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Miguel, junto a la bebé rescatada, a bordo ya de la lancha. - LA VOZ
SUCESOS

«Me he llevado la lección más grande de mi vida»

Un marinero de Salvamento Marítimo de Tarifa cuenta cómo se sintió al rescatar del agua junto a su equipo a un niña de cuatro meses a la que abrazó durante dos horas para combatir su hipotermia

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Cuenta Miguel Blanco que este lunes aprendió «la lección más grande de su vida», que a la vez que se emocionó y se le escaparon algunas lágrimas también se sintió «plenamente feliz». Dice que las cifras tienen rostro y que él lo ve de cerca casi cada día. Lo comprobó de nuevo, pero, esta vez, fue de una forma «más especial».

Todo comenzó cuando a eso de las seis de la mañana la embarcación ‘Salvamar Alkaid’ recibe el aviso de un velero. Les alertan de que en la oscuridad han visto a 14 millas de Tarifa una patera a la deriva. En ella, desorientadas y asustadas, viajan nueve personas. Sin perder tiempo, parten hacia ellos hasta que los encuentran a la altura del cabo Espartel.

Comienza entonces el rescate.

«Cuando llegamos vimos que había una mujer y un bebé... tenían que ser los primeros en subir», recuerda Miguel. «Es muy complicado. Están muy nerviosos, débiles, tienen miedo y quieren salir de ahí cuanto antes». Por eso es importante intentar que se mantenga la calma y no vayan al agua. La mayoría de ellos no sabe nadar.

«La madre no tenía fuerzas para sujetar ni a su bebé»

Un momento crucial

Cumpliendo debidamente el protocolo de seguridad, la tripulación de la ‘Salvamar Alkaid’ se pone manos a la obra y logra que suban sin peligro todos los inmigrantes. «La madre no tenía ya fuerzas ni para sujetar a su bebé. Estaba muy mareada, vomitaba, se caía...». El jefe de máquinas coge al pequeño. Resulta ser una niña de unos cuatro meses. Le cambia el pañal a bordo gracias al material que llevan en el botiquín y la envuelve en una manta. Tiene evidentes signos de hipotermia y en un bebé de tan poco tiempo puede ser mortal.

Arrancan los motores. El jefe de máquinas vuelve a su puesto y es entonces Miguel quien se hace cargo de la pequeña. «Ya no la solté. La tuve dos horas en mis brazos para calentarla hasta que llegáramos a puerto». «Es verdad que estamos preparados para esto, que forma parte de tu trabajo y lo asumes como tal, pero ver algo así te rompe... ». El marinero recuerda el rostro del bebé. «Era preciosa. No hay derecho que un niño tenga que sufrir tan pronto... ellos no deciden. No se merece pasar por algo así».

Aunque su vida profesional siempre ha estado vinculada de una u otra forma a la marinería, Miguel ha llegado hace apenas dos meses a Salvamento Marítimo. Eso sí, llevaba tiempo luchándolo. «Siempre he querido estar aquí. Es mi sueño», cuenta este veterano novato de 45 años. «Toda mi vida me ha gustado ayudar a las personas y aquí lo puedo hacer. «¡Hablamos de humanidad, de personas... Da igual si han nacido en Camerún como esta niña, en Tarifa o en Italia. Vengan de donde vengan no se merecen algo así!».

«La tuve en brazos dos horas hasta que se calentó»

El marinero tarifeño no es padre pero cuenta orgulloso que recientemente ha sido tío. «No tengo hijos pero los niños son mi debilidad y poder ayudar, junto al resto del equipo, a esta pequeña me hizo ese momento la persona más feliz del mundo».

A Miguel le quedará para siempre el recuerdo de esa mañana del 12 de septiembre. Y también una foto. La que le hizo el patrón de la lancha y que Salvamento Marítimo compartía con todos en redes sociales. Estremecía. «Sobran las palabras».

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