Los convocantes informaron ayer a los ciudadanos mediante asambleas, carteles y panfletos sobre la convocatoria del paro. :: A. R.
Sierra

La Sierra afronta hoy una jornada de huelga marcada por la división entre los sindicatos

Alcaldes de IU, PA y PP encabezarán la manifestación que recorrerá las calles de Arcos a partir de las doce

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Acelgas, garbanzos, doble ración de fruta y tres barras de pan. El supermercado se llama igual que la patrona del pueblo: Santa María Magdalena, a espaldas del cuartel de la Guardia Civil, en Puerto Serrano. Rosario hacía ayer acopio de provisiones, como si la huelga general fuera a durar dos meses. «La gente mayor, ya se sabe...», explicaba Manuel Morales, peón de albañil, con sus nueve meses en dique seco. El coche del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) iniciaba a las siete de la tarde su décima ronda por la Plaza de Andalucía: «La situación del paro en la Sierra obliga...». Los altavoces, cascados después de dos semanas de tralla, repiten la misma cantinela, triste y mecánica, que anima a cerrar los comercios e insiste en las reivindicaciones de los convocantes: un PER especial para todos los desempleados, eliminación temporal del requisito de las 35 peonadas para poder cobrar el subsidio, permiso para buscar tagarninas sin temor al Seprona...

En el bar Frasquito de Espera también hay ambiente de movilización. Las calles del centro están empapeladas con el número '32.266', «las mismas razones que tenemos para salir a la calle», defiende José María Nieto, veterano del SOC en la Sierra. Son los demandantes de empleo, según el sindicato, que las están pasando canutas en la comarca: un 40% de la población activa, aunque el dato ha sido cuestionado por UGT y CC OO. Las centrales mayoritarias advirtieron hace unos días que «ni compartían, ni apoyaban» la protesta, y acusaron a los jornaleros del SAT y a los afines a la convocatoria de querer sacar rédito político de la crisis. «Un instrumento tan valioso e importante para el movimiento obrero como es una huelga general no puede ni debe utilizarse de manera irresponsable y, menos aún, ponerse al servicio de unos objetivos difusos y sectoriales», argumentaban en un comunicado conjunto.

Frente abierto

«Del peso de los intereses podemos sentarnos a hablar cuando ellos quieran», replica Pedro Ruiz, alcalde de Puerto Serrano. «Su servilismo ha llegado a tal punto que no han tenido escrúpulos a la hora de traicionar una causa tan urgente y necesaria como es la de socorrer a los que peor lo están pasando con esta crisis. Su falta de independencia da vergüenza ajena». Pedro Barrera, portavoz del SAT, justificaba los datos ofrecidos para avalar la medida: «Si hablamos de demandantes de empleo y no de desempleados, es porque en nuestras cifras están incluidos los parados de la rama general, los de la agraria y los autónomos que han tenido que cerrar; y si lo comparamos con la tasa de población activa, es porque es la única manera de que se entienda el verdadero drama cotidiano que se está viviendo en muchos pueblos».

Además de los ayuntamientos de IU, Ubrique y Algar (PA) han apoyado la huelga general, y el alcalde de Bornos, el popular Fernando García, confirmó ayer que respalda la medida. Todos estarán hoy en la manifestación que recorrerá las calles de Arcos a partir de las doce. «No se trata de una cuestión política», recalca Pedro Ruiz. «Ésta no es una huelga ni contra el PSOE ni contra nadie, es una huelga que pide medidas concretas para paliar una situación concreta». En esa relación de exigencias hay algunas que se ajustan a las viejas reivindicaciones del movimiento jornalero (ayudas a los cooperativistas, más planes de formación) y otras que parecen a todas luces inalcanzables, como una moratoria en el pago de las hipotecas o que las pensiones mínimas se equiparen al salario básico interprofesional.

«Están fuera de toda lógica», defiende Jesús Sevilla, administrativo de Arcos y firme detractor de la huelga. «Que la cosa está fatal, ya lo sabemos todos, y que hay mucha gente sufriendo, también. Pero es que resulta muy fácil pedir peras al olmo, ver la paja en el ojo ajeno, y no decir ni una sola palabra del saco sin fondo en el que se ha convertido el PER, de los cientos de aprovechados que están cobrando ayudas y trabajando sin seguro, de cómo un recurso social se ha convertido en una especie de derecho natural...».