Amigos y familiares de Alberto Serrano lanzan flores al mar en señal de homenaje un día después de su muerte (8-10-2006). :: ANTONIO VÁZQUEZ
LA PRÓRROGA

En memoria de un apasionado del surf

Tres años después de la muerte de Alberto Serrano, sus amigos siguen trabajando para culminar su 'obra'

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La amistad es un sentimiento tan humano como irracional. En estos tiempos que corren, donde el progreso avanza sin mirar por el retrovisor pero el individualismo se convierte en un mal endémico del primer mundo, a veces sorprende ver gestos en los que el interés no es más que hacer el bien a un amigo o, en este caso, ensalzar su recuerdo. Es el espíritu del Memorial Alberto Serrano, que este fin de semana va a llenar la playa de Cortadura de un sinfín de amantes del surf. Desde que el pasado 8 de octubre de 2.006 un cáncer se llevara a uno de los protagonistas más activos en el resurgimiento de este deporte en Cádiz, sus más cercanas amistades se han encargado de que su figura no caiga en el olvido.

Por eso, se esmeran para que la escuela municipal -uno de los proyectos que más ilusionaba a Serrano y por el que trabajó más de dos años- siga en pie y extienda la pasión por la aventura que se desprende de esta disciplina entre los más jóvenes. Y, además, esa es la intención que, desde el primer día, les movió para poner en marcha un campeonato que poco a poco fuera creciendo hasta compararse al que se celebra en Mundaka, aunque eso sean palabras mayores.

Serrano siempre quiso que Cádiz, una tierra marinera por excelencia, explotara mejor sus recursos naturales y se convirtiera en una referencia del surf a nivel nacional. De su mano salió la organización de un campeonato de relativa seriedad e importancia como el que se celebró a finales de 2.005, que llevó el nombre de la escuela, Off Shore. En su cabeza rondaba la idea de que podría conseguirse una prueba que atrajese el interés de los grandes patrocinadores y que pudiera llegar a incluirse en el circuito nacional. Tres años después de su fallecimiento, Miguel Ángel Rey y Jaime Fernández, dos de sus inseparables, siguen ahondando esfuerzos para terminar de tallar su obra.

En las dos anteriores ediciones todo han sido facilidades. Serrano era un hombre apreciado en Cádiz por su enorme calidad humana y todas las puertas a las que han llamado los organizadores han permanecido abiertas. «Aún cuando nadie hacía surf en Cádiz, Alberto era uno de los cuatro o cinco que siempre estaba en el mar», recuerdan sus coetáneos. «Siempre se desvivía por su pasión, el surf, y porque a todos los que tenía cerca no les faltase de nada». Tal es así que el día después de su muerte, en torno a un centenar de amigos y familiares se acercaron a Cortadura para dedicarle un entierro surfero y cumplir así un deseo expreso. Tan presente continúa su memoria que, tres años después, el Memorial sigue siendo una cita ineludible.