Cartel anunciador de la actuación de los jerezanos en Japón. :: LA VOZ
Jerez

Jerezanos en Japón

En esta ocasión la expedición artísitica estuvo formada por Moraíto, Diego Carrasco y los hermanos Alfredo y David Lagos

JEREZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Acaban de regresar de la tierra del Sol Naciente, los componentes de una singular expedición de artistas flamencos de Jerez, que han ido a tan lejano país representando el arte por antonomasia de nuestra tierra: el flamenco. Ni que decir tiene, que nuestros artistas no han ido como se solía ir antiguamente, a buscarse la vida a la buena de Dios, sino que lo han hecho bajo contrato y con todas las garantías. Esto es debido, a la gran afición que existe en Japón al arte flamenco, con tocaores, bailaores y hasta cantaores que emulan a nuestros artistas, por los que sienten gran admiración y tienen idealizados; razón por la cual en este país hay un gran número de academias de baile, tablaos y hasta peñas flamencas, algunas de las cuales llevan el nombre de conocidos cantaores y artistas que han hecho historia.

Por este motivo, cuando tienen ganas de escuchar o ver a algunos de nuestros de nuestros artistas, se ponen de acuerdo y, a pesar del coste que supone llevarlos, los contratan para estar con ellos, les den clases magistrales, recitales de cante.

En esta ocasión, el equipo que ha viajado ha estado formado por: Manuel Moreno Junquera 'Moraíto', Diego Carrasco y los hermanos Alfredo y David Lagos. Cada uno ha ido a este lejano país con una misión: Moraíto, a dar varios conciertos como solista, así cómo clases magistrales a una selección de avezados guitarristas nipones. Diego Carrasco ha sido requerido para dar lecciones de compás; clases en las que explica cómo aprender a conocer el ritmo y a dominar los tiempos de los cantes, especialmente del difícil palo de la bulería, cuestión ésta arto complicada para quien no tiene ese don, pero que el Tate Diego es capaz de trasmitir, hacer ver y sentir hasta a los ¿chinos?. Los hermanos Alfredo y David Lagos no han parado, pues el tiempo que han permanecido en Tokio han dado diferentes recitales, ya que ambos componen un magnífico tándem: Alfredo con su extraordinario toque y David con sus grandes conocimientos de cante, aprovechando la ocasión para promocionar allí su última grabación: El espejo en que me miro.

Al reunirme con ellos, cuentan y se deshacen en elogios al hablar del pueblo japonés, del que dicen haber recibido una excelente acogida y un respetuoso y educado trato.

Comienzo

La historia comienza porque un veterano cantaor jerezano, llamado Álvaro Aguilar, afincado desde hace años en Japón y tío carnal de los hermanos Lagos, efectúa la gestión con diferentes empresarios para que este grupo de artistas fueran contratados y viajaran a tan lejano país.

Álvaro Aguilar cantaor de atrás, de grandes conocimientos y mentor de sus sobrinos, contactó con la guapa bailaora y empresaria japonesa Tomoko Ichii, la que, a pesar del alto presupuesto, aceptó el reto de la expedición artística. Para ello, Tomoko viajó a Jerez a fin de ponerse en contacto con los artistas, montar y ensayar aquí la coreografía de las actuaciones que luego escenificarían en Japón y que formarían parte de los diferentes espectáculos. Terminados los ensayos y portando toda la información, la empresaria y bailaora partió para su tierra con el fin de preparar la llegada de los artistas, apartar las habitaciones, contratar las salas y teatros en la que se harían las actuaciones, elaboración de la cartelería, contacto con los medios de información, en suma, conseguir que los diferentes espectáculos tuvieran la mayor información posible, ya que de ésta depende la afluencia de público y con ello el prestigio de la empresaria. Téngase en cuenta, que el balance económico de estos eventos nunca es positivo, pero que las propietarias de las academias dan por compensado con la fama que obtienen y el mayor número de alumnos que se matriculan.

Es sabido la absoluta devoción que los japoneses le profesan al flamenco, por lo que al conocer la presencia de nuestros paisanos, los espectáculos obtuvieron llenos absolutos.

Diego Carrasco dio varios recitales, en los que tiró de todo su repertorio, siendo secundado y acompañado por los coros y el baile de las alumnas de Tomoko.

Moraíto, nuestro genial guitarrista, dio también varios recitales, así como unos cursillos y clases magistrales a un nutrido grupo de guitarristas avanzados, que guardando un silencio sepulcral siguieron con devoción las directrices del maestro. Moraíto también dio un recital de guitarra en la embajada de España en Japón en cuyo auditorio, rodeado de la distinguida clase diplomática, fue largamente aplaudido en cada una de sus interpretaciones, obteniendo al final el justo reconocimiento.

Igualmente, el tándem formado por los hermanos Lagos cosecharon un gran éxito en cada uno de sus recitales, con llenos absolutos en teatros cuyo aforo eran de dos mil localidades. Cuentan admirados la absoluta veneración que el pueblo japonés siente por el arte flamenco, existiendo allí aficionados con grandes conocimientos, sabedores de todos los acontecimientos que se cuecen por estos lares. Pero su mayor sorpresa fue ver como las bailaoras se estremecían de emoción al escuchar el cante.

Enhorabuena a esta nuestra embajada artística, que una vez más pasea el nombre de Jerez por el mundo.