Iván Ferreiro repasa clásicos anteriores y da un empujón a nuevos temas en 'Confesiones de un artista de mierda'. :: LA VOZ
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«Artistas son los que hacen cosas guays pero no se lo creen»

El músico gallego presenta esta noche en el Imagina su último trabajo en solitario, un disco grabado en directo en el que repasa los clásicos de su carrera Iván Ferreiro Cantante

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Iván Ferreiro (Nigrán, Vigo, 1970) es un compositor y cantante extraterrestre. Uno descarado, confiado, mentiroso y egoísta. No es de otro mundo porque sea todo eso, sino porque lo grita sin pudor. De la misma manera en que declara que se enorgullece de ser un «artista de mierda». Hace algo menos de un año grabó una especie de recopilatorio de sus veinte años en el mundo de la música, muchos de ellos con el grupo Los piratas. Le acompañaban, entre otros, Santi Balmes, cantante de Love of Lesbian, Xoel López y Rubén Pozo, de Pereza. Hoy, después de décadas sin pisar estas tierras, se sube al escenario de la sala Imagina.

-Su disco se llama 'Confesiones de un artista de mierda'. Vaya mala consideración que tiene de usted mismo...

-No es precisamente así. Hay que saber leer entrelíneas. Mi máximo orgullo no es ser un artista, sino un artista de mierda, un músico que da por culo. Cuando te da igual lo que piensen los demás de ti es cuando consigues ser un artista.

-¿Cómo surgió la idea de volver a grabar los temas que componen el disco y dan pie a la gira?

-No he parado de tocar porque es lo que me gusta, pero me tocaba una época de composición y no tenía muchas ganas. Estaba muy a gusto tocando y me apetecía reencontrarme con mis canciones. De ahí surgió la idea y todo fue perfecto. Este trabajo me servía para ver dónde estoy, tocar canciones pasadas y tener energías y ganas para volver a escribir. En definitiva, este disco ha servido para mejorar mi vida. Estoy muy contento porque este formato me permite llegar a ciudades y pueblos más desconocidos y que me apetecía visitar.

-¿Ha encontrado ya la respuesta a su pregunta de dónde está?

-Esa es la gran pregunta, aunque no tanto saber dónde estoy, sino si estoy cómodo o no. La idea de la comodidad no la persigo siempre, es más, huyo de ella a veces para sentirme vivo.

-Se define como un tipo con mucho morro, resulta raro verle en plan confesionario...

-La verdad es que no. No tengo nada que confesar porque mis pecados son míos. Cantando cuento cosas y es una forma de esconder mis inseguridades. También es una manera de decirle a la gente que me escucha que ahí van las mentiras de un pío que te engaña.

-¿Por qué o para qué escribe Iván Ferreiro?

-Por y para muchas cosas. Es una necesidad personal, es lo que me salió, a lo que me llevó la vida. Escribir canciones tiene una parte liberadora, pienso en mí, no en los demás. Antes escribía con cierto pudor, pero ahora me he dado cuenta de que puedo lanzar mensajes muy potentes. Las canciones han ido cuidando de mí, son ellas las que van a llevarme a Cádiz, no lo bien que toco el piano o lo guapo que soy. Además, la música es lo que me da pasta. Por tanto, hay una mezcla de razones, porque sirve para desahogarme, por el 'feedback' con el público, me satisface el ego y me da placer...

-Y, ¿tiene idea de por qué le escucha la gente?

-Ese es el gran misterio, pero la verdad es que no lo quiero desentrañar. De alguna forma es algo mágico, un misterio. Tiene que ver con las sensaciones y con las emociones que yo imprimo en una grabación y que luego la gente me devuelve en los conciertos. La música es un viaje en dos direcciones.

-Por cierto, no ha quedado claro la definición que usted tiene de la palabra artista.

-Artistas son los que hacen cosas guays pero no lo pretenden y mucho menos se la creen. La verdad es que tengo un mal rollo con la palabra, que no con el oficio. Un artista lo es porque se lo dicen otros, no porque se lo diga él mismo. Casi todos los artistas de verdad que yo conozco son humildes, padres de familia que tienen su propia vida.

-Vamos, toda la gente que conforma La orquesta poligonera...

-Por supuesto, todos mis amigos de la orquesta son artistas. Podemos ser el grupo que menos se reúne de la historia, pero también el que más se quiere. Vamos a estar parados un poco porque cada uno está desarrollando un proyecto personal ahora. Estamos enriqueciéndonos.

-Al respecto de los líos de la Ley Sinde y la SGAE dijo que deberíamos estar alerta, pero no amargados porque el mundo sea injusto, ¿sigue pensando así o cree que hay que tomar medidas?

-Bueno, lo de las leyes no lo controlo mucho y no sé cómo va. En cuanto a la SGAE, es cierto que se ha vivido un momento muy convulso. Confío en la nueva junta directiva y en que vengan mejores tiempos. La verdad es que es un momento difícil para todo el mundo, pero al menos los músicos estamos viendo cómo adaptarnos, siento que respiramos el mismo aire. Estamos buscando fórmulas, todos somos uno, hay ganas de hablar y de aportar ideas. Ojalá esta chispa prenda en más personas, que espabilen y dejen de ser pesimistas. Hasta hace poco la gente lo tenía todo muy atado, pero se ha visto obligada a hacer nuevos planes. Yo pienso que mi futuro es hoy y mañana, lo demás lo desconozco.

-¿Se considera entonces un ser optimista?

-Soy un optimista suicida. Busco cosas que me den oportunidad de sacarle unas risas. Soy alegre y también superficial. Me siento halagado y privilegiado por cómo vivo, y me doy cuenta de que sólo soy una pieza más en medio de un planeta.

-Son más de veinte años en el mundo de la música, ¿cree que se ha vuelto más duro y descreído?

-He suavizado mis formas, tanto personal como musicalmente. Cada vez tengo más capacidad de hacer más daño con menos armas. He perfeccionado esa habilidad, soy cada vez más sutil.

-Por último, ¿volverán a unirse Los piratas?

-No, es imposible.