ESPAÑA

Cierre con bronca total

La última sesión de control de 2009 se volvió a caracterizar por los desencuentros que han marcado el actual periodo legislativo Gobierno y PP se enzarzan en un debate a cara de perro

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Gobierno y la oposición cerraron ayer el curso político en el Congreso con un enfrentamiento sin la menor concesión y una bronca total. Los miembros del Ejecutivo y los principales portavoces del PP utilizaron el último pleno de control al Ejecutivo del año para hilar una cadena de intervenciones a cara de perro con las que complementaron el total desencuentro la legislatura, agudizado el lunes en la Conferencia de Presidentes y en el debate del martes de la moción parlamentaria sobre la situación de la activista Aminatu Haidar.

Liderados por los respectivos jefes de filas, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, ministros y diputados populares no se dejaron en el cajón ni uno solo de los asuntos que permitían atacar la yugular política del contrario. La crisis y el paro, el fracaso de la Conferencia de Presidentes, el 'Alakrana', la patrullera de Gibraltar, las ausencias del día de la Constitución, el conflicto con Marruecos, el 'chivatazo' del 'caso Faisán', los referendos independentistas, la 'catalanofobia', el 'decretazo' del Gobierno de José María Aznar y hasta la guerra de Irak se convirtieron en armas arrojadizas.

El fuego cruzado lo abrieron los líderes. Rajoy centró su intervención en describir un Gobierno inoperante, «ineficaz», paralizado, que funciona en sentido contrario a la realidad y lleva al país al desastre. Zapatero vio a un PP al que sólo le interesa «lo negativo» y que «critica todo», pero que nunca apoya ni «aporta nada» a los asuntos de interés general. El presidente del PP reclamó a su oponente que se entere de que «se ha acabado la época de la propaganda, las fotos, las discusiones y las divagaciones» y que «su obligación es gobernar, tomar decisiones y ser mínimamente eficaz». El jefe del Ejecutivo solicitó a Rajoy que «no se deprima» y tenga un poco de «paciencia» porque la recuperación se iniciará «pronto», al tiempo que le exigió propuestas concretas contra el desempleo y por el diálogo social y que «contribuya al pacto y a la integración y no busque siempre excusas» para acudir al Parlamento con las manos vacías.

Pese todo, el debate más duro fue el de las segundas espadas. La portavoz del Partido Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, espetó a la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, que el Gobierno «está con el agua al cuello» porque la legislatura es «un viaje a ninguna parte» en el que no saben más que crear problemas, rectificar errores y no logran solucionar nada.

Justificó el no de los presidentes autonómicos populares al Ejecutivo porque los han tenido olvidados durante tres años y ahora les buscan sólo para «hacerse la foto» y convertirlos en «cómplices de su fracaso» ante la crisis.De la Vega, dura como pocas veces, contestó que la irresponsabilidad del PP es «total», «su nivel de hipocresía insultante», su política es «la de la falsa moneda» y que la única estrategia que conocen, en el Gobierno o en la oposición, es la de «la soberbia, la prepotencia y el oportunismo».

«Falta de compromiso»

La número dos del Gobierno de Rodríguez Zapatero sostuvo que los populares nunca hacen lo que la gente quiere y «nunca rectifican» porque lo suyo es una política «sin complejos», de «falta de compromisos», 'decretazos', invasiones de Irak y rechazo de la financiación autonómica, aunque interese a las comunidades en las que están en el poder. Como colofón, María Teresa Fernández de la Vega añadió: «Se les llena la boca de Constitución todo el año y lleva el día del aniversario y ustedes (por sus presidentes autonómicos) se van de puente».

El tercer gran objetivo del Partido Popular ayer en la Cámara Baja fue el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. El primero, el diputado Rafael Hernando, atribuyó al ministro y al Gobierno ser los «responsables» del «secuestro» de la activista saharaui Aminatu Haidar; el segundo, Ignacio Cosidó, calificó sus disculpas a Gibraltar por el incidente de la patrullera y los narcotraficantes gallegos de «reacción cobarde que humilló a la Guardia Civil y a todos los españoles»; y el tercero, Ignacio Gil-Lázaro, desempolvó el 'chivatazo' para acusar a Pérez Rubalcaba de saber «quién dio» a ETA el soplo de la redada del bar Faisán, de conocer «cómo se coció» aquel escándalo y de tener toda la información sobre «la autoridad que dio la orden» y de haberlo hecho para lograr el apoyo del PNV durante la fracasada tregua de la banda terrorista. El ministro despachó las acusaciones con un calificativo: «Demagógicas».