariló, Irene y Pepe ajustaron sus agendas para cuadrar las fechas, revisaron por enésima vez los itinerarios y las reservas. Contaban con el apoyo de la asociación DisCamino y los valiosos consejos de Javier. Además tenían el asesoramiento de la Oficina del Peregrino y de Xacobeo. Así que confirmaron los albergues y sopesaron las posibles dificultades. Son un grupo numeroso y diverso: una veintena de personas con edades comprendidas entre los 25 y los 55 años que no se había preparado físicamente para las caminatas... El desafío era considerable pero como no crece quien no sale de su zona de confort, se lanzaron. Monitores y usuarios prepararon sus mochilas y abrieron sus mentes para realizar el Camino Portugués por la costa, en cinco etapas y completando 101 kilómetros entre Vigo y Santiago y haciendo parada en Arcade, Pontevedra, Caldas de Reis y Padrón.

En un viaje como este «hay que tener control sobre un montón de cosas» pero también requiere de cintura para adaptarse e improvisar porque una cosa es la planificación sobre el papel... y otra el baño de realidad que supone movilizar a una veintena de personas tan diferentes.

Vivieron infinidad de anécdotas con momentos para recordar como «la maldición de la piedra del camino», el mercado medieval, el gaitero, el aprendizaje express de idiomas, la visita a las termas... Finalmente no hubo ampollas en los pies pero sí masajes, risas, desafíos, renuncias, fatigas, charlas y silencios y, sobre todo, gastronomía y comunidad.

«Se han ayudado entre sí, han compartido y se han esforzado. Han tenido que tomar decisiones y trabajar la paciencia y la empatía. «Alguno ha sido un poco chinche pero es normal porque todos tenemos nuestra personalidad. Ha sido un viaje de aprendizaje para todos y hemos sido una piña viviendo valores de superación y compañerismo», indica la directora que lanza una mirada cómplice. Por su parte, Irene Díaz, destaca que «siempre tratamos de motivarlos pero el grupo tenía mucha fuerza mental y nos sorprendieron con su evolución».

 

Los peregrinos gaditanos, –ya en posesión de su credencial y su Compostela–, lo confirman sonrientes y aseguran que ya están planeando un próximo viaje que los lleve hasta Francia o quizás Madrid. Ánimo y voluntad no les falta. Tan sólo necesitan apoyo y recursos económicos.

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