
La violencia se acomoda en Belfast
Un sector minoritario de los protestantes se siente marginado del proceso de paz y la vida democrática en Irlanda del Norte
LONDRES. Actualizado: GuardarUn fotógrafo de Irlanda del Norte recibió, la noche del martes, el impacto de una bala en la pierna derecha en la segunda jornada consecutiva de violentos disturbios sectarios en un barrio de Belfast. Niall Carson, de la agencia de noticias Press Association, seguía los enfrentamientos junto a un cordón policial cuando se escucharon varios tiros disparados desde Short Strand, un enclave católico rodeado de barriadas protestantes. La policía local acusó ayer a disidentes republicanos de efectuar los disparos.
Carson fue intervenido en el hospital Royal Victoria de la capital norirlandesa y su situación seguía anoche estable. La presencia de activistas escindidos del Ejército Republicano Irlandés (IRA) en el foco de las refriegas, en la zona residencial de Short Strand, amenaza con prolongar la violencia, que podría también extenderse a otras áreas de Ulster.
Reporteros gráficos aseguran que el potencial asesino disparó entre cinco y seis tiros desde el muro que separa este enclave de fuerte arraigo republicano y los barrios pobres protestantes de esta zona del este de Belfast. Los periodistas rara vez han figurado como objetivo de los radicales norirlandeses, por lo que el subjefe del Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI), Alistair Finlay, baraja la posibilidad de que los disparos fueran dirigidos en realidad contra sus propios agentes.
Viviendas atacadas
Finlay culpó de nuevo ayer a la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF) de encender la chispa que ha resucitado la violencia en Short Strand. Varios enmascarados, presuntos miembros de la brigada del este de Belfast de este grupo paramilitar lealista, atacaron viviendas católicas de la zona, lo que provocó una primera y grave trifulca entre jóvenes de ambos sectores de la dividida comunidad norirlandesa la noche del lunes. 24 horas después, los enfrentamientos continuaron, y sus protagonistas actuaron ajenos al hecho de que la policía hubiera reforzado su presencia en la zona con tanquetas y vehículos provistos de cañones de agua.
Las fuerzas de seguridad dispararon 66 balas de plástico, al tiempo que recibían lluvias de ladrillos, vidrios, piedras, cócteles molotov y fuegos artificiales lanzados desde ambos lados del muro físico que separa el enclave católico de los barrios protestantes. Entre los heridos registrados en lo que va de semana, tres recibieron impactos de balas y otras dos personas sufrieron quemaduras. De momento, la policía solo ha detenido a una joven de 20 años en posesión de un arma de fuego, aunque no se descartan más arrestos en los próximos días.
El ministro principal de Ulster, el unionista Peter Robinson, se prestó ayer a mediar con los paramilitares protestantes para calmar la creciente tensión y evitar nuevas represalias. Robinson ya intervino en las negociaciones con el UVF que condujeron al decomiso de las armas lealistas en 2009. Esta vez, el jefe del Gobierno autonómico intenta ofrecer respuesta a los agravios que denuncia un sector muy minoritario de la comunidad protestante que se siente marginado del proceso de paz y de la actividad democrática.
Zona conflictiva
Entre las primeras iniciativas, Robinson y el viceprimer ministro, el dirigente de Sinn Fein Martin McGuinness, encargaron ayer a un funcionario especializado que estudie la situación política y social en la conflictiva zona y aporte una serie de recomendaciones sobre cómo resolver los problemas que han desatado los peores disturbios que se registran en el este de Belfast desde hace una década.
A diferencia del IRA, que cuenta con Sinn Fein como interlocutor político en el Gobierno y el Parlamento de Belfast, el UVF no tiene representantes entre los escaños de Stormont y ha perdido apoyos en los ayuntamientos de Irlanda del Norte. Su afiliado político, el Partido Progresista Unionista (PUP), sufrió un duro golpe con la muerte de un líder carismático, el expreso lealista David Ervine, y la sucesiva dimisión de sus sucesores. El último, Brian Ervine, hermano del difunto exterrorista, renunció a la dirección del partido este mismo mes por la continua adherencia a la violencia del sector más duro del UVF.