Opinion

Todo un lujo

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Tal como discurren los acontrecimientos, ya sólo se reirán los ricos. Seres privilegiados a los cuales no les afectan ni preocupan las imbecilidades y necedades cometidas por los políticos. Tras los ricos, a la hora de reírse, se encuentra la clase política; esa pléyade a la cual no le inquietan crisis, paro ni 'eres'. Sus sustanciosos sueldos y demás emolumentos están garantizados. De eso nos encargamos los contribuyentes.

Pero...¿qué les ocurrirá a los que no tienen trabajo o lo perdieron? ¿Y los que tuvieron que cerrar sus empresas y se sienten impotentes y responsables de su propio fracaso? Para estos desgraciados no habrá fiestas, alegrías ni lógicamente regalos para los suyos. Tampoco podrán manifestar su fracaso y deberán disimular la amargura para que sus hijos no descubran cómo tragan lágrimas de hiel con sabor a resentimiento y angustia.

Da asco, señores políticos. ¿De qué podrán reírse esa legión de desempleados? ¿Les hará gracia la mamarrachada de la 'sostenibilidad' y la Alianza de Civilizaciones?... Tenga el valor de preguntarselo, señor presidente.

Destrozar es inmensamente más facil que crear. En efecto, los ciudadanos se ríen menos. Posiblemente sólo sonrían, pero de lo que no hay duda es de que tendrán la suficiente paciencia para que se cumpla eso de «quien ríe el último, ríe mejor». ¡Tiempo al tiempo! .