Tiempos duros
Bajo el mandato del rey, España ha vivido el periodo de prosperidad y libertad más largo de nuestra historia
Actualizado: GuardarSiento por el rey más respeto que admiración. La admiración es cambiante, caprichosa. El respeto se gana y, salvo casos contados, es difícil de perder porque se consigue a base de años. Digo, pues, que siento respeto por el rey. Lo siento porque ha dado a mi país estabilidad, porque con su mandato España ha vivido el periodo de prosperidad y libertad más largo de nuestra historia. Quién en su sano juicio puede discutir esto. Quién lo puede ignorar, como no sea alguien de su propia familia.
Admiro a don Juan Carlos, aunque no entiendo muy bien su dickensiana admonición de que vendrán tiempos duros, tiempos difíciles. No, Señor, los tiempos duros ya están entre nosotros. Sí, tiempos duros para los parados, para los que no tienen ni tendrán trabajo; para los que van a perderlo y no lo saben; para los que se quedarán sin él y lo esperan. Tiempos duros y difíciles también para usted, Majestad que, hoy más que nunca, se estará preguntado cómo le pasan ciertas cosas. Con esto no contaba aquel príncipe que un día soñó la democracia para este país; que otro la defendió de la involución y el golpe ramplón y fascista. Pero claro, usted es Rey, y probablemente, no sé, antes es padre. Un padre que no puede entender según qué cosas porque también es Jefe del Estado. Es cierto, uno no es responsable de lo que hagan sus cuñados, ni sus primos ni yernos. Pero si uno es el rey esa consideración no vale porque todo lo que ha hecho el yernísimo Urdagarin lo ha hecho aprovechando su destacado papel en la foto de la Familia Real. Hasta hoy en que los españoles suspenden a la institución monárquica con un 4,8 según el CIS.
Pero siendo esto una fatalidad tengo la impresión de que el más perjudicado por el trabajo de su cuñado es el príncipe de Asturias. Nunca tuve una opinión de los consortes de las Infantas, simplemente me parecieron adornos en una familia distinguida por usted y por su mujer, la reina. El tiempo demuestra que erraba, y que habría que haber seguido de cerca sus movimientos. Alguien será el culpable de semejante descuido. Lo siento por su hijo, Felipe, el príncipe de Asturias llamado a ser –con su permiso–, el mejor rey de nuestra Historia Por su preparación, por su conocimiento de España y los españoles, por su cualificación y porque es consciente, a diferencia de sus cuñados, de que la Monarquía sirve mientras es útil. A su hijo le tengo escuchado que sólo saldrá adelante si se gana el jornal día a día. El jornal, digo, y no el pelotazo. El problema no es que haya republicanos o que exista una derecha republicana y fascistoide. El problema es que ahora hay argumentos. Que calan incluso en aquellos que un día le dieron a usted un aprobado. Y esa es la cuestión; no tanto el delito, que los jueces dirán. Son los argumentos, Señor, los argumentos.