SAN FERNANDO

¿Qué fue de la piscifactoría en la que murieron 40.000 doradas?

La explotación acuícola, situada dentro de los terrenos de la antigua salina de La Leocadia, pretendía ser un centro de referencia que produjera unas 800 toneladas de pescado anualmente

Las instalaciones en La Leocadia se encuentran abandonadas desde 2017 JPB

José Pedro Botella

En 2008 irrumpía Cultivos Marinos Integrales SA, empresa que se convertía en propietaria de los más de 100.000 metros cuadrados de la antigua salina de La Leocadia . Un proyecto que contemplaba una segunda fase de ampliación, hasta aprovechar un total de 250.000 metros cuadrados integrando terrenos colindantes. En aquel momento, la intención de la empresa –de cara a los siguientes dos años– era alcanzar la cifra de producción de 700/800 toneladas anuales de pescado. En ese mismo año, incluso el Ayuntamiento diseñaba un complejo hotelero en las proximidades de La Leocadia con el fin de «realzar el valor turístico» de cara a cumplir con el 'Plan San Fernando 2010' (Bicentenario de Las Cortes de 1810). En la actualidad, la explotación acuícola está abandonada, su primer dueño pasó dos años en la cárcel y la piscifactoría es recordada por la muerte de 40.000 doradas durante el verano de 2017.

Inicios esperanzadores

En verano de 2008 comenzó la construcción de la piscifactoría. Durante ese tiempo, los propietarios contactan con Carlos Peci , quien se convertirá en el gerente de la explotación desde su inauguración hasta su desaparición en 2017. «Se trataba de un proyecto innovador y con muchísimo futuro. Me ofrecieron el cargo por mi experiencia previa en el engorde de doradas y lubinas y en el cultivo de alevines», comenta Peci. Debido a las complicaciones en el terreno, como consecuencia de las fuertes lluvias, las obras se retrasaron y la piscifactoría tarda en arrancar más de lo previsto, iniciando sus trabajos en abril de 2009. «La salina se encontraba abandonada y había que construir las naves, compuertas y movimientos de tierras», repasa el exgerente.

El entonces propietario ruso, Higor Bakuli , también estaba interesado en la supuesta construcción del complejo hotelero de la antigua Almadraba, que finalmente no se produjo. A finales de 2009 comienza el primer cultivo en la piscifactoría –doradas y lubinas– y, en septiembre de 2010, se producen unas 200 toneladas con unos resultados «excelentes en crecimiento, calidad y supervivencia», cuenta Carlos Peci. En 2011 alcanzan un acuerdo de colaboración con la UCA para probar el modelo piloto de un compostador de Subproductos Animales No Destinados al Consumo Humano (Sandach). En ese momento, la explotación acuícola comienza a traer alevines para preparar el segundo cultivo. En los inicios de este segundo cultivo, se producen los primeros problemas. Bakuli ingresa en prisión y el propietario corta cualquier inversión. «Empezamos a vivir exclusivamente de lo que vendemos de la explotación», recuerda Peci.

Concurso de acreedores y nuevo propietario

El cultivo de 2011 no se llegó a terminar, en 2012 se vendió «lo que se pudo» con el fin de sufragar gastos y se perdieron todos los puestos de trabajo, a excepción del de Peci, quien en ese tiempo ya no contaba con sueldo. En 2013, Bakuli sale de prisión y Cultivos Marinos Integrales SA genera una deuda de 800.000 euros con trabajadores y proveedores. Desde julio a noviembre de 2013, mientras se celebraban los juicios, los antiguos trabajadores se organizan en turnos para garantizar la vigilancia de las instalaciones, amenazadas por continuos intentos de robo. «Era una inversión de más de 2 millones de euros, no podíamos consentir que se perdiera», explica Peci. Para entonces, la empresa entra en concurso de acreedores, el tiempo avanza y no aparecen nuevas noticias. A finales de noviembre entra en escena Alexander Nazarov , nuevo propietario y también ruso como Bakuli, quien promete a Carlos Peci devolver el funcionamiento de la explotación en febrero de 2014.

El 10 de marzo de 2014 comienza la nueva andadura de la piscifactoría de La Leocadia, a mediados de abril llegan los nuevos alevines y se pagan todas las deudas pendientes. En julio de 2015, tras una visita del Consistorio a las instalaciones de La Leocadia, se informa sobre su producción en aquel momento: « más de 200 toneladas anuales de doradas» con vistas en ampliar su oferta con especies como «almejas, langostinos y ostiones». Además, se destaca que la empresa Cultivos Marinos Integrales SA trabajaba «para ampliar sus instalaciones y su producción a las 1.000 toneladas anuales de peces» para hacer estas instalaciones más competitivas.

Falta de pienso para los cultivos

Sin embargo, desde octubre de 2014, Carlos Peci reconoce la aparición de nuevos problemas derivados de la falta de inversión de este nuevo propietario, aunque el verdadero contacto entre la propiedad y la gerencia se establece mediante la figura del administrador búlgaro, Christo Valtchev Christov . La Leocadia se ve obligada a vender parte de la partida para pagar los gastos y obtener dinero para el pienso, necesario para seguir con el cultivo. Desde ese momento se corta la luz en la explotación, debido a los impagos. El propietario regresa en 2016 prometiendo que entregarán dinero y sugiriendo a los trabajadores que aceleren el proceso de explotación. Desde entonces, cuenta Peci, los trabajadores reclaman dinero para el alimento , éste nunca llegaría. Los empleados invierten su sueldo durante tres meses en la compra de camiones de pienso. Para obtener ingresos, se decide pescar a los ejemplares que llegaban al tamaño recomendable, aunque no alcanzaban el peso deseando, por lo que se venden «a un precio bajo».

40.000 doradas muertas

El administrador solicita a los trabajadores que sostengan la situación, prometiendo de nuevo la entrada de fondos. En febrero de 2017, ante la falta de pienso y de oxígeno , muchos de los peces comienzan a enfermar y a fallecer. Las 100.000 doradas de la explotación acuícola de La Leocadia se encontraban en peligro . En marzo de 2017, los propietarios se reúnen con la Consejería de Agricultura y Pesca, comprometiéndose a solucionar los impagos. Los trabajadores denuncian las deudas y, a su vez, comunican los problemas de salud de las doradas al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona). El Seprona, junto a técnicos de la Junta, certifican la muerte de 12.000 doradas a comienzos del verano de 2017. Se alcanza, según Carlos Peci, la cifra de «40.000 ejemplares muertos» debido a estas cirustancias.

El resto de doradas consiguen pescarse y venderse en septiembre. Los propietarios dejan a dos empleados, procedentes de Rusia, vigilando las instalaciones. Al concluir sus meses de visado, éstos desaparecen. Las instalaciones abandonadas comenzaron a ser desvalijadas, hasta que en el día de hoy «La Leocadia parece un desierto» , lamenta Peci.

Intentos por recuperar La Leocadia

«Todo el mundo sabe qué paso allí y la implicación de los trabajadores por tratar de salvar la explotación», defiende el exgerente. Para Carlos Peci, La Leocadia constituye «un tesoro oculto» , pero la situación de deterioro –por culpa del abandono– y el daño económico propiciado por la irrupción del coronavirus hace peligrar «lo poco que queda en pie», después de una inversión global que supera los 8 millones de euros. Las empresas privadas interesadas en las instalaciones tendrían que presentar un proyecto y que éste sea aprobado por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, además de abonar una deuda de más de 100.000 euros entre sueldos de trabajadores e impagos de suministros. En diciembre, la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, anunciaba el interés de diversas empresas en el «desarrollo de proyectos ambiciosos», para reactivar la construcción del complejo hotelero en La Leocadia y en la antigua Almadraba. Peci solicita al Consistorio «facilidades para los inversionistas», en un intento por recuperar el éxito que se tuvo –por breves momentos– en aquella piscifactoría de La Leocadia que ahora agoniza.

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