Tribuna

Ética y política

SECRETARIO PROVINCIAL DEL PARTIDO ANDALUCISTA Actualizado: Guardar
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Hoy parece que la ética ha desaparecido de la política y razones hay para creer en ello, aunque esto no sea verdad. La frase no todo vale, tanto en el fondo como en las formas como en los instrumentos, debe de ser un principio que inspire los comportamientos políticos, aunque parezca que haya sido derogado.

La impresión de cualquier persona ajena que vea el panorama político, desde la esfera municipal a la internacional, tiene que ser muy negativa. Desde el numeroso grupo de cargos públicos procesados a la falta de formas y educación democrática en el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz, a las campañas de desprestigio torticeras y subliminales contra la figura del alcalde de San Fernando Manuel María de Bernardo por parte de la oposición, a la compra política pura y dura de concejales como en Ronda reconocido por la Comisión de Expertos Antitránsfugas, al continuo enfrentamiento PP y PSOE por simple estrategia de 'marketing' político, a que Obama defienda la guerra en la entrega del Nobel de la Paz, que la Conferencia de Copenhague sobre el clima además de gastar millones de euros no ha servido para nada, que Marruecos se salte a la torera dictámenes del Tribunal de La Haya y de la ONU sobre el Sahara y no cumpla los más mínimos y esenciales derechos humanos mientras la Unión Europea mira para otro lado incluido el Gobierno de Zapatero que se pliega a todas las demandas alauitas. El panorama es como poco alentador.

Esto no es un problema ajeno a la ciudadanía, ni mucho menos, pues la política rige la vida de todos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, en cuanto que se legisla en la actualidad cada vez más hasta en la esfera privada. Los problemas de la política son los problemas de todos los ciudadanos. Por el contrario, se ha sabido inducir a la desmovilización absoluta de la ciudadanía, que aguanta hasta límites sorprendentes, sino basta hablar de cifras de paro, cerca de un millón doscientos mil andaluces en las cifras no oficiales. La mayor manifestación en Andalucía este año que termina fue contra Lopera, el presidente del Betis, con ello se dice todo.

La respuesta es urgente y en ella el ciudadano tiene una parte muy importante. Todos los políticos no son iguales, pero la criba entre ellos la deben de realizar los ciudadanos. Hay casos que son para que reflexionemos. Como en pasadas elecciones municipales, alcaldes condenados por temas de corrupción por sentencias que no eran firmes, sacaban mayorías incluso absolutas. En ese caso no sólo fallan los políticos.

Los ciudadanos tienen la posibilidad de cambiar las cosas, para ello deben ejercitar el discernimiento de cuál político por sus hechos interesa, cuáles son los políticos que cumplen lo que dicen, cuáles son las formas democráticas de cada uno, cuáles están preocupados por el bien común y quiénes por el suyo propio o de su partido. Además de atisbar que hay diferentes alternativas y no caer en el bipartidismo que empujan los interesados y sectores interesados. El pluralismo político no es cosa de dos, como se demuestra en Alemania, Italia o incluso en el Reino Unido, y no es extraño observar cómo en las pasadas elecciones generales de Alemania y Portugal las dos fuerzas principales descienden en votos en beneficios de otras fuerzas políticas. Ese sentido de pluralismo además evita esa división cainita, como la que ocurre en España que se traslada a la sociedad entre PP y PSOE, entre votantes de uno y de otro, e incluso entre medios de comunicación que se alinean con uno o con otro.

La realidad social con una crisis no sólo económica, necesita más que nunca una regeneración de nuestra democracia basada en la ética. Esto supone romper con la política que se está haciendo en nuestro estado y en el mundo. Esta afirmación puede parecer grandilocuente, pero no lo es, pues es una necesidad, aunque para ello haya que romper con el mensaje que ha calado de que nada cambia y que todo sigue igual. Las cosas cambiaran si queremos, como ha pasado en la historia. ¿O acaso no desapareció el Muro de Berlín, el núcleo de países socialistas del este de Europa, etc? Y ello parecía imposible que pasara.

La política no puede estar basada sólo en la imagen y el conquistar el poder. El poder por el poder no es democrático, aunque sea consiguiéndolo con votos, se necesita y se debe requerir que haya un proyecto para llegar al poder. El provocar falsos conflictos para dividir a la sociedad o para cubrir los verdaderos problemas para mantenerse en el poder es poco democrático, y eso esta pasando aquí. El ganar a cualquier precio tampoco lo es. El ser puritano con los demás y mirar hacia otro lado con los propios es sectario, como ocurre con los tránsfugas. El realizar pactos que se traicionan es una falta de honor.

La política es un servicio público basado en proyectos de intentar que la sociedad mejore, buscando el bien común, término olvidado, y más pensando en los grandes intereses de sectores financieros o financieros, donde ahí si están de acuerdo los bipartidarios. La política debe de volver a estar unida a los ciudadanos, si no pobre democracia tendremos.

Desde luego, algunos no nos resignamos a que la política sea una clase aparte o una casta que pasa de padres a hijos, como esta pasando ya en Andalucía. La política ha sido algo digno, ejemplos hay en Cádiz de ello, desde un Fermín Salvochea a Emilio Castelar. Se puede recuperar esa dignidad, eso sí, apartando a políticos como los que hacen bromas o dicen que se lo ha merecido, en referencia a la agresión a Berlusconi, que aunque no sea un político de mi gusto, tiene todo el respeto como persona y como presidente de un Gobierno. Y además nada legitima la violencia, aunque el mediático Obama defienda la guerra, 'si vis pacem, para bellum', demostrando que es una estrella mediática que no cumple nada de lo que prometió, (tropas en Colombia, cierre de Guantánamo, acciones encubiertas, guerra de Afganistán.), aunque sea del gusto de Zapatero que le va a la zaga (se paso del no a la guerra de Irak al sí a la de Afganistán).

Avanzar en la democracia, es un bien para esta generación pero también una herencia para las próximas. Hagamos una apuesta entre todos, por nuestra sociedad, desde el municipio, célula básica de la vida política y de la convivencia, hasta la internacional. Seamos constructores de una verdadera sociedad democrática que no es no sólo votar y que haya paz, sino algo más la existencia de principios de no violencia, que es algo más de la ausencia de violencia, sino también la ausencia de injusticia y el respeto absoluto de los derechos humanos, comenzando el derecho y la dignidad de la vida en todas las esferas.