POLÉMICO VIDEOCLIP

El exhibicionismo que les puede costar caro a los narcos

La aparición de 'Isco el Castaña' en un videoclip a pesar de estar fugado es un ejemplo más del descaro que manejan algunos narcotraficantes y que, en algunos casos, les acaba delatando

A la izquieda, Tejón en el videoclip. A la derecha, Antón en su entrevista en televisión mientras estaba fugado.

M. ALMAGRO

La aparición de 'Isco' Tejón, alias 'El Castaña', en un videoclip de reguetón no deja de sorprender por la chulería que destila el hecho de que salga bailando, pavoneándose entre chicas semidesnudas, brindando con Moet Chandon relajado y sonriente, mientras que la Policía lo tiene como uno de sus objetivos prioritarios desde hace dos años al considerar que es uno de los principales narcos que operan en el Campo de Gibraltar.

La desvergüenza y el descaro es evidente. Falta saber los lugares de rodaje y la fecha exacta de la grabación del vídeo musical –ya están en ello–, pero sea antes o después de que se activara su busca y captura, 'el Castaña' ya estaba seguramente en el negocio del hachís. Sin embargo eso no le ha frenado para querer mostrarle al mundo sin ningún pudor su supuesta vida cómoda y opulosa, eso sí, muy al estilo de los gustos desfasados que se manejan en estos ambientes. Pero, este atrevido exhibicionismo le puede costar muy caro y llevarlo al mismo lugar donde está desde junio su hermano Antonio, la cárcel.

Algo parecido le ocurrió a otro de los narcos más célebres que se recuerdan en la provincia de Cádiz. A Antonio Vázquez Gutiérrez, 'Antón', le perdieron sus ganas de lucirse . Como cuando se paseaba con un cachorro de león por el Paseo Marítimo de Barbate o como cuando en 2004, una vez que se le puso en busca tras no cumplir una de tantas órdenes judiciales que acumuló, apareció en 'prime time' muerto de risa en la tele. Concedió una entrevista a un programa desde donde estaba escondido en Marruecos. Alardeó de su condición de fugado y se burló de una supuesta recompensa que se ofrecía para quien diera alguna pista de su paradero, 3.000 euros eran «muy poco» para alguien como él, dijo. A los meses se le detuvo y pasó diez años en prisión.

Además, hay otra cuestión que quizá es más importante para ellos. Que les duele más. Y es poder perder la confianza de quienes le suministran eso por lo que ganan tanto dinero, el hachís. Según los que saben del tema, los proveedores de droga, los de la otra orilla, no entienden de estos juegos. Les gusta que el negocio sea discreto, que no se ostente, que se levanten cuantas menos sospechas mejor porque, simplemente, con estas «chulerías» los ponen en peligro a ellos y a sus mercancías y por ahí no pasan.

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