REPORTAJE

Narcos del hachís se pasan a la marihuana en Cádiz

En solo tres meses el grupo de UDYCO de la Bahía de la Policía Nacional ha efectuado una veintena de incautaciones, «y va a más», cuentan. La rivalidad entre bandas que se dedican a la 'maría' también es ya un hecho: se han disparado los 'vuelcos'

Plantas de marihuana cortadas y esparcidas por el salón de un chalé donde se halló uno de estos cultivos. A. VÁZQUEZ

María Almagro

El mercado de la droga funciona de base, claro está, exactamente igual que cualquier otro negocio. Se rige por la ley de la oferta y la demanda . Se estructura en empresas donde hay uno que dirige y otros que obedecen. Se está pendiente de lo que funciona más y mejor. De lo que tiene más salida. Porque, al final, lo que manda, son los beneficios. Hay cálculos sobre las inversiones que hay que hacer para pagar los gastos (caros) y se hace el balance sobre si merece o no la pena. Y a algunos, parece que les sale a cuenta. Si no te pillan ganas millones. Dinero rápido y fácil. Y 'limpios'. Aquí no se pagan impuestos ni se da de alta a nadie por supuesto. Lo ilícito se esconde. Sin embargo, está ahí. Intentando siempre burlar la ley con nuevas fórmulas y estrategias para continuar aprovechándose de lo prohibido.

El tráfico de estupefacientes y los que se dedican a él van modificando también sus mecanismos, sus estrategias para esquivar a los que persiguen el delito. La presión policial sobre este tipo de redes ha ocasionado que los delincuentes vayan cambiando gradualmente también de maneras. Y justo eso es lo que está ocurriendo en uno de estos 'narconegocios' que operan en la provincia de Cádiz. El hachís y la cocaína siguen su rumbo. Son sobradas las investigaciones que hay al respecto. Pero en los últimos meses, en algunos puntos de la geografía gaditana más especialmente, se ha disparado el cultivo de la marihuana como ya ocurrió en Granada, una droga cuyo tráfico ilegal está menos penado que otros ya que se ha estipulado que el cannabis es menos dañino que otras sustancias. Aunque, como suele ocurrir en este negocio a menudo, todo tiene sus matices.

Y esta expansión de los invernaderos dedicados a la 'maría' es un hecho. No hay que esperar a cifras oficiales ni siquiera para comprobarlo. Solo hay que estar al tanto de los numerosos operativos que vienen desarrollando tanto Policía Nacional como Guardia Civil. Por ejemplo, en los últimos tres meses los grupos de Estupefacientes de la Comisaría de El Puerto, de San Fernando y la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de Cádiz de la Policía que peina varios municipios de la provincia, como la Bahía, la comarca jerezana y la costa noroeste, ha desmantelado una veintena de estas plantaciones. «Y va a más», nos dice uno de estos agentes que ha dedicado horas y horas a investigar, localizar y desmontar cada una de ellas. En Sanlúcar, en Jerez, El Puerto, Puerto Real, San Fernando... se han hallado numerosas instalaciones en naves, pero sobre todo en pisos y chalés particulares , donde crecían estas plantas de marihuana entre sofisticados sistemas para su mantenimiento. Como se recordará, tal y como publicó este periódico , la pasada semana, y en menos de 24 horas, daban con dos. Un macrocultivo con más de cuatro mil plantas que se camuflaba en una nave industrial de El Puerto. Y otra ‘indoor’ más pequeña, con medio millar de macetas, que crecían en el sótano de un chalé de Puerto Real. Pero hay muchas más y va en aumento como alertan. «Ha venido para quedarse», dicen.

La plantación en el interior de una nave desmantelada en El Puerto.

Este salto cualitativo comenzó ya el pasado año. Las plantaciones que antes se hacían en el exterior, como ocurría por ejemplo por la Sierra gaditana, ahora se han llevado a interior, ocultas y, por tanto, más difíciles de detectar. Se les conoce como 'indoor'. Pero lo más peligroso es que estas plantas están modificadas con más químicos, un cannabis con más THC (tetrahidrocannabinol), que las hace más dañinas para la salud, y también más adictivas y rápidas en su cultivo.

«Se ha duplicado el precio porque la calidad es mejor que la que se conseguía de exterior». Cada cosecha suele tardar unos dos meses y medio por lo que al año, se pueden sacar hasta cuatro. La calculadora comienza a multiplicar . El kilo de ‘maría’ –unas diez plantas aproximadamente– en España se vende a unos 1.600 euros, pero por Europa ese precio se dispara, llegan a pagar el doble, el triple y hasta diez veces más. Ya lo hemos dicho. Depende de la oferta, y de la demanda. Así por ejemplo, la plantación encontrada en la nave de El Puerto hubiera podido alcanzar un valor en el mercado negro de más de un millón de euros al año. Por Europa, mucho más.

Contratos para otros

¿Y cómo lo hacen? ¿cómo intentan esquivar la ley? Pues, según las investigaciones que se han venido realizando, el ‘modus operandi’ se repite en la mayoría de los casos. Utilizan viviendas que están a nombre de otros o bien las alquilan pagando una importante suma a sus propietarios. Buscan casas grandes, con zonas altas, sótanos, garajes... Rentas por el doble o el triple de lo que marca el mercado. El 'jefe' intenta no aparecer por ningún lado. Los contratos, si los hay, se hacen con intermediarios que, a pesar de tener un bajo poder adquisitivo o incluso estar en el paro, resulta que pueden pagar miles de euros al mes sin problemas. La mayoría de las veces se enganchan al suministro eléctrico de manera ilegal, un extremo peligro para los vecinos por cierto. Para no pagar, pero también para no ‘cantar’. Los consumos eléctricos de estas instalaciones que tienen todo tipo de aparatos para alimentar y cuidar de las plantas las 24 horas, son elevadísimos. Y además utilizan a otras personas, normalmente jóvenes con problemas económicos, para que hagan las funciones de guardeses.

En las naves la historia es similar. La diferencia es que intentan camuflarse como empresas normales. Los investigadores de la UDYCO lo saben bien. En estos últimos meses han visto como cientos de plantas de marihuana se escondían por ejemplo en un taller de chapa y pintura, en una zona de oficinas de una cementera e incluso dentro de cámaras frigoríficas. Todo vale mientras que el cannabis crezca y se pueda ir sacando una y otra vez sin ser visto.

Aunque tiene su coste. Montar uno de estos cultivos tampoco es barato . El equipo puede salir por unos 25.000 euros (siempre dependiendo de la extensión y de los aparatos que haga falta para su mantenimiento). Todas ellas cuentan con un sofisticado sistema de ventilación e iluminación para que las plantas den sus frutos lo antes posible: transformadores, focos de luz día de sodio, aire acondicionado, extractores y filtros de gran tamaño, además de un eficiente mecanismo de riego por goteo o inundación funcionando todo el día. «Quien lo monta, tiene que saber hacerlo». Y una de las claves más importante. Intentar que el fuerte y característico olor a marihuana no les delate. Para eso también buscan sus trucos.

Piscina con agua con fertilizantes que utilizaban para el riego 24 horas en una de las plantaciones intervenidas.

El perfil de quien se dedica a esto ha ido cambiando. Hay empresarios que con la crisis tiraron por este arriesgado camino para poder seguir manteniendo su elevado nivel de vida que antes habían conseguido por ejemplo con el ladrillo. O viejos conocidos del negocio. Históricos narcotraficantes dedicados a la introducción de hachís por vía marítima, que se han reconvertido en promotores de plantaciones de cannabis. «Penalmente está menos castigado y es menor arriesgado», nos repiten. Y además se ahorran tener que pagar a proveedores marroquíes, pilotos de narcolanchas, puntos... la cadena se reduce y son muchos menos para repartir los beneficios. Y, por supuesto, no tienen que estar cruzando el Estrecho ante la posible interceptación, incautación y detención de quien lo intenta.

También hay 'vuelcos'

Sin embargo, no hay que olvidar que, mientras no se regule, traficar con marihuana es un delito. Y en ese mundo donde hay en juego tantísimo dinero rápido, hay quien también quiere su trozo de pastel, y además, a coste cero. Las investigaciones policiales han destapado un incremento en la agresividad de las bandas que se dedican al negocio de la 'maría'.

Como ocurre con el hachís, en esta 'modalidad' de narcotráfico también se están produciendo 'vuelcos', los robos de la droga entre grupos criminales. Así ocurrió por ejemplo en una de las últimas plantaciones desmontadas. Se detectó después de que un vecino diera la voz de alarma a la Policía porque había visto a dos encapuchados entrar en un chalé de Puerto Real al grito de «¡guardia civil, guardia civil!». Cuando llegaron los agentes, estos individuos se dieron a la fuga pero dejaron atrás el botín. En el salón de la vivienda, por el suelo, se encontraron decenas de plantas que supuestamente ya habían cortado para llevárselas. No les dio tiempo esta vez.

Y en este camino entre las bajas condenas que en la mayoría de las veces se quedan en multas y poca prisión, si es que la reincidencia pesa ya mucho, y una regularización que se ha eternizado en debates y debates, se encuentran los agentes que tienen que seguir cumpliendo con su trabajo. «O empiezan a endurecer las penas o esto seguirá . Esta gente sabe perfectamente que por una plantación de marihuana no va para adentro».

Además, en este contexto, el legal, el logístico, la ocultación... las investigaciones que hay que hacer son largas y costosas. Con muchas trabas y retrasos, a menudo judiciales, para poder llegar hasta el fondo. Hasta esa persona que nunca aparece por ningún lado pero con el que es necesario dar si es que se quiere de verdad acabar con esto.

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