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“Soy voluntaria por mi devoción a mi Virgen y mi Cristo”

Elsa Oneto Cabrera, voluntaria del Grupo Joven de la Hermandad del Nazareno

Elsa Oneto suma 20 años como hermana del Nazareno de Santa María de Cádiz. Justo los mismos que tiene de vida. Recién nacida, su familia, muy vinculada al titular de este barrio gaditano (especialmente su abuelo Cabrera), la vinculó con la cofradía y desde entonces sus destinos se han ligado. El Greñúo y la Dolorosa le han acompañado en los más tiernos momentos de su infancia y juventud, y también en la enfermedad que durante demasiado tiempo le trajo dolor, lágrimas y le dejó en un suspiro de 34 kilos. Pero nunca le quitó la fe.

La joven no participa como voluntaria del Grupo Joven de la Hermandad porque padeciera un rabdomiosarcoma. Un cáncer que se desarrolla en los huesos. Pero merece contarlo para entender la devoción que la niña tiene hacia su Virgen y su Cristo, que son el motor para colaborar con este colectivo en todos los aspectos que necesite.

"Aquí no hay nadie que sea ni más ni menos", agradece con orgullo. Sobre todo, porque es ferviente creyente de que los jóvenes tienen más respeto o más que los mayores. Elsa ayuda "a limpiar, a montar, a desmontar. A acompañar a los titulares en días como el Besamano de la Virgen, o en el Dulce Nombre de Jesús, en el Besapié del Cristo", relata. "Lo que les vaya haciendo falta, lo que nos pidan".

Además, recaudan dinero para las actividades, y hacen sudaderas, banderines o medallitas. "Las cofradías de Cádiz hacen una importante labor de caridad", reconoce. "En Navidad se recoge comida, se recogen juguetes para los niños. Y los litros de leche también es algo que se suele recaudar mucho para los más necesitados".

Lo hace "por la devoción que yo tengo a mis titulares, sobre todo a la Virgen. Yo la miro y digo: 'es que me sale estar aquí porque estás tú'", confirma. Y obviamente porque hay un buen ambiente con mis amigos, pero lo primero es porque está ella. Y te sale hacer, o lo que sea".

Se ve toda la vida en la parroquia. "Veo a mi abuelo, que lleva aquí sus 80 años, veo a mis tíos, a mis primos pequeños y yo de mayor quiero ser como mi abuelo, que me cuenta a mí las cosas de sus tiempos", confiesa con una sonrisa,

Hace unos años le diagnosticaron ese tumor y ya, por fin, hizo sonar la campana. Está limpia. "Yo sé que a mí me curó mi oncóloga, y mi Virgen y mi Cristo", comenta con seguridad. "Cada dos o tres meses voy yendo a las resonancias, a las pruebas, para ver qué tal estoy".

"Y estoy rezando cada vez que voy,  porque todo siga bien y siga limpio. Ha sido una experiencia de vida de la que aprendí mucho, desde luego". Esos meses le hizo valorar todo "mucho más. Hasta poder ducharte sola o salir sola a la calle. Esto me ha aumentado la fe porque yo no me separé de ellos".

Por eso recomienda a chicos y chicas de su generación que den el paso. "Yo creo que unirse al grupo joven de tu hermandad nunca va a traer nada negativo. Al revés, te va a traer amigos, te va a traer risas, te lo vas a pasar muy bien, y al final vas a estar rodeado de gente que tiene la misma pasión que tú y comparte lo mismo".

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