DEFENSA

La Armada se prepara ante un posible ataque terrorista

La Fuerza de Protección de Infantería de Marina lleva a cabo estos días un ejercicio en el que hace frente a amenazas simuladas

Momento de la detención simulada del sospechoso. ANTONIO VÁZQUEZ

VERÓNICA SÁNCHEZ

Un coche sospechoso se acerca al Arsenal de La Carraca, en San Fernando. Los militares que están en la puerta le dan el alto y, ante el comportamiento extraño del conductor, deciden registrar el vehículo. Un paquete aparece en el maletero . «¿Qué llevas ahí?», preguntan los efectivos de la Policía Naval al individuo, que comienza a ofrecer resistencia y al que se llevan detenido.

Podría ser un caso real, pero es parte de FPEX-18, el mayor ejercicio de seguridad del año , en cuanto a personal, medios y despliegue, que afronta la Fuerza de Protección de la Armada. Se desarrolla desde las 16.00 horas del martes 8 de mayo, hasta las 12.00 horas del jueves 10 de mayo en toda la geografía española y en Cádiz participa el Tercio del Sur, con base en San Fernando y en Rota .

Unos 500 efectivos que son parte de los 1.700 infantes de Marina que se enfrentan y tratan de resolver los diferentes incidentes simulados de seguridad programados por el Estado Mayor de la Fuerza de Protección desde su Cuartel General en Cartagena. Y es que, en este ejercicio, también participa el Tercio del Norte, en Ferrol, el Tercio de Levante, en Cartagena, la Agrupación de Madrid, en la capital y la Unidad de Seguridad de Canarias, en Las Palmas de Gran Canaria.

Un explosivo en el maletero

Se recrean circunstancias que se pueden dar en la realidad para comprobar la capacidad de reacción de la FUPRO (uno de los tres componentes de la Infantería de Marina, junto con el Tercio de Armada y la Fuerza de Guerra Especial), encargada de dar protección a las personas, bases e instalaciones de la Armada, además de contribuir a la seguridad marítima con sus equipos operativos especializados en operaciones de interdicción marítima y de protección de unidades navales.

En este caso, con todas las puertas y el maletero del coche abierto en la puerta del Arsenal de La Carraca, llega el turno de la unidad cinológica y de los desactivadores de explosivos , que han sido avisados por el personal de esta instalación militar de que podría haber un artefacto en el coche interceptado.

«Actuamos de la mejor forma para no perturbar al resto de personal», explica el sargento primero Raúl Nadal, responsable durante el ejercicio del equipo GEDEX de desactivación de explosivos, perteneciente a la Unidad de Buceo de Cádiz (UNBUDIZ). Por eso, cuando llegan a la zona del incidente, se ponen en contacto con el jefe del mismo, que lo organiza, para coordinar medios y actuar junto con la unidad cinológica.

Es este equipo de desactivación el que manda el siguiente paso: el guía, perfectamente equipado con el equipo de protección, se acerca al coche con el perro de detección de explosivos . Si se sienta, está claro, el resultado es positivo y está marcando el lugar donde se encuentra la bomba.

Pasa un primer perro, que se para en el maletero. Y deciden pasar un segundo perro de confirmación. Se sienta en el mismo lugar en el que se paró el primero. Hay un explosivo en el paquete del maletero.

Son los dos operadores del equipo de desactivación los que deciden lo que hacer. «Es un protocolo de seguridad parecido a nivel OTAN », explica el brigada Francisco Berbel, responsable de la unidad cinológica del Tercio del Sur.

Agua para desactivar la bomba

Ha llegado el turno de interrogar al sospechoso. Lo hace el primer operador y el terrorista lo admite, lleva en el coche un explosivo por radiocontrol . «En este tipo de incidentes toda información es valiosa, por eso se interroga al detenido y también a la gente que ha tenido algo que ver, como la persona que ha detectado el paquete, por ejemplo», explica el sargento primero Nadal.

Los Tedax (Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos) se equipan con la protección pesada. Han decidido desactivar el explosivo a través del método de extracción y eliminación por disrupción. Es decir, el operador se acerca con un inhibidor, para que no puedan activar el detonador desde fuera, lo saca del maletero y, a través de un cañón disruptor que lanza un potente chorro de agua , desactiva el artefacto.

Tras la explosión controlada, el operador vuelve a comprobar los restos, sobre todo el detonador y la fuente de alimentación, «para que la Guardia Civil lo investigue, porque es un acto delictivo de supuesta amenaza terrorista y es su competencia», explican.

Una vez solventado este problema surge otro, compañeros del posible terrorista se acercan de forma violenta para exigir su liberación, por lo que es necesario que actúen los antidisturbios para resolverlos.

El incidente ha terminado con éxito. Otros se han desarrollado o lo harán en la Estación Naval de Puntales, el Parque de Autos de San Fernando, en Chiclana o en el Tercio de Armada. «Distintos entre ellos pero casi todos incidentes terroristas , con desactivación de artefactos explosivos incluida», explican desde el Tercio del Sur. Una amenaza presente, para la que la Armada se prepara y no baja la guardia.

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