Incubazul

Cádiz se adentra de lleno en la economía azul con cinco proyectos pioneros

La Zona Franca albergará en su incubadora propuestas innovadoras lideradas por jóvenes que estudiarán el litoral gaditano y las basuras marinas para su reutilización

Uno de los proyectos se basa en la captación de basuras mediante drones que se controlan de forma remota. La Voz

Almudena del Campo

La Unión Europea define la economía azul como aquella que reconoce «la importancia de los mares y los océanos como motores de la economía por su gran potencial para la innovación y el crecimiento».

Desde el Consorcio de la Zona Franca de Cádiz se ha decidido apostar por este tipo de economía con la puesta en marcha de Incubazul , una incubadora altamente innovadora vinculada a la economía azul, subvencionada con Fondos Feder y que entró en funcionamiento el pasado mes de septiembre.

Una de sus primeras actuaciones fue la celebración en la capital gaditana, junto con otras ciudades marítimas del mundo, de un evento científico de carácter internacional como el Ocean Hackathon , donde se dieron cita numerosos investigadores de la denominada economía azul.

El siguiente paso ha sido poner a disposición de aquellos que lo soliciten espacios en la incubadora, situada de manera temporal en el edificio Melkart del recinto interior de Zona Franca aunque pasará posteriormente al centro de innovación y expansión tecnológica llamado Zona Base que se ubicará en la parcela de la antigua Ibérica Aga en el polígono exterior.

Mediante una aplicación con inteligencia artificial se podrán clasificar las basuras marinas. La Voz

La basura marina, en imágenes

Hasta el momento, han presentado su solicitud cinco proyectos, liderados por jóvenes procedentes -en su mayoría- de la Universidad de Cádiz. De éstos, cuatro de ellos participaron en el evento Ocean Hackathon el pasado mes de octubre, siendo una de ellas la ganadora del certamen con su proyecto I-Litter sobre la cuantificación de la basura oceánica mediante imágenes .

Se trata de Carmen Morales , que estuvo acompañada de un equipo de ocho personas. Su proyecto se basa en concienciar sobre la «basuraleza» como uno de los principales enemigos de los mares y océanos. Todo ello a través de imágenes y mediante una aplicación que -a través de inteligencia artificial - es capaz de detectar e identificar diferentes tipos de basuras

«Hay que poner una solución porque, cada año, 8 millones de toneladas de plásticos acaban en el mar»

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Carmen Morales asegura que «estamos ante una problemática a nivel global y cada año 8 millones de toneladas de plásticos acaban en el mar , algo que afecta a la salud de los ecosistemas y que tiene consecuencias en la economía, en la calidad de vida y en la seguridad alimentaria».

Por ello, Carmen y su equipo creen que, aunque hay iniciativas de recogidas de plásticos en playas y en los litorales por parte de Ong’s, instituciones, empresas o voluntarios, no es suficiente. « No basta con limpiar, tenemos que llegar al origen y a la naturaleza del problema para intentar mitigarlo», señala Carmen.

La idea de este proyecto, consistente en la culminación y puesta en marcha de esta aplicación, es contar con el mayor número de imágenes para obtener datos y poder comparar.

La concienciación de niños y adultos es fundamental para mitigar el problema de los plásticos en el maar. La Voz

Educación azul

Otro de los proyectos que se ha sumado a Incubazul es el capitaneado por Elena Ortega , que se enmarca en la temática de la educación azul con el principal objetivo de concienciar y enseñar a niños, jóvenes y adultos sobre la importancia de respetar el medioambiente. «La idea es utilizar plásticos del mar para crear material divulgativo ».

Así, «queremos concienciar mediante talleres y juegos en centros educativos de que no podemos seguir tirando plásticos porque todo, al final, termina en las aguas marinas », explica Elena.

Esta joven emprendedora asegura que «nuestro objetivo es buscar soluciones al problema que tenemos en nuestras costas reutilizando estos plásticos y convirtiéndolos, por ejemplo, en juguetes, en objetos de decoración, en ropa (algo que ya están haciendo muchas firmas), bolsas de tela etc...». Otra idea es la fabricación de peluches , «que son una fuente de empatía para los niños y sería muy bueno para concienciar», declara.

«Si seguimos así, las previsiones es que en 2050 habrá más plásticos que peces en las aguas marinas»

Elena Ortega destaca además otro factor: el daño que se está haciendo a la fauna marina . Alerta de que «como no hagamos algo, las previsiones es que en el año 2050 va a haber más plásticos que peces en el mar» añadiendo que «no somos conscientes de los efectos que producen los plásticos en los animales que viven en el mar. Ahogan a tortugas, aves marinas o focas . Los más peligrosos son los microplásticos, que son ingeridos por especies que después pasan al consumo humano. Hay que poner una solución».

Los drones captan y graban imágenes en zonas costeras de difícil acceso. La Voz

Detección mediante drones

Andrea Celeste Curcio es italiana y pertenece al departamento de drones de la UCA. Su proyecto, en el que cuenta con geólogos y compañeros expertos en ciencias naturales, consiste en detectar plásticos y basuras marinas mediante drones . Señala que «la idea es llegar, mediante estos drones, a lugares de difícil acceso del litoral donde se acumulan estos desechos, captando imágenes que posteriormente serán procesadas».

Se trata de arduo trabajo ya que primero se planifica la «misión» a través de un control remoto y, posteriormente, se levanta el dron (que integra un GPS y una cámara para grabar y captar imágenes) y ya se controla a través de una tablet.

Una vez recopiladas esas imágenes se pasan al ordenador para hacer una reconstrucción «con la idea de conseguir una especie de cartografia de plásticos y basuras de la costa y de las zonas menos accesibles ». Insiste en que «hay muchos factores, como el viento o las corrientes, que hacen que los desechos vayan a parar a zonas muy difíciles de acceder. De ahí el trabajo de los drones».

Este proyecto se desarrollará en un primer momento en la zona del caño del río San Pedro y en el litoral gaditano con la idea de extenderlo a otras áreas una vez que esté más maduro.

Andrea considera que estas incubadoras son una gran oportunidad ya que «hay mucho conocimiento en la universidad que después se queda ahí. Ahora, con Incubazul, podremos visibilizarlo».

Una app mostrará la forma de hacer un turismo azul y sostenible. La Voz

Turismo azul y sostenible

Una de las ideas presentadas al certamen del Ocean Hackathon fue la dirigida por Esther Puertas, que obtuvo el segundo premio. Se trata de una aplicación móvil para hacer de las costas «espacios más accesibles y seguros a través de los destinos inteligentes. El objetivo es ofrecer información oficial y actualizada a la población sobre riesgos costeros, sostenibilidad ambiental, seguridad, accesibilidad, patrimonio cultural y actividades de interés en las playas del litoral gaditano».

El proyecto piloto de la app ZeroRisk 2030 comenzará en el municipio de Chiclana, contando con el apoyo de su ayuntamiento, además de con el de Zona Franca al estar alojados en su incubadora.

Esther explica que «la aplicación está destinada a turistas y visitantes y va a contener información útil tanto para la población local, las corporaciones municipales y las empresas del sector turístico que se sumen al proyecto».

Añade que «tiene como señas de identidad los elementos seguridad, accesibilidad y sostenibilidad y su valor añadido es que, por un lado, se convierte en una herramienta educativa y de promoción de ciencia ciudadana al vincular estos elementos con la promoción de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) proclamados por las Naciones Unidas a cumplir en el 2030».

Por otro lado, «pretendemos fomentar la recuperación del sector turístico en una provincia fuertemente golpeada por la pandemia de la Covid-19 ».

Una impresora 3D fabricará tablas de surf con material reciclado procedente del mar. La Voz

Tablas de surf recicladas

El quinto proyecto que albergará Incubazul es el dirigido por Javier Villanueva y Pablo Osuna, dos amigos aficionados al surf y amantes de la naturaleza, del mar y de las playas. Su propuesta, denominada Trash Peak , consiste en la fabricación de tablas de surf a partir de los plásticos que se recojan en las costas, utilizando una impresora 3D de grandes dimensiones y las tecnologías del reciclado . Javier asegura que «nos encanta el mar y cuando vamos a practicar surf nos duele mucho ver cómo están muchas de nuestras playas».

Fue entonces cuando se plantearon aprovechar todos esos desechos, en su mayoría botellas o envases de plástico de material PET, para hacer tablas de surf sostenibles y completamente traslúcidas. Asegura que los materiales de las tablas tradicionales, con fibra de vidrio, espumas, resinas o las parafinas que se le echan en la superficie «son muy dañinas para el mar ya que cuando se rompe una tabla y se deintegra se convierten en microplásticos».

Javier explica que para fabricar estas tablas hay un duro trabajo detrás. Primero hay que recoger los plásticos de la costa, limpiarlos y tratarlos para que estén listos para su trituración. Luego, afirma, « los fundimos a una temperatura de 270 grados ya que la impresora cuenta con un cabezal para ello y, una vez fundido, esta máquina procede a la elaboración la estructura de la tabla». Aunque el proyecto aún está «en pañales», la idea es que en un futuro puedan comercializarse estas tablas.

Al igual que sus compañeros, se encuentran en la fase inicial de estos proyectos de economía azul en la que, además, colaborarán unos con otros al ser la protección del mar y del océano su denominador común.

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