El acusado, en el banquillo
El acusado, en el banquillo - Francis Jiménez
TRIBUNALES

«Lo hice, lo reconozco. Sentí miedo»

El acusado de matar a su socio en un bar de Chiclana lo admite pero asegura que lo hizo por temor porque la víctima le había «amenazado»

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Juan Antonio Mesa 'El Mesi', el único acusado de matar de 19 puñaladas a su socio en Chiclana en mayo de 2015, se sentaba este martes en el banquillo de la Audiencia Provincial para responder ante un jurado popular de sus actos. Lo hacía algo nervioso aunque bastante entero en gran parte de la sesión. Sólo se derrumbaba y arrojaba algunas lágrimas cuando su abogada narraba los hechos al tribunal. Ya durante su declaración y a preguntas del Ministerio Fiscal y a las de su defensa, el procesado admitía lo ocurrido, como ya hiciera ante la Guardia Civil aquel 14 de mayo. «Soy el que le ha matado», les dijo entonces en el cuartel a los agentes momentos después de desempuñar el arma del crimen.

En sala lo volvía a reconocer aunque, como matizó, lo hizo «por miedo» y debido a un trauma infantil que sufre por la muerte violenta de su padre que también fue asesinado por el que era su socio cuando el acusado tenía apenas 10 años. Según su testimonio, mató tras una pelea a la víctima, Pedro Barragán, porque se sentía en peligro y temía que le ocurriera lo mismo que a su progenitor. «Me dijo que le había engañado y me iba a matar», aseguraba tras relatar que todo venía de dos días antes cuando le comunicó al fallecido que tenía que dejar de regentar el local porque no daba dinero para ambos.

La discusión

Como reconstruyeron las partes en cuestiones previas y el procesado también relataba en el interrogatorio, el homicidio se produjo en torno a las dos de la tarde en la Taberna La Lola de Chiclana. Un obrero que se encontraba trabajando por la zona entró a pedir que le llenaran de agua una garrafa. El fallecido, que estaba en el mostrador, fue a hacerlo, cuando Mesa, que observaba sentado en una esquina se levantó para atenderle él mismo. Así entre ambos se produjo un forcejeo. Según el acusado, la víctima le empujó y él temiendo que acabara con su vida, fue a la alacena, cogió un cuchillo de 14 centímetros de hoja y le asestó 19 puñaladas dejándole muerto en el acto, tendido en una silla del local.

Según la versión del acusado, los hechos se remontan a dos días antes de la agresión cuando hicieron balance económico de la taberna. Mesa explicó que había conocido por medio de otro hostelero al fallecido tres meses antes y que le propuso que gestionara el local. Pero tras sufrir pérdidas y ver que «no daba para los dos», decidió romper esa relación contractual y así se lo comunicó al tiempo que le pidió que enseñara a su mujer a llevar el negocio, a lo que, como relató no se negó pero tampoco hizo.

Así el día de los hechos, el agresor fue al bar por la mañana por la avería de una nevera y relató que aunque hasta entonces la relación con su socio había sido «cordial», una vez que se quedaron solos éste le dijo que lo «había engañado» y que lo «iba a matar». «Asustado» se fue del local y le contó lo sucedido, según su relato, a su suegro y a la persona que se lo había recomendado. Ninguno de los dos «le dieron importancia».

La defensa sostiene que sufrió un «trastorno mental transitorio» debido a un trauma infantil

Aunque su propósito era no volver a la taberna hasta que se resolviera el contrato, sí lo hizo después de que un amigo le llamara y le dijera que lo esperaba allí. Fue el momento en el que acabó con la vida de Pedro Barragán tras la discusión mantenida por llenar la garrafa de agua.

Tras asestarle las 19 puñaladas (14 de ellas le provocaron heridas inciso punzantes) salió del establecimiento y tiró al lado de su coche el cuchillo para dirigirse, primero a casa de sus suegros, y después, acompañado de su mujer al cuartel de la Guardia Civil. «Yo soy el que se ha peleado con mi socio», les dijo. Según contó lo hizo al sentirse «amenazado» porque desde que le había comunicado el fin de su relación contractual la víctima le miraba «mal» y había «mucha tensión». Todo ello, sostuvo, le llevó a recordar el traumático episodio del asesinato de su padre. A preguntas de su abogada, Mesa manifestó sentirse arrepentido por lo ocurrido aunque aseguró que no se acuerda de la agresión, que cuando fue consciente ya había ocurrido y entonces se dirigió a la Guardia Civil.

Fiscal y acusación no creen su versión al considerar que actuó «sabiendo lo que hacía» y piden una pena de 12 años de prisión

La defensa pide atenuantes por trastorno mental, por confesión de los hechos y por reparación del daño, al haber abonado en consignación parte de la responsabilidad civil que se le exige para los familiares de su víctima.

Sin embargo, el fiscal y la acusación particular mantienen la pena de 12 años de prisión solicitada al considerar que el procesado actuó con sus capacidades volitivas intactas tal y como, adelantó, han concluido los forenses. Tampoco creen que se le pueda aplicar el de la confesión ya que, mantienen, que la investigación se hubiera desarrollado del mismo modo y se le hubiera detenido igualmente al estar identificado plenamente por los testigos presenciales – el obrero y una vecina que le vio salir– y a los rastros de sangre que dejó. Por otro lado no ven creíble su versión sobre que sentía miedo porque el procesado volvió al bar e incluso se quedó allí a comer aquel día.

El juicio cuyo dictamen caerá en la consideración de un jurado popular, formado por seis hombres y cinco mujeres, continuará este miércoles con la declaración de los testigos.

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