F. JIMÉNEZ
PROVINCIA

«Me reventó el ojo y casi me mata pero al final ha conseguido mucho más que yo»

Juan Cadenas, el policía local de Puerto Serrano que sufrió el ataque de los Cachimbas, no logra entender cómo tras la agresión le han reducido más de la mitad su sueldo

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«Que no. Que no. Que esto no me puede estar pasando a mí. Es una broma. Pesada. Muy pesada...» Juan Cadenas calla y recapacita pero no sabe ni lo que siente ya. Se tambalea entre la rabia, la desesperación, la angustia, el insomnio… la tristeza. No es capaz de concretar ante un simple ¿cómo estás?. «Es todo junto», intenta explicarse como puede. Hace ya casi dos años de aquella maldita noche y todavía no comprende lo qué ha pasado. Como, después de que intentaran matarle, cortarle la yugular hasta rajarle el cielo de la boca y reventarle un ojo con un cristal, el que lo hizo, la supuesta mano ejecutora, esté recibiendo de parte de la administración más que él.

Pedro ‘El Cachimba’ cumple prisión preventiva desde que aquel 17 de enero de 2015 decidió asaltar la Jefatura de Puerto Serrano junto a sus hermanos, los «putos amos» del pueblo, y llevarse por delante la carrera y casi la vida de un agente.

Pero, tras aquello, pendiente de juicio penal, ha llegado «otra puñalada» para Juan. Más dolorosa, cuenta. El equipo de valoración de incapacidades del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) de Cádiz le ha otorgado al agresor la permanente absoluta con derecho del cien por cien de su base reguladora por una «deficiencia psiquiátrica». Al policía, que esa noche cumplía con su trabajo intentando impedir que los Venegas atropellaran a alguien, le han dado la total, lo que significa una pérdida de más de un 50% de su sueldo, unos 700 euros menos al mes, más la productividad que antes podía conseguir y que ahora, encerrado en su casa, obviamente no.

«Me siento apaleado»

«Pérdida del globo ocular definitiva y trastorno de estrés postraumático», se lee en el informe de Juan, quien mira una y otra vez el escrito que recibió hace meses. «Los tuvieron los dos sobre la mesa. Se firmaron el mismo día... es que no me lo creo», repite. «¡Es como si le premiaran a él. A alguien que me ha arruinado la vida por intentar hacer bien mi trabajo. Me siento apaleado, pero ya no por ellos, que en definitiva son delincuentes, sino por la administración, esa misma a la que yo sirvo y por la que me lo jugué todo». «¿Sabes qué pienso? Que el dolor que me provocaron a mí y a mi familia le ha hecho ganar dinero a estos animales y eso jamás lo podré entender. Ni puedo, ni quiero hacerlo, la verdad».

Los tres hermanos Cachimbas, el día de su detención
Los tres hermanos Cachimbas, el día de su detención - F. JIMÉNEZ

Desde entonces, su vida es otra. «Lo del ojo no lo llevo mal. No me gusta verme en fotos pero poco más. Lo que llevo peor es no poder volver a trabajar y sentirme agobiado cuando estoy rodeado de mucha gente o el no dormir porque escucho los golpes». En nueve años, Juan Cadenas había ido dos veces al campo de tiro, en 2009 y en 2012. No había entrenado más. Sin embargo, tuvo que hacer frente con su arma a una situación de extremo estrés y riesgo. Episodios que no tienen ni hora ni sitio programados.

Y a pesar de todo aquello, Juan se aferra al pensamiento del día que volverá a su trabajo. No teme a nadie. Ni amenazas ni venganzas. Quizá sí reconoce que siente algo de angustia por el juicio que tendrá en febrero contra sus presuntos verdugos. «No es que les tenga miedo. No es eso. Lo que de verdad me asusta es que la justicia me dé la espalda y ya, entonces sí, no pueda remontar».

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