TRIBUNA LIBRE

Tiene tela la cosa

Los niños de muchas regiones de España, siguen teniendo que volver a estudiar en barracones

Enrique P. García-Agulló Orduña

Ha empezado el curso y los escolares, los niños de muchas regiones de España, siguen teniendo que volver a estudiar en barracones, en módulos prefabricados y ubicados en solares donde deberían de alzarse buenos edificios en los que albergar la noble práctica de la educación a los niños españoles.

Según el mantra socialista y la supremacía de los independentistas, dos son las estrellas o las joyas de la corona de sus afanes de gobierno, la educación y la sanidad. Y, ¿qué pasa en esos territorios que han venido siendo gobernados tantos años por los socialistas? Que los hospitales prometidos no se abrieron, que las promesas del Presidente Chaves, me refiero al socialista sevillano D. Manuel, yo ya no sé cuántas campañas electorales hace, prometió solemnemente que si ellos obtenían el favor de los andaluces, el PSOE se encargaría de que todos los hospitales de la Comunidad iban a tener habitaciones individuales para sus pacientes. O que sus sucesores socialistas en el gobierno de la Junta prometieron una y otra vez que se iba a hacer un hospital nuevo en Cádiz en los terrenos de C.A.S.A. que ni se ha empezado, que se iba a abrir un hospital en La Janda, que lo ha tenido que poner en valor otro gobierno distinto o que el Centro de Salud de Los Gallos, después de tantos años terminado y siempre cerrado, ha necesitado que venga otro gobierno que no fuese socialista para ponerlo en servicio.

Pero, ¿y lo de la educación? Estadísticamente, si uno se pone a leer los currículos de los políticos socialistas verá cuánto profesor huido se aloja en sus filas y, aún así, siendo tan notoria esa suerte de boletín de enganche a la política que tradicionalmente ha obtenido el favor para llegar a ser dirigente socialista desde la encomiable situación de maestro de escuela para transformarse en miembro de gobiernos locales, provinciales, autonómicos y nacionales, difícil de entender es que durante todos estos decenios no hayan acometido con vigor una política de educación acorde a las necesidades de los tiempos y, claro, no queda más que llevarse las manos a la cabeza teniendo que tragar que, pese a ese altísimo porcentaje de líderes en todos los estadios de la red socialista provenientes del mundo de la educación, sigamos aún como los catalanes o como los valencianos, como en los “países catalanes”, vamos. ¿Y qué se ha conseguido con esto? Pues que, después de cuarenta años de gobierno socialista en Sevilla para la Autonomía, a fecha de hoy aún siguen más de doce mil escolares andaluces teniendo que acudir cada día a esos barracones prefabricados. ¿Cómo puede pasar todavía esto y tener los demás que soportar que se nos refriegue por la cara que ellos, los socialistas, son los que mejor se pueden ocupar de la educación?

Es muy difícil sacar una solución justa para esta perversa ecuación, cuarenta años de gobierno y aún tienen que ir a clase casi trece mil niños andaluces a clase en barracas, cual casetas de feria, vamos. Y es que lee uno la prensa o abre los informativos de radio o televisión y te zampas un año más que 20.000 niños catalanes vuelven de nuevo a empezar curso en una caseta prefabricada, o 15.000 mil niños valencianos, ídem de ídem, casi como otros tantos niños de Andalucía también.

Dicen los supremacistas catalanes que los andaluces somos inferiores a sus conciudadanos, que allí hay mejores hospitales y que la escuela catalana es un modelo de perfección. Y, bueno, iba a decir un exabrupto pero mejor me callo, que se lo digan a esos pobres escolares que volverán a iniciar el curso en casetas, en barracas, en contenedores adaptados, vamos.

En fin, como decía el torero, “ca un es ca un”. Los alumnos del supremacismo estudian en barracones aunque en catalán, claro, pero no saben quiénes son los Reyes Católicos y los pobrecitos se tienen que tragar que existió una Corona catalanoaragonesa. Por lo menos, nuestros escolares, aunque tengan que volver otra vez más a sus barracones, se formarán en una lengua que ya hablan casi seiscientos millones de personas por todo el planeta, que pronto será la segunda lengua hablada del mundo y ellos, sin embargo, tan bien atendidos, pobrecillos, se formarán desde sus barracones en una lengua que no estoy muy seguro, siendo generoso, de que la hablen más de cuatro millones de personas en el mundo.

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