Isabel Preysler y Marca Sánchez posaron durante la fiesta con Benito Suárez.
Sociedad

Joyas del tango

Un concierto benéfico organizado por los Suárez reúne en el Liceo de Barcelona a Isabel Preysler, Adriana Abascal y José Mercé

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Seguro que Gardel nunca imaginó que al tango, nacido en el arrabal, le sentaran tan bien las joyas. Pero así lo demostraron los Suárez el pasado jueves en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. El concierto benéfico

Tango y lágrimas

, organizado por ellos para devolver la sonrisa a los niños enfermos de cáncer, a través de la Fundación Aladina de Paco Arango, combinó a la perfección con la presentación de su última colección de joyas,

Elite by you 2009

, que una vez más tuvo como imagen y madrina a la inalterable Isabel Preysler.

Con Preysler y Adriana Abascal en el patio de butacas, y Marta Sánchez, José Mercé y el tenor José Manuel Zapata sobre el escenario, la noche prometía... Y no defraudó. La primera en llegar y posar fue Isabel, tal vez por aquello de que quien da primero da dos veces. Impecable, como siempre, y un poco más delgada que de costumbre, Preysler vestía un mono de color negro de la diseñadora Marta Rota, que le sentaba como un guante. Concretamente, la espalda, con dos anchos tirantes cruzados en forma de equis resultaba espectacular, por no decir sorprendente. Sus declaraciones, no tanto... «Mi joya más preciada es mi nieto». «Mis hijas son mucho mejores que yo». «Ya podía Chábeli darme otra joya como Alejandro...».

Preysler aclaró también por qué nunca escribirá sus memorias. «Hay cosas que no puedo contar. Y las que sí puedo no tienen ningún interés, porque ya las sabéis todos». Luego defendió la tesis de que las nuevas joyas de Suárez son asequibles, y que aunque la colección se llame Elite, está inspirada en el vintage, el Art Déco y los años cuarenta y «no todas las piezas son de brillantes, también las hay de cristal de roca». (Lo que no conseguirá la crisis...).

Estaba previsto que el otro plato fuerte de la velada fuera Adriana Abascal. Había una expectación enorme ante la que era su primera comparecencia pública en España tras separarse de Juan Villalonga, pero ella la neutralizó haciendo mutis por el foro. Llegó la última, cuando por megafonía ya anunciaban el comienzo del espectáculo, y pasó como un suspiro ante las cámaras. Tan sólo un par de sonrisas, otras tantas poses, y un beso lanzado al aire como despedida. Más tarde, durante la cena, la escultural mexicana explicó a este periódico que «no es momento de declaraciones». Puede que se esté reservando para una rentable exclusiva. O puede que no. La presencia en la fiesta de Isak Andic, el acaudalado propietario de Mango, con el que algunos la relacionan, contribuyó a aumentar el morbo.

Lo mismo que la muy comentada rivalidad entre Naty Abascal (vestida de Elie Saab, con estola de Nelsy Chelala), y la también fashion victim Carmen Lomana, una mujer que no alcanza a ver su fondo de armario, «porque mis armarios están siempre rebosantes».

«Todo es mío»

José Miguel Fernández Sastrón, el todavía marido de Simoneta Gómez Acebo, fue otro de los más requeridos por la prensa. Pero, lejos de referirse a las fotos que lo descubren junto a Ruth Gabriel, se limitó a hablar de música. Y hablando de música... El cantaor José Mercé, la cantante pop Marta Sánchez y el tenor José Manuel Zapata lograron momentos electrizantes con su peculiar manera de interpretar algunos de los tangos más famosos de Gardel. Vestida con un imponente traje rojo diseñado por Lorenzo Caprile, Sánchez atacó sola A media luz y cantó a pleno pulmón, y a dúo con Zapata, El día que me quieras. «He acariciado con mis manos las paredes del Liceo para recibir toda la energía de los que han actuado aquí. En especial de mi padre, que debutó en 1951 con La Bohéme, y de mi padrino, Alfredo Kraus. Para mí ha sido una noche mágica, inolvidable. Pero estaba muy nerviosa...», confesó Marta Sánchez, ya en la cena, mientras degustaba, junto a su marido, un lomo de lubina.

La fiesta acabó hacia las dos de la madrugada, con un Emiliano Suárez, hijo, pletórico. «Hemos logrado vender 1.500 entradas de las 2.000 del aforo y creo que podremos hacer una buena aportación a la Fundación Aladina». Misión cumplida, por su parte. Pero misión imposible para los fotógrafos el conseguir una foto de Naty Abascal y Carmen Lomana juntas. Y es que hacen falta dos... para bailar el tango.