El incendio de Las Canteras en 2023 dejó una herida profunda en Puerto Real. Pero de esa misma herida nació una respuesta ciudadana llena de compromiso: la Asociación El Pulmón de la Bahía, un colectivo que surge del deseo de los vecinos por ayudar a la regeneración del parque y recuperar, poco a poco, el verde perdido.

Lo que empezó como una conversación en redes sociales acabó convirtiéndose en una comunidad real, sólida y activa. Cada jornada de trabajo atraía a nuevos participantes y eran los propios voluntarios quienes iban sumando manos, voces y corazones al proyecto. Hoy, El Pulmón de la Bahía reúne casi medio centenar de asociados, con personas de todas las edades unidas por un mismo propósito: cuidar el entorno que comparten.

Entre esas manos que sostienen el proyecto están Helena Marina Domínguez Delgado y José Antonio Sánchez Rodríguez, dos testimonios que encarnan la esencia más humana y solidaria de la asociación.

Helena, una joven de 19 años, apasionada del teatro y comprometida con el planeta, lanza una invitación tan sincera como poderosa:

“Somos El Pulmón de la Bahía… y cualquiera que se anime a apuntarse, a venirse con nosotros, bienvenido sea.”

Helena es de esas personas que contagian responsabilidad y esperanza. Mientras explica cómo se organizan para las limpiezas —los guantes, las pinzas, las bolsas según el tipo de residuo—, muestra la naturalidad con la que recoge una lata o un plástico del suelo.

“El mundo se está deteriorando muchísimo… necesitamos un mundo limpio”, dice, animando a jóvenes como ella a involucrarse.

A su lado está José Antonio Sánchez Rodríguez, secretario del colectivo, activista y pieza fundamental de su crecimiento, que ha involucrado incluso a su propia familia en el proyecto. Su voz recuerda por qué existe la asociación:

“Somos la primera asociación medioambiental de Puerto Real. Nacimos tras el dramático incendio de las canteras… además de reforestar, trabajamos en recogidas de basura, limpieza, concienciación y colaboración con colegios.”

José Antonio reivindica que esta labor no es solo plantar árboles, sino plantar conciencia, integrar a la juventud, devolver a la naturaleza parte de lo que le quitó el fuego.

Cada jornada de trabajo refleja el espíritu que sostiene la asociación: voluntarios que dedican su tiempo libre sin pedir nada a cambio; familias enteras colaborando juntas; jóvenes que aprenden la importancia del reciclaje; mayores que aportan experiencia y memoria. Todo ello convierte a El Pulmón de la Bahía en un ejemplo vivo de cómo un pueblo puede reconstruir su paisaje y, al mismo tiempo, fortalecer su tejido humano.

Este vídeo recoge solo un instante de ese esfuerzo colectivo. Un esfuerzo que demuestra que, cuando la ciudadanía se une, el bosque vuelve a crecer… y con él, también su gente.