Sierra de Cádiz

Conmoción en Prado del Rey por la trama de los futbolistas obligados a prostituirse

El gaditano responsable de los siete jóvenes liberados en Prado del Rey, Cádiz, intentó vender a la alcaldesa un proyecto futbolístico y la instalación de un Centro de Alto Rendimiento en la zona

El miércoles fue detenido junto a otras dos personas por formar parte, supuestamente, de una organización dedicada a la trata de seres humanos

El área de Servicios Sociales del Ayuntamiento detectó conductas sospechosas y puso en alerta a la Guardia Civil

Fran M. Galbarro

J., uno de los tres detenidos de la organización dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y prostitución lucrativa, llegó a Prado del Rey a finales de 2019 con una propuesta para la Corporación local: crear un Centro de Alto Rendimiento y aprovechar las instalaciones deportivas de este pueblo, de las más completas en la zona.

Las iniciativas emprendedoras valen su peso en oro en los pueblos de la Sierra, abocados a la despoblación desde hace décadas. Así que la alcaldesa, Vanesa Beltrán (PP), se reunió con él para conocer sus ideas. « Vendía un proyecto futbolístico y hablaba con otra persona, su jefe. Pero no terminaba de llenarme. No me daba confianza», reconoce la primera edil.

Beltrán sospechó pronto de este hombre, procedente de la Costa Noroeste, que había alquilado una vivienda a las afueras . Allí se alojaban varios jóvenes de origen latinoamericano que aprovechaban las instalaciones municipales para entrenar. Además, se desplazaban por la provincia de Cádiz y de Sevilla para jugar con otros equipos.

Los jóvenes, reclutados de países como Colombia o Argentina, llegaron a España asesorados por J., entrenador, y D., ojeador, quienes, supuestamente, le ayudaban a buscar un equipo profesional. La realidad presuntamente era otra: estaban obligados a prostituirse , según la nota de la Guardia Civil.

El grupo se mudó a una vivienda junto a la estación de autobuses de Prado del Rey, más cerca del centro y del campo de fútbol. María -nombre ficticio para no revelar su identidad-, vecina más próxima y hermana del casero, detectó conductas racistas , pero jamás imaginó que los chicos a los que llevaba comida con frecuencia estuviesen siendo prostituidos en otros pueblos de la provincia de Cádiz. «Decían, 'vamos a Rota', a entrenar. Llevaban las botas de fútbol y eran amables y educados», explica.

Los detenidos vivían en la segunda planta y aprovechaban la azotea para entrenar durante el confinamiento. La Voz

Pronto la delegación de Servicios Sociales del Consistorio intensificó la investigación en busca de indicios. Y cada vez encontraron más contradicciones en su discurso. «Desde el Ayuntamiento los llamaban constantemente. A lo mejor se concretaba una cita y no venían. O se le ofrecía un trabajo en el campo y les interesaba, pero tras volver a casa al día siguiente decían que no», detalla la alcaldesa.

El confinamiento dificultó aún más encontrar cualquier indicio. «Los jóvenes entrenaban en la azotea. Pasaban y se les veía la tristeza en la cara », comenta otro vecino, sorprendido, como todos. Muchos le conocían de verles entrenar. Uno de ellos llegó a trabajar temporalmente en un bar de la localidad.

Hace un mes y medio el Ayuntamiento puso el caso en conocimiento de la Guardia Civil, que abrió una investigación. El concejal de Deportes les llevaba la comida e intentaba que alguno de ellos se sincerara.

La Benemérita recabó información y el miércoles, en torno a las siete de la madrugada, llamó al telefonillo de María, que abrió la puerta del portal, se asomó por la ventana y encontró el dispositivo de la Operación Promises. Desde entonces no ha parado de pensar en ello.

Miembro de Cáritas, ha colaborado con la integración de los chicos en el pueblo. « Lo tuvimos delante y no lo vimos. No se me va a olvidar nunca la cara de ellos», lamenta, 24 horas después de la detención, entre lágrimas.

Según las pesquisas de la Guardia Civil, la organización enviaba a captores a diferentes países de Sudamérica para reclutar jóvenes en buena forma física , a lo que prometían un futuro de éxito cuando llegaran a España, con trabajos siempre relacionados con las profesiones que desempeñaban en sus países de origen.

Prostitución por distintas localidades de la provincia

Varias familias se habrían endeudado con prestamistas que cobraban unos intereses desorbitados para pagar el viaje y, una vez en España, la organización los recogía en el aeropuerto y los trasladaba hasta Prado del Rey. En el piso tenían retenida su documentación y les quitaban el dinero que llevaban consigo para controlarles en todo momento.

Al no encontrar contratos en equipos de fútbol, la alternativa que la organización les ofrecía era participar en un chat de contactos homosexuales que era gestionado y controlado por el líder de la organización. «Ni siquiera tenían esa inclinación sexual» , señala el portavoz. Les obligaron a trabajar incluso durante el confinamiento en distintas localidades de la provincia de Cádiz.

En cuanto cobraban les quitaban el dinero y les amenazaban con contarlo a sus familiares en Sudamérica, consolidando la posición de dominio y abuso de situación de superioridad. Los siete jóvenes liberados han recibido el estatus de víctimas de trata de seres humanos por las autoridades españolas y se han puesto a su disposición recursos de distintas administraciones en materia psicológica, sanitaria y social.

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