ANÁLISIS

Ni una explicación

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C uando lo obvio se transforma en noticia es que pasa algo, y no es bueno. Vamos a ver: los medios de comunicación están para criticar, si es al poder, mejor. La oposición para oponerse. El Gobierno para gobernar. Esto que resulta de Perogrullo es algo que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega no entiende o, mejor dicho, no se cree, porque entender lo entiende a la perfección. La democracia es algo que se ejerce, y por invocarla muchas veces no se es más o menos demócrata. Sabemos que la sesión de control de los miércoles se hace para la televisión y el titular flaco y directo, y que la señora vicepresidenta aprovecha con ventaja y mucho ruido sus tradicionales desencuentros con Soraya Sáenz de Santamaría. Suele salir airosa de estos lances, pero el secuestro del Alakrana la ha desnortado, hasta tal punto que da la justa medida de su talante. Su sentido de la democracia es escaso y su humildad política, inexistente. Afirmar que el PP está de parte de los piratas y sugerir que Rajoy saca tajada de ETA y de la crisis económica es una barbaridad que sólo se olvida si se reconoce el desatino, pero eso es algo que no ocurrirá.

La oposición ha pedido explicaciones, y nada más, señora vicepresidenta. Es su obligación y su responsabilidad. La suya es darlas, no atacar al dirigente de un partido que ha tenido la delicadeza y el sentido de Estado de guardar silencio mientras duró el secuestro. O sea, Rajoy enmudece mientras el Alakrana está cautivo, y cuando termina pide explicaciones y la respuesta es que está con los piratas. Trátenos con dignidad, señora. Si cree que somos idiotas, disimúlelo un poco, tenga esa delicadeza. Las preguntas de Rajoy son las mismas que se hace cualquier ciudadano, haya o no haya votado al PSOE. Pero usted calla, o mejor, sube el tono hasta el grito y reparte carnés de demócratas en el hemiciclo. El truco es conocido: ataquemos y hagamos pasar por un ataque más o menos desesperado lo que deberían ser explicaciones. Pero éstas no llegan. Y no llegan porque la descoordinación, las medias verdades y las mentiras abundan tras el final del secuestro. Ahora sabemos que los piratas no sacaron del barco a ningún marinero, pero el Gobierno nos dijo el 5 de noviembre que estaban en tierra y que los tenían controlados. Ahora sabemos que no hubo ni un solo tiro desde el helicóptero de la Armada cuando los piratas dejaron el Alakrana rumbo a tierra y sin embargo, el Gobierno dijo todo lo contrario. No hay nada menos democrático que la mentira. O sí, hay algo peor: la mentira acompañada de incapacidad, torpeza y claudicación.