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JÓVENES SOLIDARIOS

Ana Murcia: ‘Vienes a Madre Coraje y estás trabajando, pero estás a gusto’

Comenzó su voluntariado hace menos de un año y participa sobre todo en las labores del huerto y de Educación para el Desarrollo

La historia de Ana en la ONG para el Desarrollo Madre Coraje se remonta a septiembre del año 2018. Tras volver de Reino Unido, esta voluntaria explica que «empecé ayudando a mi suegro en el huerto, en la parcelita que le tienen cedida y he estado en algún taller con adolescentes en el departamento de Educación para el Desarrollo acerca de voluntariado y los Objetivos de Desarrollo Sostenible».

En la sede central de la entidad en Guadalcacín, en Jerez de la Frontera, es donde se encuentra ubicado el huerto en el que Ana realiza parte de su voluntariado. En él se planta «lo que sea de temporada, lo más ecológico posible. Tienen un porcentaje que va destinado a comedores sociales y una pequeña parte para quien quiera llevarse alguien a su casa», añade.

De su labor en educación, la joven voluntaria comenta que «solemos ir a colegios y dependiendo del taller que sea. Por ejemplo, en el día de la paz dimos un taller dedicado a la paz. Se intenta que sea muy dinámico, divertido, ameno y que se queden con los conceptos que como solidaridad o qué es el voluntariado en sí».

La manera autogestionarse y la organización de la entidad es «otra de las cosas que me gustó de Madre Coraje. Es muy importante la forma en la que se gestiona. Es casi autosuficiente. Prácticamente es una planta de reciclaje y recicla hasta las placas de las radiografía, los tóner de impresora. Ellos se autogestionan con eso, principalmente con la ropa, con los jabones reciclan el aceite usado. Se autogestionan con este reciclaje hasta de electrodomésticos y al mismo tiempo que ayuda a otras personas, consigue autofinanciación para proyectos y ayuda humanitaria y está haciendo un bien para el Medio Ambiente», añade Murcia.

En cuanto a su labor como voluntaria, Ana siente que está haciendo las cosas bien al «Poder ser útil. En el ratito libre que tenga por ejemplo los viernes por la mañana, en vez de irme a desayunar me vengo aquí y me tiro dos o tres horitas con mi suegro o en el taller de jabones, donde también vienen personas con diversidad funcional. Y vienes y estás trabajando pero estás a gusto. El ambiente es muy distendido, muy amigable», concluye.

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