Bernard Devós, en 2009, con el premio 'World Travel Award'. :: A. V.
CÁDIZ

«Yo, Bernard Devós, estoy totalmente arruinado»

El inversor belga, presentado como el salvador de un territorio perdido, sobrevive a su vejez acosado por deudas y rumores de los vecinos Sobre la vivienda del empresario pesa una orden de embargo

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Son épocas difíciles para realizar inversiones arriesgadas pero mucho más para mantenerlas. Es más, son tiempos catastróficos para las que se hicieron vinculadas al ladrillo, como en el caso del complejo hotelero Fairplay Golf de Benalup. La semana pasada asistimos a través de diversos medios de comunicación a la manifestación de la plantilla del alojamiento de cinco estrellas y campo de golf en la que los trabajadores reclaman el pago de sus nóminas.

La asociación rápida que se pudo hacer fue la de un caso más de quiebra empresarial, de empresario que desaparece abandonando a los empleados a su suerte. Pero detrás del Fairplay hay mucho más que contar. Para comenzar, la figura del empresario, Bernard Devós, quien se autodenomina el 'belga loco' fue peculiarmente llamativa ya hace diez años, cuando todos le alababan la inversión en un rincón perdido de una provincia olvidada. Ahora, refugiado en el entorno de su mujer y sus hijos -«lo único» que le queda como Devós declara-, asiste con la rebeldía aún de un adolescente al espectáculo de ver cómo los que antes llamaban a su puerta para pedir trabajo ahora lo hacen para «pedir mi sangre». «Pero yo ya estoy muerto, no puedo darles más», sentencia el empresario belga.

Bernard, envejecido y enfermo, argumenta que él ha sido el más perjudicado con la quiebra de su empresa porque invirtió todo su dinero en ella. «Participé de la locura inmobiliaria y de la burbuja económica y me ha costado muy caro», apunta, resumiendo que ha vendido tres fincas y un negocio que mantenía en Bélgica. Una orden de embargo pesa sobre la vivienda familiar, que también puso como aval para frenar durante un tiempo la caída del coloso que edificó en la cima de un cerro de Casas Viejas. Devós es muy criticado en ciertos sectores de la localidad porque afirman que se está construyendo una casa nueva. «Es cierto, mi mujer ha vendido un piso precioso que tenía en Cádiz para hacernos una vivienda nueva. Cuando ejecuten el embargo de nuestro domicilio no nos quedemos en la calle. No me avergüenzo de nada de lo que he hecho porque lo hice de corazón. No soy ningún cobarde y me quedaré en Benalup con mi mujer y mi gente», sentencia este viejo emprendedor. Relata que quiso crear un gran complejo de la máxima categoría; ofrecía una plantilla de 160 empleados para 50 clientes. Pero los precios cayeron de los 231 euros la noche en el Fairplay Golf a unos escasos cien euros. «Demasiada carga salarial. Lo advertí. El negocio iría a la quiebra. Pero la plantilla no quiso escuchar». Hasta que hace dos entraron en concurso de acreedores. Los trabajadores dependen ahora del Fondo de Garantía Salarial, Fogasa, para cobrar una indemnización que no llega, «ya se sabe que están pagando a los dos años, pero no puedo hacer más».

Y Devós apunta que si siguen sin asumir la situación y manifestándose a las puertas del alojamiento espantarán a los inversores que aún tienen ganas de asumir este alojamiento, «por el 40% de lo que vale, pero es lo que hay», matiza Devós. «Hoy mismo tengo un comprador, un grupo inversor inglés, pero estoy seguro de que los bancos serán tan cobardes que no darán el visto bueno a la operación. Y lucho por venderlo para pagar a los acreedores y terminar con esto, no porque yo vaya a cobrar nada. Estoy arruinado para lo que me quede de vida. Y porque me da pena de que se pierda el campo de golf, que si no se cuida estará muerto en tres meses», concluye Devós, apoyado durante la conversación por su mujer, quien lo cuida. ?