«Casi dos meses después del terremoto aún hay personas durmiendo en tiendas»
La madrugada del 6 de febrero la tierra tembló en el sureste de Turquía y el norte de Siria. Un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter dejó un balance de más de 45.000 muertos y un panorama desolador con millones de personas que lo perdieron todo de la noche a la mañana.
Las cifras dejan entrever la magnitud de la tragedia. Cerca de 214.000 edificios colapsaron y quedaron reducidos a escombros o en peligro de derrumbarse. Solo en Turquía, once ciudades grandes quedaron destruidas casi por completo. Hatay, en la costa mediterránea, fue la provincia con mayor nivel de destrucción con 30.000 edificios derruidos o inservibles, seguida de Kahramanmaras, con 22.000 edificios derrumbados, según los datos del Ministerio de Urbanismo turco.
A este dramático panorama, se unió una gran tormenta de invierno que obstaculizó los esfuerzos de rescate ya que la nieve provocó una caída de las temperaturas y muchos heridos corrieron peligro de hipotermia. El presidente turco Erdoğan afirmó que «se trata de la mayor tragedia sufrida en el país desde el terremoto de Erzincan de 1939» y solicitó ayuda internacional.
El llamamiento activó al equipo START, un grupo de profesionales del Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta a Emergencias (START por sus siglas en inglés Spanish Technical Aid Response Team), que depende de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID). Entre ellos, el algecireño Juan Carlos Herrera, cirujano general del hospital Puerta del Mar de Cádiz; Manuela Prieto, médico preventivista, y María del Mar Moreno, coordinadora de cuidados, ambas del Área de Gestión Sanitaria Jerez, Costa Noroeste y Sierra de Cádiz; Francisca López, ginecóloga del Hospital Costa del Sol y Rafael Rivas, técnico de Farmacia en Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva que se desplazaron hasta Turquía durante dos semanas en el operativo de ayuda humanitaria que estuvo desplegado sobre el terreno un mes y medio.
«Las infraestructuras de Alejandreta quedaron bastante dañadas. Por ejemplo, el hospital principal quedó completamente destruido y tuvieron que acondicionar otros recintos como clínicas oftalmológicas para poder atender a los pacientes. Uno de cada cinco edificios estaba ruinoso o dañado y por eso muchas familias, por las noches, abandonaban sus casas y se iban a dormir a la calle en tiendas de campaña. Tenían miedo a las réplicas. Sin embargo, la devastación no es comparable a los daños en Antioquía», explica Juan Carlos Herrera.
«El hospital de campaña español se instaló en la explanada de un recinto de exposiciones en la ciudad de Alejandreta (İskenderun), en la provincia turca de Hatay», prosigue el gaditano que hace balance de la campaña humanitaria que ha logrado atender a más de 7.000 pacientes. «La mayoría han recibido atención primaria pero también se han realizado algunas cirugías mayores con ingreso hospitalarios, algunos partos y algunas cesáreas. En mi caso atendí sobre todo personas con secuelas del terremoto como heridas que requerían de curas diarias, pacientes diabéticos que se habían quedado sin acceso a la medicación y lesiones en mal estado».
Herrera destaca el gran ambiente y el compañerismo que se generó entre todo el contingente desplazado. «Todo el equipo era excepcional. Todos estaban volcados en ayudar: desde los intérpretes hasta los médicos, enfermeros, auxiliares, logistas, cocineros y pacientes. Forjamos lazos de amistad muy fuertes. Éramos una gran familia».
Límite 72 horas
El grupo START nació en 2016 y es un equipo mayoritariamente sanitario y preparado para actuar en menos de 72 horas en toda emergencia humanitaria en que la cooperación española decida intervenir. El equipo andaluz, compuesto en total por 54 profesionales, incluye, además de personal médico, de enfermería y sanitarios, pero también pueden solicitar la participación expertos en agua y saneamiento, logística, técnicos en electricidad y electrónica, entre otros profesionales.
El SAS promueve la cooperación al desarrollo, colaborando con entidades sin ánimo de lucro y facilitando la participación de su personal en proyectos de cooperación al desarrollo. Para canalizar la puesta en marcha de estos proyectos, el SAS cuenta con el Fondo de Cooperación al Desarrollo y Ayuda Humanitaria, un instrumento que desde 1999 está al servicio de los profesionales y entidades que desean dedicar tiempo, conocimientos y recursos a intentar paliar necesidades de salud en países que se encuentran en situación de emergencia o con importantes carencias sanitarias.