Muere Luis Castro

Cádiz llora la muerte de Luis Castro, el símbolo de San Felipe Neri

Alumnos suyos, compañeros, amigos, recuerdan la figura del sacerdote, Hijo Adoptivo de la ciudad y alma del colegio gaditano

El recuerdo al padre Luis Castro en el Colegio San Felipe Colegio San Felipe Neri

José María Agullera

San Felipe Neri le cedió su nombre y el padre Luis Castro, su identidad. Pocas veces se identifican tanto una persona y un escenario, una vida y un lugar. El colegio no como instalación ni mobiliario, sino como concepto vivo, con alma y espíritu, lo representó durante casi medio siglo este sacerdote marianista que se despide en Madrid para no ver las lágrimas de sus hijos y sus nietos en la tierra que amaba.

Esta vez no pudo esquivar a la indeseable, de la que no quería escuchar ni hablar pues en él todo era vitalidad. Cádiz llora su muerte y se desahoga relatando su recuerdo, porque nunca muere definitivamente quien deja viva su memoria. LA VOZ ha recopilado testimonios de personas muy cercanas a él : alumnos, compañeros, conocidos, todos buenos amigos que recuerdan su bonhomía, su carácter afable y sentimental.

Carlos Aranda, alumno suyo primero , compañero en las aulas después, ensalza la relación con los jóvenes que durante décadas pasaron por sus manos. «Los antiguos alumnos volvían aunque vivieran lejos de Cádiz para que les casara él» . Y es que «no va a haber una persona tan querida por todo el mundo» como este sacerdote que fue el Concilio Vaticano II en plena avenida gaditana.

Se acercaba a los jóvenes merced a su carácter bondadoso, cercano. Anteponía la relación humana a los dogmas divinos . Por muy complicado que fuera el problema, por mucha vergüenza que supusiera, los chicos acudían a su lado «porque siempre estaba dispuesto a ofrecerte cualquier ayuda», como apunta Fran González , el candidato socialista a las últimas elecciones municipales.

«No solo los alumnos, sino ciudadanos y colectivos sabían que podían acudir al padre Luis », recuerda el político, calificando a afable y entrañable al fallecido.

¿Y cómo se acercaba a esos adolescentes que lo último que quieren es que venga un adulto a contarle sus monsergas? A través de múltiples canales, pero el afluente principal era el deporte. José González, exfutbolista y exentrenador del Cádiz CF , disfrutó de sus consejos durante sus años mozos.

«Considero que ha sido una persona muy importante en mi formación; se marcha un gran amigo », apunta Jose, que participó en su bautismo cadista. «Era un ultra de la Real Sociedad (es nacido en San Sebastián), pero conseguimos que empezase a ser del Cádiz». Y hasta fundó la peña cadista de San Felipe Neri. Y un trofeo, que lleva su nombre, con solera y reconocido en toda la Tacita y las ciudades cercanas.

Pero el padre Castro fue mucho más que un amigo, un profesor, un sacerdote, incluso que un trofeo futbolístico. Se convirtió en un santo y seña de la ciudad, de Cádiz, pese a llegar de Donosti y hacer patria constantemente de su añorada tierra vasca. Pero ningún lugar mejor que la Tacita para calentar su sangre friolera y disfrutar de la libertad que siempre proclamaba.

De ahí que fuera nombrado Hijo Adoptivo de Cádiz, una condecoración entregada por las manos de la antigua alcaldesa Teófila Martínez. «Estaba como si le hubieran dado un Premio Nobel», recuerda la exregidora. «Era «un auténtico ejemplo de persona, respetuosa, amable, coherente y siempre con una sonrisa y una palabra cariñosa para todo el mundo». Con Teófila siempre tuvo una conexión especial.

Luis Castro llegó a San Felipe Neri en 1972 . Durante muchos años impartió clases si bien prefería las largas conversaciones con los alumnos. Especialmente con los adolescentes, etapa complicada de la vida. Ha fallecido en Siquem, en Madrid, pues su colegio anda de obras y el cuerpo, a sus 93 años, no le daba para subir y bajar escalones continuamente. Tenía pensado su regreso, como desliza Ignacio Membrillera, el director del centro .

Escuchado todo lo bueno que se decía de él, Membrillera resaltaba « su sentido del humor. Tenía mucha gracia contando las anécdotas ». Y es que era un cura a contracorriente, «muy liberal, muy adelantado a su tiempo», y eso le permitía calar entre la juventud.

Por esto, por todo y por mucho más, desde distintos estamentos ya han pedido una calle o una plaza para el sacerdote, como demandaba el popular Juancho Ortiz , otro alumno suyo. Elogia «su enorme talla humana, su reconocida vocación como embajador de la ciudad y ser ejemplo de bondad y dedicación, excelente educador y apasionado cadista

El funeral se celebrará este jueves día 15 a las 17.00 horas en Madrid. Sus cenizas se traerán a Cádiz donde la comunidad educativa que tanto le apreció y admiró le despedirá en septiembre. Yacerá en el panteón de los marianistas en Chiclana . Este miércoles, el Ayuntamiento de Cádiz declaró un día de luto oficial por Luis Castro . Vestigios que deja este sacerdote, que tiene a Cádiz llorando, con un nudo en la garganta pero con su espíritu en unos corazones que se niegan a callar. Así que la mejor forma de terminar es con este escrito de su antiguo alumno Óscar Iglesias que ha querido compartir en redes sociales.

«El chico de la chapela con piriñaca. El hijo adoptivo. El vasco de eusCadi. El cura moderno. El filósofo apasionado. El cadista txuriurdin. El guardián del patio que es la CASA. El creador del trofeo de los trofeos. El marianista que no muere. El alma del Colegio. El maestro de vida. El cómico supersticioso. El cobarde más valiente. El forjador de catequistas. El joven más veterano. El confesor sonriente. El arquitecto de una catedral llamada sanfelipe. El confidente entre cigarrillos. El roquero que nunca muere. El CURA.

EL Cura no muere, ya hace tiempo, años, lustros, diría yo que se hizo Inmortal. Sí, Inmortal, cómo los superhéroes. El CURA vive en ti, y en miles de alumnos gaditanos que llevamos grabado a fuego, en lo profundo, su sello, su estilo, su impronta, su pasión, (lo esencial es invisible a los ojos)

Levanta tu copa. Chacolí, moscatel gloria, whisky añejo, lo que tú quieras. Levàntala y brinda por él, por que parte de él vive en ti. Qué suerte hemos tenido de conocerlo, de hacernos mayores con él, de comprenderlo todo más tarde, de lo bonito y complejo que resulta entregarse de esa manera, sin condiciones, sin límite.

Gracias Luis. Hasta la vista. Tú marcha es nuestro desafío. Sé que estarás ahí para ayudarnos. Un beso enorme. Nos vemos por algún rincón del patio.

Tras la Virgen Capitana».

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