CÁDIZ

Robo a la historia escrita de Cádiz

La Policía recupera la mayor parte de las obras del XVI al XX en la mayor operación de delitos contra el patrimonio de la provincia

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Decía un periódico sevillano que las obras de Adolfo de Castro eran un «monumento» que el pueblo de Cádiz debía conservar «como sagrada reliquia». Y así se conservaban en la Biblioteca Municipal José Celestino Mutis. Piezas raras, nunca reeditadas, tan codiciadas por bibliófilos como para formar parte del botín de un coleccionista que llegó a sustraer más de 300 libros de la citada biblioteca, con la ayuda indispensable de un trabajador del centro. Un robo sistemático que ha sido objeto de la operación policial por delito contra el patrimonio histórico de mayor envergadura en la provincia en los últimos años. La Operación Micenas es el nombre de este arduo trabajo realizado por la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional que ocupó desde marzo a octubre de 2011.

Las pesquisas acabaron con la detención de un trabajador de la biblioteca, natural de Cádiz y de 37 años de edad, y de un coleccionista, vecino de El Puerto de 68 años. A eso se suma la recuperación de 700 antigüedades y obras de arte, entre las que se encontraban obras literarias «de alto valor cultural», según explican fuentes de la Policía Nacional. La investigación comenzó cuando se detectó la falta de libros en la biblioteca Celestino Mutis. Concretamente, después de hacer inventario, se descubrió que faltaban 373 volúmenes de importancia capital, ya que iban del siglo XX al siglo XVI. De hecho, algunos de estos ejemplares gozaban de protección específica, al estar declarados Bien de Interés Cultural por la Consejería de Cultura, además de la protección genérica que por ley gozan las bibliotecas y su contenido como BIC. Según las estimaciones de la Policía Nacional, el valor monetario de estas obras rondaría los 490.000 euros. Una cifra que podría ascender una vez culminada la instrucción del caso, de la que se está encargando actualmente el Juzgado de Instrucción Número 4 de Cádiz, cuya titular es Lourdes del Río. De hecho, según ha podido saber este periódico, en estos momentos la instrucción encara el peritaje de las 700 piezas intervenidas.

De antes del Asalto

Entre las obras sustraídas de la biblioteca se encontraban volúmenes del siglo XIX y primera mitad del XX, mayoritariamente. Igualmente, se encontraron obras de los siglos XVI al XVIII. De hecho, la obra más antigua está datada en 1555, según explica la Policía, lo que lo convierte en una de las escasos documentos que se conservan en la ciudad, anteriores al Asalto Anglo-holandés de 1555. Así, en haber del coleccionista se encontraban diversas ‘Guías de Cádiz’, ejemplares de la biblioteca personal de Adolfo de Castro y ensayos relativos a la historia de Cádiz y su provincia. El atractivo de estas obras, se encuentra en su rareza ya que son ejemplares únicos nunca reeditados, además de contener anotaciones y dedicatorias realizadas por el propio Adolfo de Castro.

Dado el volumen de lo robado, desde un primer momento, la Policía trabajaba con la hipótesis de que fuera alguien del entorno de la citada biblioteca. Poco a poco, el cerco se cerró sobre un empleado de una empresa de limpieza que trabajaba en las instalaciones y que, por tanto, tenía acceso a los fondos. De hecho, comenzó a trabajar en la Celestino Mutis poco antes de que empezara a detectarse la ausencia de libros. Este empleado revendía a su vez los libros robados por cantidades muy por debajo de su valor, de entre los tres y cinco euros, al coleccionista de El Puerto. Un experto de más de 40 años en la compraventa de antigüedades que sí conocía bien lo que adquiría.

De hecho, la relación comercial se hizo tan estrecha que el coleccionista llegó a pedirle libros concretos que, a su vez, el trabajador debía robar de los estantes de la biblioteca municipal. En ocasiones, incluso, cuando no era el libro que buscaba el coleccionista y ante la complejidad de devolverlo de nuevo a la biblioteca, el empleado prefería regalárselo antes que devolverlo.

Así se fue haciendo de un pequeño botín de patrimonio bibliográfico de gran valía que, en su mayor parte, la Policía encontró en los registros a los domicilios de ambos detenidos y en dos locales que el coleccionista empleaba como espacios museográficos domésticos. La complejidad de la operación se encontraba en que los investigadores tuvieron que seguir la pista de los volúmenes sustraídos ya que el individuo se dedicaba a revender piezas a otros coleccionados.

En los registros, se intervinieron 700 piezas, un volumen tan elevado que pilló por sorpresa a los propios investigadores. Además de los 373 libros, se encontraron varios cientos más de ejemplares. De hecho, entre los libros conseguidos ilícitamente en la biblioteca y el resto de volúmenes atesoraba títulos como ‘Código Formado por los Negros de la Isla de Santo Domingo de la Parte Francesa del Hoi Estado de Haytí’ (1810), el compendio ‘Papeles Varios Rarísimos’ donde se contiene la ‘Carta del Emperador Carlos V al Duque del Infantado sobre el Desafío entre S.M. y el Rey de Francia’ o el ‘Primer Proceso Criminal Fulminado en Cádiz después del Saqueo de esta ciudad en 1596’.

A eso se sumaba una amplia colección de lacres, una impresionante colección de sables, cascos antiguos, pistolas y escopetas (de los siglos XVII al XIX); un capitel de mármol; un ánfora romana, proyectiles y porcelana (expoliados de fondos marinos), unas charreteras (divisas militares que se colocan en los hombros) y chapas identificativas de militares franceses de la época de Napoleón III. Todas las piezas intervenidas tenían «un origen un tanto dudoso». Ahora, el coleccionista deberá acreditar ante la justicia su procedencia por medio de facturas que justifiquen su adquisición legal.

De momento, ambos detenidos esperan el juicio en libertad con cargos. Según establece el Código Penal se enfrentan a penas de seis meses a tres años y multa de doce a veinticuatro meses, ya que los delitos contra el patrimonio histórico suelen llevar aparejadas grandes multas pero bajas penas de prisión. Por su parte, el Ayuntamiento muestra su satisfacción por el trabajo policial y su «tranquilidad» por que los libros se encuentran bien custodiados a la espera de que vuelvan a la Biblioteca Celestino Mutis, la casa de sagradas reliquias documentales de la ciudad que fueron profanadas y que ahora esperan volver a su templo de estanterías y papel.