Coronavirus

«Tengo 31 años y casi me muero por el Covid-19»

Miguel Ángel Vichi ingresó en la UCI del Hospital de El Puerto, donde sigue ingresado un mes después

Joven y sin patologías previas, estuvo a punto de perder la vida tras contagiarse por el Covid-19: «Si tarda un poco más en llegar se muere»

Fran M. Galbarro

Miguel Ángel Vichi tiene 31 años y ha pasado el último mes en el Hospital Santa María de El Puerto . El portuense ingresó directamente en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con una insuficiencia respiratoria muy grave, uno de los síntomas que le produjo haberse contagiado de coronavirus.

El joven, sin patologías previas, bordeó la muerte durante las casi dos semanas que estuvo intubado. Esta semana ha recibido a LA VOZ en la habitación desde la que se recupera para contar su historia y advertir de que el coronavirus «no tiene edad».

Todo empezó a finales de enero, cuando conducía el camión a Madrid para completar un transporte de mercancía. El transportista ya percibió los primeros síntomas en el viaje de ida, pero fue durante la vuelta a casa éstos cuando fueron más evidentes. Por ello, su jefe le pidió que se hiciese la prueba en una clínica privada que pagaría la empresa. El martes 26 de enero dio positivo y empezó la cuarentena. «No tenía una fiebre escandalosa y creía que mantendría unos días la calentura. Hablé con mi jefe de que me incorporaría a las dos semanas porque no esperaba ir a peor», explica este vecino de la barriada de La Palma.

Su estado empeoró esa misma tarde. Encamado, con hasta 40 de fiebre, llamó al médico, que le recomendó esperar unas horas para ver cómo evolucionaban los síntomas. Sin embargo, la asfixia era cada vez mayor y de madrugada llamó a la ambulancia: «Me recogieron y me llevaron al hospital, donde me hicieron una placa. No sé qué vieron en mis pulmones, pero me metieron directamente en la UCI para dormirme».

Miguel Ángel Vichi, junto a los sanitarios que le atendienden en el Hospital Santa María de El Puerto. Antonio Vázquez

Miguel Ángel recuerda con mucha angustia esos momentos, aunque, como hace de forma constante durante toda la narración, agradece la atención de los sanitarios para tranquilizarle. «No sé ni cómo me durmieron porque estaba en estado de shock. Recuerdo que pregunté a la enfermera si mañana ya estaría bien y me dijo que sí para tranquilizarme. No me volvía a despertar hasta los doce días», explica.

«Si tarda un poco más en llegar se muere» , resume Javier Elvira, el director de la UCI del Hospital de El Puerto. Miguel Ángel llegó al hospital con una insuficiencia respiratoria aguda grave que requirió de forma urgente e inmediata intubación y conexión a ventilación asistida. «Es poco frecuente que un paciente ingrese directamente desde la calle. Llevaba en casa varios días con síntomas porque al ser joven puedes estar aguantando más. Además, la hipoxia -término médico para la falta de oxígeno en sangre- es muy bien tolerada en esa infección, a diferencia de otros problemas respiratorios. Aunque los pacientes presenten unos niveles de oxígeno muy bajos, no tienen sensación de falta de aire, lo que minimiza la sensación de asfixia y a veces puede provocar que la asistencia se retrase».

«Me llevaron al hospital, donde me hicieron una placa. No sé qué vieron en mis pulmones, pero me metieron directamente en la UCI para dormirme»

Miguel Ángel despertó casi dos semanas después sin poder moverse: «Me daban de comer por la nariz, me lavaban los enfermeros con los EPI... Es casi peor estar despierto porque da mucha vergüenza». El portuense mantuvo la comunicación con su familia, sobre todo con su mujer, aunque evitó hablar con su hijo de ocho años por videollamada para no preocuparle por su estado de salud.

Antonio Vázquez

Cuando poco a poco se recuperaba, ya en la UCI, recibió otra mala noticia de la forma más inesperada: «Un día me dijo un médico: ‘Ya te vas a ir con tu padre’. Me acordé de él y de mi hijo y me emocioné tanto que el doctor se extrañó, así que me preguntó que por qué estaba llorando. Me explicó que mi padre estaba ingresado con coronavirus , pero que me quedase tranquilo porque él estaba mucho mejor. Ahí me enteré de que también se había contagiado, aunque ni siquiera fue por estar conmigo. Sí creo que se puso peor cuando se enteró de que yo había ingresado en la UCI. Pero él tenía 69 años y estaba mucho mejor que yo... ¡de hecho ya le han dado el alta y yo sigo aquí!».

El paciente salió de la UCI poco después de ese episodio y encontró a su padre en la planta Covid. «Cuando llegué a planta me pusieron junto a mi padre, pero no nos pudimos abrazar. De hecho yo aún apenas podía mover los pies, las manos y el cuello. Recuerdo que nos emocionamos, lloramos un poco, cada uno en su cama. Fue muy emocionante en el traslado que todas las enfermeras me aplaudieran. Salí de la muerte y ahora toca recuperarme», resume.

«Sin los sanitarios no estaría aquí;han puesto en riesgo su vida y la de su gente por salvarnos a nosotros y hay que valorar su trabajo»

Miguel Ángel evoluciona favorablemente, pero estará en el hospital al menos unos días más: «Ya no tengo pañales y puedo ir solo al baño con un andador, pero no me fío de caminar mucho sin él porque las piernas no responden y lo que me hacía falta ahora era romperme una pierna. Estoy muy cansado y me pesa el cuerpo, pero estuve mucho peor: cuando bajé de la UCI tenían que darme de comer las enfermeras. No tenía fuerza ni para coger la cuchara del yogurt».

El paciente pretende que su historia sirva para concienciar a los jóvenes de los peligros que puede suponer el Covid-19. Además, insiste en agradecer a todo el equipo médico del hospital su atención durante estas semanas porque «sin ellos no estaría aquí». «Siempre me repetían que estuviese tranquilo y que iba a salir de esta. Todo el hospital se enteró de mi caso porque era un chaval de 30 años que estaba muy malito y preguntaban por mi, me daban tranquilidad. Yo no sé lo que cobra un profesional, pero estoy seguro que este esfuerzo no se recompensa sólo con aplausos . Han puesto en riesgo su vida y la de su gente por salvarnos a nosotros y hay que valorar su trabajo. A mi me han dado la vida», concluye.

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