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Es curioso que todos nuestros propósitos se refieran al futuro. El pasado es irreparable, pero también de eso habría mucho que hablar. Por ejemplo, el perdón, lo modifica sustancialmente, ya que vistas las cosas a otra luz cambian. La vida española se ha oscurecido para gran número de compatriotas y para otros se ha quedado a media luz. Sin embargo seguimos teniendo proyectos de futuro, sin advertir que hace tiempo que ha llegado. El precio de la vivienda bajará otro 20% según el cálculo del BBVA. Eso significa que habrá muchas más personas que seguirán sin poder adquirir un piso. Todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna. ¿Digna de quién?, ¿del que tenga dignidad o del que tenga el suficiente dinero para adquirirla? De todas maneras está bien tener proyectos. Cuando no se espera nada, se está aproximadamente muerto, aunque se siga andando de un lado para otro y eso nos permita creer que seguimos vivos, como les sucede a los miembros de la cumbre de Copenhague, ese cónclave de zombis.

Desdichadamente, de todos nuestros propósitos el que tiene más posibilidades de llevarse a cabo es el de conseguir que los depravados fumadores sólo podamos seguir siendo virtuosos de nuestro vicio en el retrete de nuestras casas. Si les sale bien a los inquisidores se prohibirá fumar en todo local cerrado, arruinando a muchos restaurantes a los que se les obligó a acomodar sitios para los que sabemos que todo es humo y nada. Nos van a perseguir incluso a los que no tenemos tos. La vida cotidiana seguía siendo grata en España, llena de transigencia y cordialidad.

Ahora se la quieren cargar, no ya poco a poco, sino de golpe. Schopenhauer, que no sé si fumaba, dijo que era muy extraño ver a un moralista que nos enseñara más virtudes de las que poseía el mismo.