semana santa 2015

«Lo que más me interesa es tallar el alma de una imagen»

Francisco Romero Zafra, imaginero, escultor y restaurador

la voz
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Le gustaría que las generaciones venideras le recordaran con un «lo intentó». Pero debe ser su modestia, porque lo cierto es que ya «lo consiguió». Y no solo con una de sus imágenes, sino con muchas de las que tiene repartidas a lo largo y ancho de España. En el caso de Cádiz, su Despojado rompió tanto los moldes que no tardaron en pedirle un 'hermano' para Salamanca. No es de extrañar, de la obra de Francisco Romero Zafra (La Victoria, Córdoba, 25 de marzo de 1956), destaca casi más lo que no se ve que lo que es evidente a la vista. Y es que, a su esmerado manejo de la gubia y la policromía, se suma lo invisible.

Eso que los teóricos llaman unción, lo que el fervor popular simplemente demuestra con rezos, plegarias y emoción. Es ahí donde radica la maestría del que está considerado como uno de los imagineros más sobresalientes de la actualidad. El cordobés Romero Zafra abre las puertas de su taller cordobés a LA VOZ, para desgranar su obra y su trayectoria.

– ¿Sigue recibiendo felicitaciones por la imagen del Despojado de Cádiz?

–Cada día y de todas partes del mundo, en Buenos Aires me pidieron permiso para hacer una pintura del mismo para una iglesia. También en Filipinas es una imagen muy querida, jamás pensé que esta talla tuviera esta repercusión, ciertamente en su primera salida ya se hizo evidente.

–¿Cómo va el proceso del Misterio del Despojado?

–Para la Semana Santa del año 2016 tenemos previsto que salga la segunda figura, el sayón que prepara la Cruz que recientemente ha realizado Enrique Lobo de Sevilla, si la economía se lo permite a la cofradía, iremos haciendo una por año.

–En su planteamiento, el misterio del Despojado proyectado tiene gran originalidad, ¿cómo fue la idea de concebirlo así?

–Siempre que realizo una imagen, parto de la idea de que lo mismo se puede hacer con matices diferentes. De esta forma, Despojados hay muchos hechos, pero el de Cádiz tiene matices diferentes y personalidad propia.

–¿Cómo surgió hacerle un 'hermano' en Salamanca? ¿Fue premeditado?

–Fue premeditado por la cofradía porque estaban enamorados del gaditano. Todo surgió después de conocerlo y el reto para mí era hacerlo parecido sin que fuera una copia, aunque a ellos para nada importaba que así fuera. Si ves mi obra verás que no me gusta copiarme a mí mismo.

–Dicen que sus obras gozan de una gran unción religiosa, ¿qué opina de ello? ¿Cómo diría que se consigue ese halo devocional tan complejo?

–Es cierto y yo así lo veo, es lo que intento reflejar: esa expresión en el rostro y en el movimiento. Cuando empiezo a tallar una imagen, lo que más me interesa es tallar el alma y, la verdad, no es difícil conseguirlo. Busco que haya algo de dulzura en ello, para mí es imprescindible en una imagen religiosa.

–¿Qué se siente cuando ve cómo una imagen salida de sus manos es objeto de rezos, devoción y fervor? ¿Le gusta ver sus obras en la calle en Semana Santa?

–Me provoca algo de confusión, pero entiendo que el fervor popular y la devoción es así. Para ello trabajo y lo tengo que aceptar, me interesan las emociones que el espectador siente. Me gusta verlas en la calle, pero cuando es la primera vez que salen, siento muchas dudas hasta que me certifico a mi mismo que es correcto. A veces la altura y la distancia juega a favor o en contra.

–De su amplia trayectoria como imaginero, ¿con qué obra se queda?

–Es muy difícil quedarme con una sola y no herir a nadie. En todas he puesto mi empeño y les tengo un gran cariño y respeto. Aunque técnicamente no tenga el valor que las demás, me quedo con Rocío y Lágrimas que fue la puerta de todo un amplio y maravilloso camino. Sin ella esta entrevista no tendría sentido.

–¿Hasta qué punto le influyen modelos, rostros o personas de su entorno para concebir una imagen?

–De la gente de mi entorno solo me sirven los matices, jamás he copiado a una persona para hacer una imagen religiosa, sí para imágenes secundarias.

Echando la vista atrás

–Ahora que lleva años en esto, si mira atrás, ¿cómo fueron los orígenes?

–Este año he cumplido 25 años y fue por casualidad, gracias a Antonio Bernal y a la exposición cofrade que organizaba la Hermandad de La Merced de Córdoba. A Antonio se le ocurrió la feliz idea de modelar una Dolorosa cada uno y presentarla en la exposición; él guió mis primeros pasos en el modelado, totalmente desconocido para mí, y así lo hicimos. En mi caso, como antes he dicho, fue Rocío y Lágrimas que procesiona en Córdoba el Miércoles Santo. Así fue como descubro mi capacidad en las tres dimensiones y el gusto por la imaginería.

–¿Siente que le queda algo por hacer? ¿Qué encargo le gustaría recibir?

–Pienso que mucho y espero que muchos años, pero en este momento he tomado la decisión de no tomar mas encargos. Son muchos años los que llevo trabajando a contrarreloj y esto puede pasar factura. Actualmente, estoy completo de trabajo hasta el 2018 y son muchas las cofradías que quisieran seguir sumando. Siento mucho respeto por ellos y lamento haber tomado esta decisión, pero necesito controlar el tiempo para poder seguir en esta magnífica profesión.

–¿En qué punto cree que se encuentra la imaginería andaluza?

–Creo que en el mejor momento después del XVII y XVIII. Somos muchos los que estamos aportando nuestro granito de arena a esta montaña de ilusión y emociones. Lo mejor es que ha cambiado el criterio y no todo vale como en otros tiempos. El esfuerzo de muchos por dignificar la imaginería es evidente.

–De entrada, es una dedicación compleja en tanto que las hermandades demandan un canon barroco principalmente, ¿cómo se supera, se mejora o se innova sin perder ese clasicismo?

–Como todo en la vida, evoluciona y pienso que tiene que ser así. De otra manera, no hubiéramos salido de la Prehistoria. Sé que los conocimientos y la profesionalidad que hubo en el Barroco no es comparable con el momento actual, por este motivo lo tenemos como referente. Pienso que es difícil innovar, pero sí evolucionar.

–Y mirando atrás, ¿qué nivel diría que tiene la imaginería gaditana, en líneas generales?

–Muy bueno, gracias a que fue puerto donde llegaban barcos de todas parte y, sobre todo, de Génova.

–Tiene el arte ese gran motor que es la trascendencia de lo bello, ¿cómo le gustaría a usted ser recordado en el futuro?

–Simplemente, con un «lo intentó». Las generaciones venideras, dirán si «lo consiguió».

–¿Cree que la imaginería está suficientemente valorada hoy en día dentro del panorama general de las artes y la cultura?

–Pienso que no y creo que es mejor que así sea. No me imagino una imagen al lado de una bolsa de basura o un vaso medio lleno o vacío de agua. Actualmente, en el arte todo vale si alguien lo compra. Pienso que la imaginería tiene que ir por caminos diferentes, me da igual que sea arte o artesanía, me importa que emocione al que la observa.

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