Los críticos del PSC llaman a unir fuerzas contra la dirección del partido
Pere Navarro alerta de que no hará concesiones ni cambios en la estrategia de los socialistas catalanes
BARCELONA.Actualizado:En una especie de llamada a la rebelión interna, el expresidente de la federación de Gerona del PSC, Joaquim Nadal, exconsejero socialista y antiguo candidato a la Generalitat, dio ayer un paso más en el desafío a la dirección socialista catalana y emplazó a los críticos a unirse para formar una alternativa a la actual cúpula, controlada por Pere Navarro y los barones del área metropolitana de Barcelona.
Nadal y nueve miembros de la ejecutiva de la formación en Gerona han dimitido en los últimos días por las discrepancias sobre la estrategia de la dirección del partido en relación al derecho a decidir, por su desmarque de la consulta promovida por Artur Mas. Nadal, y los críticos plantean su marcha como «un revulsivo» para forzar a la dirección a tomar «un nuevo rumbo». «Existe una brecha preocupante entre la cúpula del partido y otros sectores», dijo el exportavoz del Ejecutivo catalán.
En cualquier caso, la llamada de Nadal, que decidió dar un paso atrás para situarse en una posición de «prejubilado», ha hecho mucho ruido pero está por ver su alcance, ya que la posición de los críticos es de todo menos de fuerza. En el último cónclave del partido, celebrado en noviembre, el primer secretario, Pere Navarro, recibió un apoyo del 83% del consejo nacional, que avaló su desmarque del proceso soberanista impulsado por CiU y ERC. Las tesis del sector crítico y catalanista, contrario a que el PSC se descuelgue del frente pro-referéndum, solo logró entonces el 13% de los votos.
Pero, además de estar en franca minoría, los más soberanistas están divididos. Esta fragmentación es casi consustancial al PSC, que nació en 1978 de la fusión de tres partidos, y se acrecienta en el llamado sector catalanista, en el que se dan cita una amalgama de corrientes internas, plataformas y versos sueltos. Las dos corrientes minoritarias oficialmente constituidas son Avancem y Agrupament Socialista de Catalunya, ambas muy críticas con la dirección, pero que han firmado un armisticio dialéctico hasta después de las elecciones europeas.
La primera, que aglutina a los seguidores de Raimon Obiols, está liderada por el alcalde de Vilanova i la Geltrú, Joan Ignasi Elena, pendiente de sanción por no seguir las órdenes del partido en una votación. Apuesta por una Syriza a la catalana, junto a Esquerra e Iniciativa, y cree en un soberanismo (que no independentismo) más desacomplejado.
Agrupament Socialista de Catalunya, auspiciada por Marina Geli (también pendiente de sanción o expulsión), Àngel Ros, Daniel Font o Pia Bosch (una de las que ha dimitido en Gerona), entre otros, afirman que si el PSC se «españoliza» se verán obligados a salir del partido. Consideran que Cataluña no tiene encaje en la España actual y creen que el PSC ha sido excesivamente tímido en la reivindicación del derecho a decidir.
Fractura
Son pocos y Navarro les dejó ayer bien claro que no piensa hacerles concesiones. El cuartel general del PSC no piensa cambiar de estrategia, ni siquiera sobre la posibilidad de adelantar el congreso provincial de Gerona. Son ya 19 las renuncias en la ejecutiva del PSC de esta provincia, que cuenta con un total de 43, una fractura que no obliga al cónclave, pero lo anuncia para un futuro próximo. Navarro lo negó: «Lo que la gente no entendería es que en este momento en que debemos hablar más con la gente, estemos hablando de nosotros mismos».
Insistió en situar la crisis provincial en clave de lucha por el candidato a la alcaldía de la capital. Navarro se siente apoyado por la dirección en Cataluña y también por la cúpula nacional del PSOE, que ayer le dio un fuerte espaldarazo. El secretario de Organización, Óscar López, señalo que el PSC es un partido «autónomo que está defendiendo una posición positiva y buena». «Los que se van son una minoría y se van porque ha perdido su posición», añadió la vicesecretaria general, Elena Valenciano, que se preguntó por qué los dimisionarios han dejado sus puestos orgánicos y no sus cargos públicos.
La consecuencia de una crisis que no cesa es que el PSC, que en 2010 controlaba las principales instituciones catalanas -José Montilla era presidente de la Generalitat; Jordi Hereu, alcalde de Barcelona; y buena parte de los principales consistorios y diputaciones estaban sus manos- camina hacia posiciones de irrelevancia política.