Iñigo Urkullu, durante su discurso en Ajuria Enea. / Efe
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Iñigo Urkullu, un hombre de partido

El vizcaíno culmina una vida dedicada al PNV consiguiendo lo que el mismo ha definido como "el más alto honor" al que puede aspirar un vasco

BILBAO Actualizado: Guardar
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Iñigo Urkullu Renteria (Alonsotegi, 1961) ha culminado toda una vida dedicada en cuerpo y alma al PNV con lo que él mismo ha definido como «el más alto honor» al que puede aspirar un vasco, ser lehendakari. Su victoria de esta noche el último eslabón de una cadena que comenzó a forjarse apenas unos meses antes de que el joven Urkullu, un «chico formal» de Alonsotegi, de familia nacionalista de toda la vida, hijo de un trabajador de la fábrica de aceros, cumpliese la mayoría de edad. Fue entonces, en 1977, cuando se afilió al partido, a cuyo 'aparato' ha permanecido siempre vinculado.

De hecho, su 'núcleo duro' sigue siendo el célebre grupo de los 'jobubis' –jóvenes burukides vizcaínos– que ha culminado su asalto a las estructuras de poder jeltzale, y en el que se integran Andoni Ortuzar, que suena como su posible sucesor al frente del EBB, Koldo Mediavilla, Joseba Aurrekoetxea, José Luis Bilbao o Iñigo Iturrate. «Les salieron los dientes montando txosnas en los 'alderdis'», ilustraba hace años un militante.

Y así fue: los amigos, las tardes con un pintxo y un refresco en el batzoki, las primeras novias –Urkullu ha celebrado este verano en Nueva York las bodas de plata con la que se convirtió en su mujer, Lucía Arieta-Araunabeña, y con sus tres hijos–. En definitiva, toda una forma de vivir siempre ligada al partido –aunque es profesor y llegó a ejercer la docencia en la ikastola Asti Leku de Portugalete y en el Félix Serrano de Bilbao–, al que sigue entregado con devoción: antes de las ocho de la mañana ya está en Sabin Etxea y no tiene horario para dar por concluida la jornada. El tiempo que le queda libre lo dedica al monte, la bicicleta, los libros o los paseos y, de hecho, recientemente se ha dedicado a ir cubriendo por etapas el camino de Santiago.

Metódico, serio, conocido por su carácter meticuloso y cerebral y por su autocontrol,esa entrega le ha llevado a ocupar, desde muy joven, diversos cargos internos en el partido, aunque, salvo por su etapa de director de Juventud y Deporte de la Diputación vizcaína, carece de experiencia en la gestión pública. Lideró la poderosa ejecutiva vizcaína del PNV y la amenaza de una dolorosa fractura interna le aupó en 2007 a la presidencia del EBB en sustitución de Josu Jon Imaz. Fue el 'mirlo blanco' que, aunque sin demasiado tirón, a nadie incomodaba en exceso. Poco a poco y, sobre todo tras ser designado candidato a lehendakari no sin levantar ampollas en el feudo guipuzcoano de Joseba Egibar, Urkullu ha ido despojándose de su imagen descafeinada, de tipo gris y hasta aburrido. No hay más que ver la campaña que le han diseñado sus asesores, centrada en dibujarle como un hombre afectuoso, cercano y, sobre todo, fiable, a pesar de su aparente frialdad.