Sociedad

Louis Ferrante perteneció a la Mafia. Ahora da consejos para triunfar en la empresa

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Imagine por un momento que usted tiene una empresa y se entera de que una importante sociedad quiere construir un enorme complejo destinado al ocio al aire libre. Usted verá enseguida que ahí aparece una gran oportunidad de negocio porque levantar una instalación así cuesta muchos millones de euros. Quizá intente encargarse de la construcción porque eso se lleva la parte mayor del presupuesto. Bien, es una opción. Pero no olvide que hay otras posibilidades en el mismo complejo, aunque sean menos vistosas: desde suministros de sillas para los espectáculos hasta productos de hostelería; jardinería y recogida de basuras; máquinas expendedoras y seguridad en general. La experiencia demuestra que hay un negocio mucho más lucrativo y con menos riesgo detrás de todo eso que en los grandes movimientos de escombros y la construcción de naves. La recomendación no la hace ningún economista de renombre. Tampoco un profesor de una escuela de negocios. La hace Louis Ferrante, un tipo sin estudios que pasó ocho años y medio en la cárcel por negocios ilegales. Dicho de forma más directa: por pertenencia a la Mafia estadounidense. Ahora, ya en libertad y convencido de que no merece la pena jugarse la vida o la libertad de esa manera, ha decidido explicar las lecciones aprendidas en sus años de carrera delictiva porque entiende que pueden servir a quienes se ganan la vida dentro de la ley. Lo hace en un libro que no figurará en la bibliografía de ningún profesor de Empresariales pero que está lleno de consejos útiles y de sentido común. Y de anécdotas de mafiosos que harán las delicias de los amantes de las novelas de Mario Puzo o la serie 'Los Soprano'. Ferrante, antiguo miembro del clan de los Gambino, lo cuenta en 'Aprenda de la Mafia para alcanzar el éxito en su empresa (legal)', editado por Conecta.

Ferrante es hoy una presencia habitual en la TV americana y da conferencias y seminarios en instituciones relacionadas con la educación y los negocios. No oculta a nadie su pasado. Tanto es así que en su web (www.louisferrante.com) muestra incluso las fotos policiales del momento de su detención. Era el final de una carrera delictiva de un verdadero niño prodigio del crimen organizado: robó una carnicería a los doce años, secuestró un camión en la adolescencia, formó su propia banda criminal a los 20 y pocos meses después ya estaba acusado de uno de los atracos más importantes en la historia de un país, EE UU, pródigo en episodios de ese tipo. Como él mismo cuenta, en el momento de su arresto -fue víctima de algunos 'soplos'- era empleado del clan de los Gambino, jefe de otra banda y actuaba como intermediario para transmitir las órdenes de los grandes jefes de la Mafia a sus subordinados. Con esa experiencia en los tres niveles básicos de una organización -trabajador de base, mando intermedio y jefe-, se considera en condiciones de dar una serie de principios útiles para triunfar en una empresa, con independencia del lugar que se ocupe en la pirámide organizativa. Estos son algunos de sus consejos.

Joe Massino, durante largo tiempo jefe de los Bonano, era multimillonario. Vivía oculto en Pensilvania, dirigiendo un negocio que proporcionaba enormes ganancias cada semana. Un día fue detenido porque cometió un error: entró en una farmacia y se llevó sin pagar una caja de aspirinas. ¿Por qué lo hizo? Porque le gustaba tanto su trabajo que no pudo reprimirse: ¿por qué pagar por las aspirinas si podía llevárselas gratis? El error le costó la cárcel, pero a juicio de Ferrante ese comportamiento demuestra que cuando una persona está encantada con su trabajo no distingue los límites de su jornada laboral y está preparada para triunfar. Eso sí, mejor que se pague las aspirinas.

Joe Puma vive hoy de los negocios inmobiliarios en Sudamérica pero en sus inicios mostró gran capacidad para identificar las oportunidades de negocio. Una Navidad contrató a un tipo que se ofrecía para amenizar veladas infantiles disfrazado de Santa Claus. Cuando vio lo que cobraba por hora de trabajo montó su empresa: la siguiente Navidad, había centenares de Santa Claus por toda la ciudad, lo mismo en galerías comerciales que en casas particulares. Puma controlaba el negocio de los voluminosos ancianos vestidos de rojo y llegó a ganar 20.000 dólares en una sola tarde. Así que ya sabe: mire a su alrededor y observe dónde y cómo puede ganar unos euros. Siempre hay una oportunidad esperando a alguien.

Michael Devine tuvo un lío con la esposa de un don que era su jefe. Poco después lo encontraron muerto: el asesino le había cortado los genitales. La Mafia tiende a no tolerar que uno de sus 'funcionarios' se acueste con la mujer o la hermana de un jefe. Ferrante no duda en que esa práctica se da también en las empresas y no solo en asuntos de índole sexual: «Manténgase alejado de las pertenencias del jefe o de cualquier compañero de trabajo. Es la forma más segura de buscarse enemigos y de arruinar su carrera antes de que empiece. Hay muchos peces en el mar. Busque el suyo».

Ferrante escuchó en una ocasión una conversación telefónica en la que un mafioso de poca monta, metido en el mundo de las drogas, hacía un encargo: «Traeme diez kilos de harina y veinte de orégano». Cuando Ferrante le advirtió de que la Policía podía estar grabando la conversación, el mafioso se hizo el listo: «No pueden demostrar que son drogas. Tengo una pizzería». Pensaba que estaba a salvo, hasta que un día fue detenido a raíz de una de esas conversaciones en las que el supuesto encargado de la pizzería pedía veinte kilos de orégano... de Colombia. El autor de 'Aprenda de la Mafia' apunta que en la Cosa Nostra saben que todo puede tergiversarse, lo bueno y lo malo. «Lo mismo sucede en el mundo empresarial. Si un comentario benigno puede sacarse de contexto, imagine qué se puede hacer de uno despectivo cuando lo escucha la persona equivocada. Tenga cuidado con lo que dice».

Pete el Glotón fue convocado para negociar con un individuo que había atropellado a un hijo de un mafioso. La familia quería dinero, exactamente 50.000 dólares. El conductor ofreció 10.000 diciendo que era cuanto tenía. Pete le apretó para que subiera la oferta porque estaba seguro de que mentía. Cuando llegó a 35.000, aceptó. Ferrante preguntó a Pete por qué no había seguido presionándole. La respuesta fue que en ese momento había dejado de mentir. Lo sabía por sus gestos. «En la Mafia, el lenguaje corporal da pistas para saber cuánto está dispuesto a pagar alguien o si miente. Eso se puede aplicar a diario en el mundo empresarial».

Cuando Ferrante decidió dejar la Mafia, estando aún en la cárcel, habló con todos los jefes que cumplían pena en la misma prisión y les dijo que quería emprender una nueva vida. «Todos los jefes con los que hablé sabían que no me había chivado de nadie, no tenía deudas y había defendido la integridad de la organización. Me desearon suerte». Con algunos mantiene relaciones afables, lejos de sus negocios. A otros los saluda cuando se cruzan por la calle y charla con ellos sin mostrarles animosidad. «Si ha mostrado integridad no debe tener problemas a la hora de dejar su empresa. Sus compañeros se entristecerán al verle marchar, pero respetarán su decisión y le desearán lo mejor (...) Sus antiguos jefes, como los míos, puede que aún continúen pidiéndole consejo». Marcharse con elegancia siempre es la mejor forma de irse.

Carlo Gambino, el don de más éxito en la historia de la Mafia estadounidense, amplió el negocio de la Cosa Nostra a numerosos ámbitos: desde los materiales de construcción hasta el suministro de carne a supermercados y restaurantes, entró en el mundo de la moda y en el transporte. Pero cuando vio que otros seguían la expansión y se introducían en las drogas pidió que se detuviera ese afán por crecer. Gambino murió en su casa, viendo un partido de los Yankees en la TV. Años después, John Gotti, tan poderoso e inteligente como Gambino, quiso abarcar más y más y entró a saco en el tráfico de drogas. Gotti fue detenido y murió en la cárcel. «Dirigir un imperio, una familia del crimen organizado o una empresa es como conducir un coche. Hay que saber cuándo acelerar y cuándo frenar».

Dos jefes de la Mafia negocian un acuerdo beneficioso para ambas familias. Sellan el pacto con un apretón de manos y un beso. Luego, uno se va en un coche cuyo tubo de escape suelta un pestilente humo negro. El otro comenta entonces a sus hombres que va a romper el trato porque no puede hacer negocios con alguien tan poco respetuoso con la atmósfera. ¿Qué sucederá? Ferrante lo explica con claridad: el siguiente episodio de contaminación provendrá del humo de la pistola con que alguien matará al don que ha roto el acuerdo. «Es una estupidez pensar que nuestros valores son universales. Si pierde el sueño por tratar con determinadas personas, entonces done algo de dinero a una de esas organizaciones que se dedican a mejorar el mundo». Los negocios son otra cosa. Palabra de exmafioso.