Paola Reyes, un ejemplo de solidaridad y compromiso en el Programa Mentor de Fundación Don Bosco en Jerez

En un mundo que a menudo parece acelerar sin pausa, historias como la de Paola Reyes nos recuerdan el valor humano y la fuerza transformadora del voluntariado. Paola, con solo 28 años, lleva años dedicando su tiempo y energía a ayudar a quienes más lo necesitan, y ahora forma parte del Programa Mentor de la Fundación Don Bosco en Jerez, acompañando a jóvenes como María, quien destaca la relación de confianza y apoyo que han construido.

Paola es Integradora y Educadora social de profesión, pero desde niña el voluntariado ha sido parte esencial de su vida. Comenzó su trayectoria en un centro juvenil Salesiano, donde descubrió el placer de enseñar y aprender al mismo tiempo, y continuó su labor en Cruz Roja y en una fundación de esclerosis múltiple. Su camino la llevó a Granada, donde amplió su experiencia, hasta que regresó a Jerez y se incorporó a la Fundación Don Bosco.

“Conocí a Mónica y a Delia, y fue Delia quien me propuso formar parte del programa de mentoría, que no conocía antes. Cuando conocí a María todo fue muy satisfactorio”, explica Paola.

María es una joven estudiante de Arte que atraviesa una situación personal complicada. Su pasión por la pintura y la cerámica brilla con luz propia, y Paola la acompaña en un vínculo cercano y constante, a través de mensajes por WhatsApp, quedadas para tomar un café, compartir ocio en la Feria o incluso crear carteles para ayudar a María a preparar su currículum.

Es un acompañamiento continuo —dice Paola—, ella solo tiene que decirme lo que necesita y busco soluciones. Nos ayudamos mutuamente.”

Este tipo de voluntariado, según Paola, es más recibir que dar. “Me siento realizada al ver que confían en mí, que se apoyan en mí. Aprendo muchísimo y aunque a veces los casos son difíciles, la experiencia siempre es enriquecedora. Animo a cualquiera a sumarse porque no se arrepentirá.”

María, por su parte, coincide en que la relación con Paola es muy especial. “Paola es muy linda, como mentora y amiga. Desde el principio conectamos muy bien. Me ayuda mucho, siempre está pendiente de cómo estoy, incluso cuando estoy ocupada trabajando o estudiando”, comenta la joven, que combina su trabajo en Benalup con sus estudios en Cádiz y su pasión por la cerámica.

Además, ambas comparten el cariño por los animales, y ya han pensado en hacer quedadas con sus perritos, fortaleciendo un vínculo que va más allá del apoyo académico o social.

Y es que este programa de Mentoría en Fundación Don Bosco no solo crea redes de ayuda, sino que también fomenta la solidaridad y la amistad.  Paola Reyes es un claro ejemplo de cómo la dedicación y el corazón pueden marcar la diferencia en la vida de jóvenes que buscan oportunidades para crecer y superar dificultades.

Proyecto de Mentoría Juvenil

La @funddonbosco en Jerez lleva a cabo el Proyecto de Mentoría Juvenil que une a mentores voluntarios con jóvenes que necesitan apoyo en su proceso de inserción sociolaboral y en el entorno comunitario.

Gracias al acompañamiento intensivo, el mentor se convierte en modelo, guía en su aprendizaje y motor que impulsa a alcanzar objetivos y sueños. Por su parte, el joven recibe el cariño, agradecimiento y esas experiencias de vida que ayudan a crecer en espíritu.

La realización de este Proyecto es posible gracias a la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad mediante la subvención del IRPF de la Junta de Andalucía.

La pedagogía de Don Bosco es única y eficaz y se basa en tres pilares: la Confianza, la Alianza y la Esperanza. La Fundación Don Bosco implementa programas de mentoría como parte de sus iniciativas sociales para apoyar a jóvenes en riesgo o situación de vulnerabilidad. Estos programas ofrecen acompañamiento personalizado y apoyo en diversas áreas como formación, empleo e inserción social.

La mentoría en Don Bosco es un enfoque integral que busca no solo brindar apoyo profesional, sino también fomentar el desarrollo personal, la autonomía y la integración social de los jóvenes.

Entre los aspectos clave de la mentoría están el establecimiento de relaciones de confianza y apoyo, donde los mentores comparten experiencias y conocimientos para ayudar a los jóvenes a desarrollar habilidades y competencias. Además, se fomenta la autonomía, la autoestima y el empoderamiento, preparando a los jóvenes para un futuro exitoso.

“Soy voluntaria por mi devoción a mi Virgen y mi Cristo”

Elsa Oneto suma 20 años como hermana del Nazareno de Santa María de Cádiz. Justo los mismos que tiene de vida. Recién nacida, su familia, muy vinculada al titular de este barrio gaditano (especialmente su abuelo Cabrera), la vinculó con la cofradía y desde entonces sus destinos se han ligado. El Greñúo y la Dolorosa le han acompañado en los más tiernos momentos de su infancia y juventud, y también en la enfermedad que durante demasiado tiempo le trajo dolor, lágrimas y le dejó en un suspiro de 34 kilos. Pero nunca le quitó la fe.

La joven no participa como voluntaria del Grupo Joven de la Hermandad porque padeciera un rabdomiosarcoma. Un cáncer que se desarrolla en los huesos. Pero merece contarlo para entender la devoción que la niña tiene hacia su Virgen y su Cristo, que son el motor para colaborar con este colectivo en todos los aspectos que necesite.

“Aquí no hay nadie que sea ni más ni menos”, agradece con orgullo. Sobre todo, porque es ferviente creyente de que los jóvenes tienen más respeto o más que los mayores. Elsa ayuda “a limpiar, a montar, a desmontar. A acompañar a los titulares en días como el Besamano de la Virgen, o en el Dulce Nombre de Jesús, en el Besapié del Cristo”, relata. “Lo que les vaya haciendo falta, lo que nos pidan”.

Además, recaudan dinero para las actividades, y hacen sudaderas, banderines o medallitas. “Las cofradías de Cádiz hacen una importante labor de caridad”, reconoce. “En Navidad se recoge comida, se recogen juguetes para los niños. Y los litros de leche también es algo que se suele recaudar mucho para los más necesitados”.

Lo hace “por la devoción que yo tengo a mis titulares, sobre todo a la Virgen. Yo la miro y digo: ‘es que me sale estar aquí porque estás tú'”, confirma. Y obviamente porque hay un buen ambiente con mis amigos, pero lo primero es porque está ella. Y te sale hacer, o lo que sea”.

Se ve toda la vida en la parroquia. “Veo a mi abuelo, que lleva aquí sus 80 años, veo a mis tíos, a mis primos pequeños y yo de mayor quiero ser como mi abuelo, que me cuenta a mí las cosas de sus tiempos“, confiesa con una sonrisa,

Hace unos años le diagnosticaron ese tumor y ya, por fin, hizo sonar la campana. Está limpia. “Yo sé que a mí me curó mi oncóloga, y mi Virgen y mi Cristo”, comenta con seguridad. “Cada dos o tres meses voy yendo a las resonancias, a las pruebas, para ver qué tal estoy”.

“Y estoy rezando cada vez que voy,  porque todo siga bien y siga limpio. Ha sido una experiencia de vida de la que aprendí mucho, desde luego”. Esos meses le hizo valorar todo “mucho más. Hasta poder ducharte sola o salir sola a la calle. Esto me ha aumentado la fe porque yo no me separé de ellos”.

Por eso recomienda a chicos y chicas de su generación que den el paso. “Yo creo que unirse al grupo joven de tu hermandad nunca va a traer nada negativo. Al revés, te va a traer amigos, te va a traer risas, te lo vas a pasar muy bien, y al final vas a estar rodeado de gente que tiene la misma pasión que tú y comparte lo mismo”.

“El futuro de estos niños está en la educación”

Ignacio Arévalo es voluntario de la Asociación Juniors de Cádiz, a través de su relación con la Fundación La Caixa. Gaditano de condición, durante muchos años partió por motivos académicos y laborales, si bien ha terminado regresando a su tierra, encontrando una realidad que le emociona, le apasiona y en parte le preocupa. O le ocupa, más bien. Porque Ignacio es de aquellas personas dispuestas a echar una mano donde le demanden, ya sea en el hospital para diseñar la planta de Oncología Infantil o en esta organización para ayudar con los estudios a niños y adolescentes.

Empleado de banca privada, su primer acercamiento con Juniors fue con motivo de un proyecto de la Fundación La Caixa con sus clientes: el árbol de los sueños. “Vine un día para la entrega de sus regalos y luego ya me capturó este trabajo”, recuerda. “Todas las semanas, todos los días, ayudamos a los niños y niñas que vienen para hacer sus tareas y vemos la evolución en el colegio. Pronto ves esas dificultades que tienen en casa, de que no disponen de mucho sitio para hacer la tarea. No tienen ese hábito de estudio, y por eso aquí intentamos apoyarles en este apartado”.

“En Juniors llevan muchos años de labor social. En estos dos años con ellos ya lo vas conociendo a todos y sí se nota ese trabajo, ese refuerzo”, reflexiona. “Van cogiendo sus hábitos y somos como sus segundos profesores. Se percibe cómo evolucionan. De hecho, hay algunos que ves que que tienen hasta un recorrido en sus notas y, cuando ellos son capaces de tener notas muy altas o de llegar a incluso a matricularse o acabar las carreras, pues es una satisfacción para todos. Para mí es un orgullo”.

Es padre de familia, con tres hijos, pero al llegar adquirió el compromiso de venir al menos un día a la semana “y se lo recomiendo a todo el mundo. Es importante que la Asociación Juniors pueda conocerse en todo Cádiz, y este voluntariado lo puede hacer directamente cualquier persona”.

Por supuesto, entre los estudiantes hay niños más aplicados que otros, y quienes tienen más dificultades. Diferencia entre dos grandes grupos: por un lado, los chicos y chicas de 9 a 11 años, “que se pueden manejar un poco más fácil. Con ellos, la labor de educación es mucho más sencilla a nivel de enseñanza”. Y luego, el grupo de adolescentes. “Se hace una ayuda no solo en  las clases, sino también apoyo en sus vidas, que son complicadas y me gusta darles siempre unos consejos. También hacemos un tutorización. Alrededor tienen muchas tentaciones y yo siempre intento hacer una educación global, como por ejemplo ahora combatir el tema de los móviles o las redes sociales”.

“Es necesario que los niños tengan esa conciencia de que deber tener una formación porque el futuro está en esa educación. Hay muchos niños que aquí no tienen esa cultura de salir de Cádiz, o no ven otras miras. Creo que es fundamental que vean que lo importante es formarse, que tengan una capacidad de estudiar de aprender para luego ser ellos capaces por sí mismos de tener una vida con más oportunidades”, entiende Ignacio

Cuenta con muchas motivaciones para ir cada lunes a Juniors Cádiz. “La principal es ver a estos niños. Y la necesidad que tienen de que se les ayude con sus tareas, y eso ves que hay esa necesidad. Esta asociación hace mucho por Cádiz y por este barrio y ya es un referente de muchos años”.

Reconoce que, como en todos los colectivos, hacen falta voluntarios. “Animo a todo el mundo a que venga, que se dé una oportunidad. Vemos el voluntariado como algo lejano, por eso recomiendo que lo practiquen porque  yo estoy convencido de que van a repetir”.

Únete a la Marcha Rosa de la Asociación Cáncer Bahía y ‘Mírate sin miedos’

 

  • Colabora adquiriendo uno de los 1.300 pequeños espejos de bolsillo de bambú

La Asociación Cáncer Bahía (Amucán), junto con el apoyo de la Diputación Provincial de Cádiz, celebra lo que han denominado como Octubre Rosa, para lo que junto a la Marcha Rosa que este sábado 6 tendrá lugar en el Parque de Los Toruños se va a poner en marcha la campaña ‘Mírate sin miedos’.

El cáncer de mama, aunque se supere, deja cicatrices, emocionales, por supuesto, y físicas y parte del proceso de derrotar al cáncer es aceptarlo, aprender a vivir con ellas y perder el miedo a mirarse al espejo, ha explicado la presidenta de la asociación, Yolanda Beláustegui, que ha indicado que la puesta en marcha de la campaña ‘Mírate sin miedos’, con pequeños espejos de bolsillo, anima a reflexionar y a aceptar esta realidad a mujeres y hombres que sufren la enfermedad.

Por su parte, la diputada de Servicios Sociales, Familias e Igualdad, Paula Conesa, ha destacado la labor que realiza la Asociación, y se ha mostrado feliz de colaborar un año más con esta entidad “en un mes muy importante”, según ha señalado la Diputación. Asimismo, ha subrayado su desempeño no sólo con las mujeres que sufren cáncer de mama, sino también con los hombres que lo padecen, aunque en menor porcentaje y quizás por ello con detección más tardía y peor pronóstico de la enfermedad. Conesa se ha mostrado convencida de que la iniciativa será un éxito.

Belén, Charo y María José, usuarias de Amucán

En total se venderán 1.300 unidades de pequeños espejos de bolsillo, hechos de bambú, que podrán adquirirse a un precio simbólico de tres euros en diferentes establecimientos de la Bahía de Cádiz.

Igualmente, ha augurado un éxito a la otra cita señalada en el calendario de este Octubre Rosa, la Marcha Rosa del día 6 en Los Toruños, que ya superó en 2023 su récord de participación y que desde Cáncer Bahía confían en que reedite la buena acogida. Una marcha para todos los públicos, no competitiva, que pretende, según Yolanda Beláustegui, “dar visibilidad” y además “recaudar fondos para la investigación”.

 

Presentación del octubre rosa contra el cáncer de mama
Presentación del octubre rosa contra el cáncer de mama

Sobre la Campaña ‘Mírate sin miedo’ ha explicado que se extenderá todo el mes de octubre, así como que los establecimientos en los que podrá adquirirse pueden consultarse en los perfiles de Facebook e Instagram de la Asociación

Con estos espejos se trata de hacer reflexionar sobre tres realidades, como son la necesidad de aceptarse a una misma, o uno mismo, en el transcurso y tras la enfermedad, la necesidad de trabajar en la prevención y la detección temprana, autoinspeccionarse a través del tacto y la vista con estos mismos espejos como aliados, y concienciar que la investigación es crucial para combatir esta extendida enfermedad.

Por ello, lo que se recaude de este Octubre Rosa tendrá como destino apoyar el trabajo científico sobre el cáncer de mama.

Por último, la presidenta de Cáncer Bahía ha señalado otro elemento muy útil para vencer a la enfermedad, como es la promoción del ejercicio físico, ya que hay estudios que revelan que la actividad física previene en un 50 por ciento el riesgo de recaída.

Charla en la cabaña de Amucán, en Valdelagrana, en El Puerto
Charla en la cabaña de Amucán, en Valdelagrana, en El Puerto

Julia Ruiz Belaustegui: “Lo que me motiva es poder ayudar a las personas”

La Asociación Nueva Bahía de El Puerto suma más de un cuarto de siglo apoyando a los vecinos más necesitados de la ciudad. Ubicada en el corazón del Barrio Alto portuense, en la calle de las Cruces, hace uso de esa cercanía para convertirse en un miembro más de la comunidad. Fundada por el sacerdote jesuita Guillermo Arremberg, ha logrado construir una red de seguridad para salvar a esas personas que necesitan una mano y se aferran a este ejército de colaboradores y voluntarios.

Entre ellos se encuentra Julia Ruiz Belaustegui, una joven portuense de 25 años que pese a su edad ya acumula muchas experiencias desde que en plena adolescencia (16-17 años) se embarcara en este tipo de proyectos. Fue como alumna del Centro Inglés, con quien se estableció un convenio de colaboración. No obstante, desde niña había sabido de la presencia de esta organización “y de su maravillosa labor, porque Paco siempre ha estado ahí”. Es su tío Francisco, que ejerce de cicerone en la visita a un edificio multifuncional donde se realizan talleres de costura, de informática y la recogida y entrega de ropa.

Julia presta sus manos y sus pies para lo que haga falta. Vive y trabaja en Irlanda. Pero aprovecha la visita a la familia para colaborar con Nueva Bahía. “Suelo venir en Navidad y en verano, así que en los meses de enero y en julio y agosto ejerzo como voluntaria”.

Normalmente se encarga del puesto en el Mercadillo de los martes, ahora ubicado en El Juncal. “Ayudo en la recogida de  pañales, mantas, en organización de eventos, entrega y recogida de juguetes para los niños. Apoyo para la división de la ropa que va para el mercadillo y la que va para el ropero”.

Y es que “son muchos voluntarios que nos dejan bolsas de ropa. El resto de ropa se queda aquí pero para el mercadillo va el 1% de la que recibimos, normalmente la que está en mejor estado”, comenta. Ese puesto salió adelante porque hay muchos vecinos que prefieren comprarse su propio vestuario y apoyar con una cantidad mínima, simbólica, “de uno o dos euros”. Incluso en ocasiones se produce un regateo pero a la ‘baja’, en la que los ‘vendedores’ reducen el coste a medida que negocian con el usuario.

Tienen una clientela fija. Vecinos que se pasan para conversar con ellos y echarles el cable. Unos por necesidad, otros lo hacen de manera solidaria. “Tenemos clientas ya que vienen y nos compran ropa y lo hacen para ayudar a la asociación”. Y es que ese dinero sirve para financiar los diversos proyectos que se realizan desde la entidad. Por ejemplo, el de corte y confección, en el que aprenden junto a una profesora y los vestidos se venden en una gala benéfica. O el de informática, con el apoyo de administraciones públicas.

Nueva Bahía trabaja “normalmente con personas vulnerables, La mayoría es de aquí del Barrio Alto, personas que que no tienen recursos y necesitan ayuda”. En gran medida familias numerosas con niños y se acercan a la organización para recogida de ropa, juguetes y demás enseres.

A nuestra voluntaria lo que más le gusta es mantener “el contacto con las personas, es maravilloso”. No sólo en el mercadillo, sino en los citados talleres y cuando necesitan cualquier tipo de ayuda. “Para la documentación, internet, formación. Lo que sea necesario y la formación para que puedan evolucionar”.

“Lo que más me motiva es ayudar a las personas y ver esa gratitud”, reconoce. “La felicidad que tú ves ayuda y motiva para ser voluntaria. “A raíz de esto he hecho otros voluntariados en otras ciudades, de entrega de comidas a personas que viven en la calle. Y seguro que en Irlanda encontraré otro voluntariado porque me gusta mucho ayudar a las personas”.

Termina lanzando un mensaje a todos los jóvenes que se piensan en dar este paso. “Todo el mundo debería tener al menos una experiencia en una asociación. Para ayudar a las personas y para ser conscientes de que somos unos privilegiados. Se necesita poner un poco de nuestra parte para que la sociedad siga evolucionando”.

Grupo In-Visible: la mirada más profunda del teatro

“Bueno, vamos viendo…”. “Pues yo eso no voy a poder”. Antonio no para de bromear y saca punta a cualquier circunstancia, a todo comentario. El humor es su bandera y la enarbola como desafío ante las acometidas de la vida. Una vida que observa de una manera especial, distinta, profunda. Este isleño de 31 años “que ya va para 32” sufre ceguera total desde su nacimiento, al margen de otra patología que le obliga a ser dependiente.

Lo asume. Forma parte de su ser, como lo es su pasión por el teatro. Desde pequeño cultiva este amor por las artes escénicas, tanto desde la interpretación como a través de la lectura (en braille). En épocas duras de su niñez se aferró al ‘burgués gentilhombre’ de Molière, ‘El sí de las niñas’ de Moratín o ‘El sueño de una noche de verano’… “¿Quién no se ríe con ello?”, se pregunta en voz alta alguien que no entiende la existencia sin la alegría.

Antonio Amor forma parte de la familia del grupo de teatro In-Visible de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles). El elenco está integrado por seis personas de diferentes grados de deficiencia visual y lo dirige Germán Corona, actor, promotor y docente además con una dilatada trayectoria sobre las tablas. En estos momentos perfilan los últimos detalles de su obra ‘3 locos, dos enamorados, una boda, un funeral… y Ramsés’, que ya han estrenado con una magnífica acogida.

“Una sucesión de sketches al estilo de ‘Aquí no hay quien viva'”, con bastante ritmo, desenfreno, situaciones hilarantes, desconcertantes, y mucho humor. “Es lo mejor de la vida. Si hay que llorar, que sea de risa. es la mejor medicina. Porque quien está triste y se ríe, poco a poco se le marcha la tristeza. Y el que viene contento y se ríe más, pues saldrá diez veces más alegre de lo que entró”, reflexiona Antonio.

Tradición teatral de la ONCE

Germán destaca que ya “hay una tradición teatral dentro de la ONCE, pues existen bienales donde grupos de todo el país se reúnen para presentar los teatros de las compañías. Es una apuesta de valor, de doble valía: por un lado permite que la gente con discapacidades visuales tenga acceso a la cultura, y por otro el nivel que exige es elevado, profesional dentro de que somos un grupo amateur. Teatro lo puede hacer cualquiera, pero intentar alcanzar ese nivel ya es mucho más difícil”.

Antonio recuerda sus inicios, sus motivaciones para querer dar el paso y asentarse sobre las tablas. “Me apunté de pequeño, con diez años. No es simplemente aprenderse el texto de una obra y representarla; tiene otras ventajas. Conoces a la gente, tú mismo te diviertes y te relacionas con otros, que para personas con cierta discapacidad no es tan sencillo”.

Distintas discapacidades visuales

“Es importante destacar que en nuestra familia teatral hay distintas discapacidades visuales”, apunta Germán Corona. “Desconocemos mucho lo que hay de fondo, forma parte de nuestra ignorancia. En esta experiencia he aprendido muchas cosas, y hay disfuncionalidades que no son únicamente la ceguera“.

“Con esas particularidades, el trabajo es más complejo. Porque el teatro está vinculado con el espacio. Ese binomio es un mundo si careces de la vista, y nos obliga a crear códigos distintos, nomenclaturas, de cómo hacerlo para intentar que parezca siempre teatro al máximo nivel”, relata. Explica la complejidad con la iluminación, pues cierto voltaje les puede dejar sin visión. “Eso, añadido a entradas, salidas, cambios de escena, permutas de mobiliario, dónde ubicarte en el espacio… eso lo hace muy, muy complicado”.

La raíz de la palabra teatro, originaria del griego, significa literalmente “lugar para ver, para mirar”. “Todo lo que hacemos es para ser percibido por todos los sentidos”, comenta el director. En el caso del grupo In-Visible, “nos vienen espectadores que no ven, sólo escuchan, y en la escucha debe haber mucha verdad. Las palabras que dice un actor deben reflejar una verdad, que quien las dice lo hace como si fuese el personaje”.

El encuentro con esa “veracidad” le da “mucho valor a la interpretación, aunque no lo podamos ver”. Cuenta con ello con auténticos apasionados que no dudan en ensayar, tres tardes por semana, en el edificio de la calle Acacias de la capital. “Me encanta representar, meterme en la piel de un personaje. De novio, de profesor… hasta de muerto. Tú mismo te diviertes haciéndolo”, completa Antonio.

Entre lo más complejo, alcanzar esa independencia en el escenario. “Y para eso necesitamos señales”, apunta Corona. “Intentamos que no exista dependencia. Yo le doy una indicación a Antonio y él sólo me pregunta cuántos pasos debe dar. No hay que llevarlo al sitio”. “Te tienen que ilustrar un poco”, reconoce el actor. “Tienes que dar tantos pasos, moverte en esta dirección…”

“Sin embargo, hay ciertas cosas de carácter gestual que se las tenemos que ilustrar y él tiene que tocarnos para percibirlo”, aporta el director. “U otras veces lo hacemos a través de la descripción. En su caso, no ha visto nunca nada, por lo tanto se convierte en una recreación. Y eso es fascinante, porque consigue darle veracidad a algo que no ha visto nunca. ¿Cómo puede hacerlo? A raíz de las señales. Ahí están nuestros códigos”.

¿Cómo interpreta un gesto alguien que nunca ha visto nada?

Se complica especialmente en la representación ante personas invidentes. “En el teatro, hay que aprenderse el guion, y si fallas, improvisar. No obstante, muchas veces en la comedia vale más la gestualidad que lo que digas, pero la gente que no puede verlo, también tiene que divertirse“. “Es lo más difícil, seguro. Pero el teatro es algo muy complejo y el fin es conseguir que tu personaje sea lo más real posible”.

¿Cómo logra esa recreación, alguien que nunca ha visto nada? “Para todo hay un truco, una respuesta a quienes te dicen que no es posible. Yo me enfado muchas veces, pero no sé el tipo de cara que pone la gente que se enfada. Nunca he visto a nadie ponerse nervioso, pero me imagino a mí mismo nervioso y así lo consigo. Tiro de mi experiencia personal”. Obviamente, el apoyo de todos es fundamental. “Si hay algo mal, me lo corrigen, y poco a poco vas sacando el personaje”.

Antonio es un magnífico referente, un espejo honesto y sincero de que las principales limitaciones se las pone uno mismo. Y quien piensa que un invidente no puede hacer teatro, se encuentra sumido en un profundo error. “Eso lo puede decir la gente que no se ha metido en el mundo de la discapacidad, y no sólo visual. Una persona con silla de ruedas, con discapacidad mental, o autismo… saben todo que se puede hacer. Siempre con alguna ayuda, por supuesto“.

Yo no podría hacer teatro sin este apoyo, sin que me dijeran cuántos pasos hay que dar o cómo hacer un gesto o un movimiento. Sí, sin ellos mi personaje sería gracioso; pero no porque yo lo quisiera, sino por la cantidad de meteduras de pata”, sonríe. Antonio Amor no pierde ni la sonrisa ni la esperanza. Mira al futuro con la certeza de que su vocabulario no alberga la palabra rendición. Y que en esta vida, con energía, con esfuerzo, y con humor, todo es posible. “Si se me presentara la ocasión de hacer teatro de forma profesional… no sé si soy buen actor, pero me tiraría de cabeza porque eso quiere decir que alguien se ha fijado en mí”.

“Nuestros alumnos nos demuestran que no hay barreras para ellos”

Lucía Jiménez y Nerea Ruiz, con 20 y 25 años, son jóvenes voluntarias en la asociación Equa de Cádiz capital. Esta organización sin ánimo de lucro trabaja en la intervención de personas con diversidad funcional con el firme objetivo de su incorporación e inclusión completa en la sociedad. Naturales de Vejer y Barbate, Lucía y Nerea estudian en el IES Columela de la capital y hacen las prácticas en esta entidad.

Llegaban a Equa casi por casualidad, como muchos chicos y chicas de su edad, y nada más entrar en este mundo han percibido hasta donde alcance el poder solidario de estps colectivos. Su primer paso ha sido colaborar impartiendo unos talleres, que forma parte de su aprendizaje dentro del grado superior de Integración social.

“En inserción sociolaboral hicimos talleres de autoconocimiento, autestima, cómo preparar un curriculum…”, apunta Lucía. “También la comunicación, todo lo que tiene que ver con la integración social”, reafirma Nerea, ofreciendo posibilidades a los usuarios, personas de diversidad funcional de cualquier tipo pero con las mismas ganas de aprender.

Nerea Ruiz asegura que “las veces que hemos venido nos han demostrado mucho agradecimiento, han participado y nos han preguntado, interesándose por el tema. Algunos conocimientos se les ha quedado”, están seguras. “Veníamos con la incertidumbre de cómo iban a reaccionar, y siempre ha sido de forma muy positiva. Ha sido una experiencia gratificante. Terminas y te dan las gracias, y piden que vuelvas”, confirma agradecida Lucía. “Totalmente, ellos nos demuestran que no hay barreras para ellos, que tienen  mucha curiosidad, nos piden que volvamos y nos entran más ganas de volver”.

Por su parte, de esta vivencia se llevarán un gran recuerdo y, “sobre todo me ha enriquecido la experiencia, porque al estudiar, aprendes, pero otra cosa es hacerlo en la práctica, de primera mano. Coges experiencia, agarras seguridad y formas vínculos con los usuarios de aquí

“Lo mejor es que ellos sean tan agradecidos. Con echar un rato y aprender estan muy contentos, y a nosotros nos sirve mucho tanto personal como profesionalmente, para intervenir con este o con otros colectivos”, destaca Lucía. Y Nerea ilustra como “cienen con una sonrisa y se van con otra. Tienen curiosidad por esas preguntas que nos hacen, que intentamos resolverlas. Lo más complejo fue que, ante nuestra falta de experiencia, esa primera toma de contacto. Pero una vez que avanzas en el taller, ellos te dan confianza”.

“El primer día fue de nervios, de incertidumbre ante lo desconocido”, recuerda Lucía. “No lo habíamos hecho nunca. Te ronda pregunta de cómo vas a encajar con los alumnos”. La benjamina del par sueña con “encontrar trabajo de integración social, pero me gustaría seguir formándome, estudiando y preparándome. Me gusta todo y no descarto nada”.

Para culminar, Nerea hace hincapié en el trabajo de estos colectivos. “Antes de entrar en el grado superior de Integración no conocía ni Equa ni otras asociaciones, pero cuando te metes en el mundo de lo social, empiezas a darte cuenta de la importancia que tienen en la sociedad. Es una labor invisible y detrás de ello, si observas y prestas atención, las asociaciones son totalmente necesarias y es de agradecer su labor. Además de la sensibilización y concienciación de toda la sociedad”.

“Tengo Parkinson cognitivo, no de temblar sino de perder poquito a poco la memoria”

Desde el año 2003, la Asociación Parkinson Cádiz se dedica a mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedad de Parkinson y de sus familiares.

“Tenía una depresión muy gorda por motivos laborales. No podía más y me tuve que ir del trabajo porque no aguantaba”, rememora Felipe Fernández, un gaditano de 61 años, vecino de La Laguna, que ha sido diagnosticado de Parkinson hace cuatro años. Es el usuario más joven diagnosticado de la asociación gaditana.

“Si un día no acudo al centro es como si me dieran una patada en la boca”, explica contundente. El gaditano se deshace en halagos para todos los trabajadores de la asociación: “Tenemos un cuadro de cuidadores que no lo tiene nadie en Cádiz porque son magníficos”.

No es para menos, Felipe llegó al centro de la mano de su esposa Chari que lo ha acompañado desde el principio en esta travesía. “Dejó su trabajo para cuidarme y siempre está ahí para apoyarme. Es un pilar importante en mi vida y ella fue la que me sugirió venir a la asociación Parkinson Cádiz que tiene su sede muy cerquita de nuestra casa y del estadio”.

Cuenta el gaditano que fue el médico de cabecera el que le derivó al neurólogo que mandó hacer un SPECT craneal, una técnica que permite obtener imágenes sobre el funcionamiento de diferentes regiones del cerebro.  “Ahí salió que tenía Parkinson cognitivo, o sea, Parkinson no de temblar sino de perder poquito a poco la memoria. Entonces enseguida estuvimos buscando un sitio para poder manejar bien la memoria y poder trabajarla”.

En el centro gaditano realizan actividades cognitivas, ejercitan los músculos de la cara, la lengua, boca por se produce algún problema de atragantamiento y reciben clases de gimnasia, algo imprescindible para su recuperación.

Además también informan, orientan y asesoran sobre la enfermedad. Tienen  atención psicosocial individual y familiar; terapias de rehabilitación (fisioterapia, logopedia, estimulación cognitiva,…), actividades de sensibilización y divulgación, promoción del voluntariado y participación ciudadana.

Día Mundial del Parkinson

El 11 de abril se celebra el Día Mundial del Parkinson, para concienciar a la población acerca de esta enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en el mundo.

La enfermedad de Parkinson se asocia a una disfunción en las mitocondrias, los orgánulos encargados, entre otras cosas, de suministrar energía a las células. Algunos estudios han demostrado que en el líquido cefalorraquídeo de pacientes de Parkinson se observa que el ADN mitocondrial presenta defectos, lo que sería un indicador de ese funcionamiento defectuoso. Sin embargo, lo que está sin esclarecer es si ese malfuncionamiento mitocondrial es una consecuencia de la enfermedad de Parkinson o es previo, y es una de las causas de la enfermedad.

Depresión y enfermedad neurológica

La depresión aumenta la carga de la enfermedad neurológica al limitar la respuesta al tratamiento, aumentar la discapacidad, reducir la calidad de vida y elevar las tasas de mortalidad, tal y como se pone de manifiesto en el reciente artículo publicado en ‘Brain Sciences’.

Entre un 30-50 por ciento de las personas que padecen una enfermedad neurológica también padecen depresión y la depresión en el contexto de las enfermedades neurológicas suele estar infravalorada e infratratada y presenta retos en su diagnóstico debido a la heterogeneidad de los síntomas y a su posible confusión con otras enfermedades, afirma la revisión.

“La depresión está infradiagnosticada porque muchos neurólogos aún se centran en el diagnóstico de la enfermedad neurológica y comprenden, muchas veces, la depresión solo como una dificultad de adaptación a la enfermedad neurológica. Falta, quizá, esa comprensión de que los síntomas de la depresión están causados por la misma disfunción de los circuitos cerebrales”, afirma el neurólogo en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y uno de los autores del citado artículo, el doctor Javier Pagonabarraga.

Los trastornos neurológicos y la depresión pueden compartir procesos fisiopatológicos y, además, en algunas enfermedades neurológicas, como la enfermedad de Alzheimer, la epilepsia y el accidente cerebrovascular, existe una relación bidireccional con la depresión, de modo que la depresión es un factor de riesgo para ciertos trastornos neurológicos y viceversa.

Si la depresión no se detecta ni se trata junto con el trastorno neurológico, puede provocar la persistencia de los síntomas y una mayor discapacidad. El tratamiento de la depresión en las enfermedades neurológicas requiere de un enfoque que contemple tanto los aspectos neurológicos como los psiquiátricos y psicológicos, lo que pasa por estrategias integradoras con intervenciones farmacológicas y no farmacológicas. Los neurólogos deben reconocer los síntomas, realizar un diagnóstico e iniciar la terapia de forma precoz, según pone de manifiesto este artículo.

La prevalencia de depresión en pacientes con deterioro cognitivo leve es de aproximadamente el 25 por ciento en muestras comunitarias y del 40 por ciento en muestras clínicas. Entre los adultos mayores con demencia por todas las causas, la prevalencia del trastorno depresivo mayor es del 14,8 por ciento en pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA) y más elevado (24,7%) en pacientes con demencia vascular.

La progresión del Alzheimer está asociada con una apatía más severa y una depresión y ansiedad menos graves, pero los síntomas afectivos son prevalentes en todas las etapas de la demencia.

Por su parte, los síntomas neuropsiquiátricos en la enfermedad de Parkinson a menudo contribuyen más a la discapacidad, a peor calidad de vida y a mayor carga para los cuidadores que los síntomas motores, tal y como refleja la revisión publicada en ‘Brain Sciences’. Por tanto, el inicio temprano del tratamiento para los síntomas depresivos en el Parkinson es crucial.

La depresión es, además, el trastorno afectivo más frecuente tras un ictus y afecta significativamente a la rehabilitación posterior al ictus, la calidad de vida, la mortalidad y la discapacidad. La depresión post-ictus puede ocurrir en, aproximadamente, uno de cada tres personas con ictus y permanece estable hasta 10 años después del ictus. La evaluación precoz de la depresión en la fase aguda del ictus es crucial, ya que la presencia de síntomas de ictus puede dificultar el diagnóstico y conducir a un infradiagnóstico.

“Cada vez entendemos más la depresión no como un déficit de neurotransmisores sino como una disfunción en red, es decir, está el bucle límbico, que involucra el córtex prefrontal, regiones emocionales del sistema límbico, regiones asociadas al sistema límbico del lóbulo temporal y, por tanto, el gran reto es cómo conseguimos restablecer y conseguir que este bucle límbico fronto-subcortical vuelva a funcionar correctamente”, declara el doctor Pagonabarraga.

En su opinión, “la concepción de la depresión como una enfermedad en red abre la vía a muchos más mecanismos de acción y, por tanto, a muchas más dianas terapéuticas”. Por último, este especialista apunta también a la importancia de la psicoterapia en el tratamiento de la depresión, un abordaje que se debe reclamar, “ya que cuesta mucho poder realizar psicoterapia, especialmente desde la neurología, y sin ella, los pacientes no van a acabar de estar bien tratados”.

La fase REM del sueño y la prevención del Parkinson

 

Un estudio en el que participa la Clínica Universidad de Navarra busca marcadores que permitan reconocer qué pacientes con trastorno de conducta de sueño en fase REM tienen riesgo de padecer Parkinson o han empezado a desarrollar una enfermedad neurodegenerativa, una investigación que podría servir en el futuro para ofrecer opciones terapéuticas que frenen su progresión.

Los pacientes con trastornos de conducta en fase REM escenifican los sueños mediante gritos o movimientos violentos. “En esta etapa, el tronco cerebral bloquea el movimiento y evita que escenifiquemos nuestros sueños. Sin embargo, hay personas mayores de 50 años que no reciben esta señal porque han comenzado a desarrollar una enfermedad neurodegenerativa”, ha explicado la especialista de la Unidad de Sueño de la Clínica, Elena Urrestarazu.

“El 33 por ciento de estas personas padece Parkinson en 5 años y el 75 por ciento, en 10. Por eso, entendemos que, si padecen esta afección, posiblemente ya han empezado un proceso neurodegenerativo”, ha agregado Urrestarazu.

Actualmente, no existe un tratamiento que evite la neurodegeneración. Sin embargo, Urrestarazu afirma que “obtener esta información sería algo muy valioso para el futuro, porque permitiría saber cuándo es conveniente comenzar la medicación a partir de una simple prueba”.

 

“El voluntariado nos ha hecho ver una parte más de nuestra ciudad”

Mark Rueda y Alba Coello son dos jóvenes estudiantes del colegio Amor de Dios de Cádz capital que están viviendo una maravillosa y nutritiva esperiencia. A las puertas de la antigua Selectividad, a pocas fechas de dejar el instituto, participan como voluntarios en la Fundación Valvanuz de Cádiz.

Forma parte de la iniciativa gestada desde el propio centro educativo. En la asignatura de Religión, ambos tienen la posibilidad de afrontar parte de la realidad tanto de la vida como de su propia ciudad. Salir de las aulas y predicar con el ejemplo, desarrollar esa solidaridad que se enseña en clase y empezar a aplicarla, con un componente de cercanía que ilustra aún mejor su labor.

Después de un primer paso en otra asociación, en enero llamaron a la puerta de Valvanuz, en pleno centro de la localidad. Esta asociación es un pilar fundamental para familias y ciudadanos con pocos recursos, a quienes les cuesta llevarse un plato de comida a la boca o comprarse ropa en cualquier tienda por sus dificultades económicas. Como es habitual, Mila les esperaba en la entrada con una sonrisa. La solidaridad es tan bien recibida como entregada, y la juventud es un soplo de aire fresco para poder seguir desarrollando esta encomiable labor caritativa.

Mark y Alba van varios días a la semana, de seis a siete, al igual que otros compañeros, que se reparten las jornadas. “Nos encargamos de colocar las mesas, preparar el postre, y si necesitan otras cosas como el recuento de los alimentos,  pues también ayudamos”.

Un granito de arena que mejora la vida de sus vecinos, algo realmente satisfactorio. Lo mejor es poder ayudar a las personas de mi ciudad y ser útil a aquellos que más lo necesitan“, apunta Mark. “Yo no sabía la labor que se hacía en un comedor social, me ha sorprendido y me ha gustado bastante”, reconoce Alba.

Así pueden conocer de primera mano otra arista más de su tierra. “Esta experiencia está siendo interesante por la concienciación de las personas que hay en Cádiz que no tienen suficientes recursos como para alimentarse por sí mismas, he visto una realidad más de nuestra ciudad”, reconoce Mark. “Poder ayudar a personas siempre es algo que gratifica bastante”, completa Paula. A la que le gustaría darle continuidad a la iniciativa. “Si puedo compaginarlo con los estudios universitarios, no estaría mal seguir y aquí me gusta bastante”.

Mark entiende que “el voluntariado en la gente joven debería hacerse en más centros, aunque no sean católicos. Es una experiencia en la que da igual la religión, el colegio o la situación familiar. Debería verlo todo el mundo”. “Animaría a los jóvenes contándoles mi experiencia y haciéndoles ver que es algo que te llena, que puedes ayudar a gente que no puede”, destaca la chica.

Porque todo es querer. “Siempre se puede sacar tiempo. Nosotros en Segund0 de Bachillerato tenemos un curso bastante denso, pero se puede sacar un ratito”; “siempre se puede compaginar cualquier cosa que tienes interés en ello. Si te gusta algo, si es tu afición o tu hobby, puedes sacar algo de tiempo”. No hay excusa.

Paqui Guil, de AMMA Jerez: “El voluntariado permite vivir de una manera más llena”

Paqui Guil es una jerezana que ha vivido en carne propia el cáncer de mama. “En 2016 me detectaron la enfermedad y fue un aluvión de sentimientos“, explica esta mujer vitalista y llena de luz. Y es que cada año se diagnostican una 35.000 casos de cáncer de mama en España y 1 de cada 8 mujeres desarrollará un cáncer de mama a lo largo de su vida, según los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Paqui, voluntaria de la Asociación de Mujeres Mactetomizadas AMMA Jerez  “Necesitas hablar con personas que hayan vivido lo mismo que tú así que pensé que sería una buena idea participar en la asociación. Me vendría bien incluso para terminar de aceptar algo tan fuerte como es una amputación y toda la serie de cosas que vienen aparejadas y que van a cambiar tu vida totalmente”.

AMMA es una asociación sin ánimo de lucro que “trata de mejorar la vida de personas que han pasado por esta enfermedad y que muchas veces no sabemos cómo orientarnos”, apunta la jerezana. Muchas mujeres han encontrado en AMMA el medio para reivindicar sus intereses y conseguir mitigar las secuelas físicas y psicológicas que el cáncer ha producido en ellas.


“Como personas que hemos vivido un cáncer de mama te quedan secuelas y necesitas mejorar. Por ejemplo, hay unos ejercicios específicos,
que mejoran la movilidad para las mastectomizadas del brazo y practicar tiro con arco como hacemos en la asociación es muy beneficioso. También hacemos marchas nórdicas los miércoles en Chapín y un sin fin de actividades que mejoran nuestra movilidad y nuestra autoestima “, relata. Pero no es solo eso. Uno de los soportes más importantes de la asociación es la interacción y el intercambio de preocupaciones e inquietudes con otras personas que han vivido el cáncer de mama. La asociación funciona como una red, una familia que escucha y ayuda con todos los recursos que tiene a su disposición pero sobre todo con un capital humano sobresaliente. 

Conoce la historia de Paqui y de la asociación AMMA Jerez.

Contacto: ¿Dónde está la asociación?

Calle Medina 6, segunda planta. Jerez
Tf: 617 84 43 33
Correo: mujeres.mastectomizadas.jerez@gmail.com
Facebook https://www.facebook.com/mujere.mastectomizadas.jerez/

Asociación de Mujeres Masectomizadas de Jerez es una asociación de personas que han padecido o padecen cáncer de mama.

AMMA llevó al Parlamento, y consiguió, en Andalucía la garantía de plazos en la reconstrucción mamaria para toda esta región. Una vez conseguido, su objetivo es el seguimiento y asesoramiento en el cumplimiento de la ley de plazos mencionada y la lucha contra el cáncer, con campañas de difusión y recaudación de fondos a través de la realización de eventos.