INVESTIGACIÓN

Los primeros asesinatos de la provincia de Cádiz

El equipo que estudia la necrópolis de San Fernando ha encontrado indicios de muertes violentas de hace 6.200 años

Tumba de hace más de 6.000 años donde se encontraron los restos con signos de violencia. L. V.

C. Cherbuy

Un estudio internacional coliderado por investigadores de la Universidad de Cádiz , la Universidad de Granada, la Universidad de Almería y la Universidad de Tübingen ha identificado un doble caso de muerte violenta en la tumba principal de la necrópolis de Campo de Hockey .

El yacimiento de Campo de Hockey fue excavado en el año 2008 por la empresa Figlina, s.l. con la dirección del profesor Eduardo Vijande Vila . Se trata de un poblado insular que fue habitado por una comunidad neolítica muy volcada con el medio marino.

En el poblado se pudo documentar una necrópolis de fosas de la que se excavaron un total de 59 tumbas que contenían 73 individuos . La mayor parte de las tumbas (49) eran de individuales aunque también se localizaron diez dobles y una cuádruple.

De todos los individuos analizados (73) solo dos presentaban heridas perimortem y, curiosamente, ambos fueron enterrados en la misma sepultura. La tumba consiste en una fosa circular de dos metros de diámetro que fue cubierta por un pequeño túmulo de 1 metro de altura formado por lajas de mediano y gran tamaño. «Lo más significativo es que estos dos individuos fueron enterrados en la tumba más monumental del yacimiento que también es la que presenta uno de los ajuares más destacados de toda la necrópolis, dentro de la modestia de los mismos. La presencia de elementos exóticos como ámbar o un hacha de silimanita (materias primas de lejana procedencia) nos indican la relevancia de los individuos inhumados en esa tumba», comenta el profesor Eduardo Vijande.

Imágenes de las tumbas descubiertas con cuerpos de hace 6.200 años. L. V.

La tumba fue reabierta

La tumba contenía dos individuos claramente diferenciados. «Dichos individuos fueron enterrados en momentos diferentes de la siguiente manera: Inicialmente enterraron al Indidivuo I en conexión anatómica. Pasado un tiempo la tumba se reabrió para enterrar al Individuo II y, para hacerle sitio, removieron los huesos del Individuo I (excepto los pies y parte inferior de las piernas) que permanecieron in situ y en conexión anatómica). Depositaron al Individuo II en conexión anatómica y los huesos que habían retirado del Individuo I los volcaron sobre el Individuo II», explica el profesor Eduardo Vijande.

El estudio antropológico ha sido llevado a cabo por miembros del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada (Lydia P. Sánchez-Barba, Miguel C. Botella, Inmaculada Alemán y Ángel Rubio). Los análisis macroscópicos y radiográficos de los cráneos permitieron documentar heridas en el lado derecho de ambos cráneos. Uno de los individuos presenta la fractura en el hueso frontal y el otro individuo en el hueso parietal. «El primer individuo que se depositó en la tumba fue un hombre adulto (de 25 a 35 años) cuyo cráneo presentaba una fractura frontal en la región supraglabellar. El impacto alcanzó la mesa interna y produjo una fractura radiante desde el punto de impacto. Dicha fractura tiene forma de V y presenta una depresión en su vértice, lo que puede indicar el punto de impacto. El segundo individuo en ser enterrado era un hombre adulto (de 40 a 50 años) que presentaba dos lesiones en el hueso parietal. Un primer impacto causó una fractura larga y afilada que se extiende perpendicular a la sutura sagital, un segundo golpe, más contundente que el anterior, causó una depresión de la mesa exterior y originó múltiples fracturas lineales radiantes que se extienden desde el punto de impacto», explica la investigadora Lydia P. Sánchez-Barba.

Signos de violencia en el cráneo. L. V.

En ambos casos, las lesiones son perimortem y pueden haber contribuido a la muerte de los individuos . «Las características de las fracturas de ambos individuos nos pueden indicar el tiempo durante el cual tuvieron lugar estas lesiones. En ambos individuos las fracturas no presentan signos de reacciones óseas sugestivas de curación, como así lo demuestran las imágenes radiográficas ya que las líneas de fractura no presentan crecimiento de hueso nuevo. Otra característica de las fracturas presentadas por ambos individuos es la depresión de la mesa exterior, que recuerda la deformación plástica característica de las fracturas sufridas por hueso fresco, además, el borde de las lesiones presenta un color uniforme. Todas estas características sugieren que estas lesiones fueron causadas perimortem, poco tiempo antes o después de la muerte de los individuos», explica la investigadora Lydia P. Sánchez-Barba .

Los individuos presentan signos de violencia interpersonal. «La etiología de las fracturas puede ser accidental (caídas) o intencional (es decir, como consecuencia de un episodio violento), aunque a menudo esto es difícil de determinar. La ubicación y el tipo de lesión pueden ayudar a determinar la causa de las fracturas. En este caso, los dos individuos examinados no presentan fracturas perimortem en el esqueleto postcraneal, lo que sugiere que las fracturas craneales no fueron producidas por una caída, ya que este hecho podría haber causado lesiones en otras partes del cuerpo. Las fracturas encontradas en la región frontal por encima de la línea del ala del sombrero, como es el caso de individuo I, son compatibles con las lesiones por violencia interpersonal; en el caso del Individuo II, las fracturas por depresión y la presencia de fracturas múltiples en el mismo cráneo también son más compatibles con episodios de violencia interpersonal. Aunque resulta imposible determinar las circunstancias exactas que rodearon las lesiones, el hecho de que los dos individuos fueron enterrados en la misma tumba hace que el caso resulte particularmente interesante», explica la investigadora Lydia P. Sánchez-Barba.

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